El nombre técnico sería “tener relaciones sexuales”, aunque los psicólogos insisten en que hay distintas modalidades de acto sexual. ¿Hay alguna diferencia entre el acto sexual ocasional y “hacer el amor”?. En esta nota se analizan los distintos conceptos.

Hacer el amor, garchar, coger, mantener relaciones sexuales, encamarse, curtir, fornicar, fifar, intimar, dar murra, etc., etc., se puede decir cuando uno se refiere al acto sexual entre dos personas. Pero como no todo significa lo mismo, vamos a hablar específicamente del acto sexual cuando se produce entre una pareja enamorada designándolo como el hacer el amor.

El psicoanalista Jaques Lacan señala que cuando alguien hace el amor enamorado de la otra persona y llega al orgasmo, se produce el momento de “mayor satisfacción subjetiva”. Pero veamos qué es esto. La Real Academia define la palabra “subjetivo” como: “perteneciente o relativo al sujeto, considerado en oposición al mundo exterior / perteneciente o relativo a nuestro modo de pensar o sentir, y no al objeto en sí mismo”.

Cuando hablamos de que dos personas obtienen el punto de mayor satisfacción cuando hacen el amor, nos referimos a esto. A la posibilidad de gozar con otro, en “oposición al mundo exterior” y disfrutando con otra persona, otro sujeto; losobjetos quedan a un lado. Todo esto parece descolocado en un momento del mundo en que pareciera que la satisfacción se adquiere en cualquier esquina consumiendo los objetos que el mercado ofrece.

Resumiendo la idea, Lacan planteaba que el punto de mayor satisfacción para las personas se obtiene cuando hacen el amor, cuando éstas se ponen en relación a otras significativas.

Camila de 24 años consulta porque no puede “tener nada serio con un hombre”. Dice que le “encanta” tener sexo con ellos, pero le molesta que sus relaciones de pareja duren poco. Aunque cree que lo que le perturba aún más es cuando en el acto sexual no puede llegar al orgasmo y queda insatisfecha. “Los hombres son complicados, por eso no puedo enamorarme. Igualmente, ahora con Agustín (su chico actual) sé que no me interesa algo serio, pero lo que sí quiero es que me haga acabar. Si no, no me sirve¨.

¿Es realmente una satisfacción sexual lo que busca Camila o más bien una satisfacción subjetiva? ¿Cómo se ofrece ante un hombre? ¿Y por qué no puede tener nada serio con ellos?

El problema es que, muchas veces, algo no funciona cuando se encuentran un hombre y una mujer en la cama. ¿Pero por qué pasa esto?

Eso que te (me) falta

La psicoanalista Colette Soler dice que a veces se produce un desencuentro entre hombre y mujer que está basado en nuestra diferencia sexual: cada uno goza de distinta manera…

En este sentido, como señala el psicoanalista Massimo Recalcati, está por un lado el “goce fálico” (es decir, el vinculado al pene) que es localizado, gobernable, delimitado. Por el otro, aparece“Otro goce”, que no se reduce al órgano, sino que es“deslocalizado, infinito, femenino”.

En el caso de Camila todo es más complicado. Su goce es más fálico que femenino. Ella recurre a los hombres para gozar y obtener algo a cambio (el orgasmo) mediante una transacción. Es decir que parece estar buscando un objeto y no un sujeto.

Camila consulta porque se siente en pérdida, porque no puede tener nada serio con un hombre, no puede hacer el amor. Se preocupa sólo de acabar, pero no parece tan pendiente de crear un encuentro donde se busque algo más que una satisfacción sexual. ¿Si deja de gozar, si no acaba, qué le queda? ¿Involucra en sus relaciones sentimientos propios? ¿Qué hay de subjetivoen sus encuentros con los hombres? Eso la devasta y es lo que la lleva a la consulta.

Algunos autores psicoanalíticos dicen que a partir de esa ausencia de pene de las mujeres -a partir de esa nada– es que inventan otras maneras de gozar. Besos en el cuello, palabras dulces, alguna atención por parte del hombre, todo eso las calienta.

Para ellos, esa parte de su cuerpo es todo y les alcanza con una caricia allí para calentarse. Menos parafernalia e inventiva se necesita para que un hombre goce que lo que requiere una mujer… ¿Ventaja, desventaja? Diferencia al fin.

En los hombres todo está localizado ahí. Las chicas en cambio recurren a algunos artilugios para cubrir y hacer algo con esanada. Los maquillajes, la vestimenta, etc. son formas de construir su identidad sexual.

Pero es importante entender que ese no tener pene no debe entenderse como menos, sino como posibilidad de actuar de otra manera.

Sin dudas, en el acto sexual se ponen en juego diferencias, el tema es cómo hacerlas congeniar. Cada uno tiene sus fantasías y por eso cada manera de gozar es singular y no se comparte. “Que el goce no se comparte quiere decir que uno siempre goza solo”, dice Colette Soler.

Se goza del órgano del cuerpo propio y no del cuerpo del otro. El goce se satisface en la masturbación o en una relación de sexo casual, pero no hace que se relacionen dos personas. Los goces del hombre y de la mujer de por sí no alcanzan para poner en relación dos cuerpos cuando hacen el amor.

Veamos qué es lo que evita Camila no eligiendo hacer el amor con los hombres, sino teniendo sexo casual, gozando sola.

“Mamá, papá: ella es mi novia, ¿hacemos el amor?”

Lacan sostiene que el acto sexual repite las fantasías que uno se hizo sobre el momento en que sus padres lo concibieron (técnicamente, “la escena edípica”). Según esta teoría, todo acto sexual sería un proceso de entre cuatro individuos: vos, tu pareja, tu mamá y tu papá… Fuerte, ¿no?

Muchas veces sucede que cuando hacemos el amor nos sentimos en plena unión con el otro. De acuerdo con la teoría del psicoanálisis, esto tiene que ver con que inconscientemente uno se siente fusionado con la propia madre. Es decir, que el acto de hacer el amor lo retrotrae al sujeto a su punto de origen, donde ninguna ley del incesto le impedía gozar con su más importante objeto de amor: su madre o su padre.

Es por esto que es en el momento de hacer el amor cuando se obtiene la máxima satisfacción subjetiva. Por supuesto, estas cosas se dan a nivel inconciente ya que si algo de esto se devela, surge angustia y horror.

Entonces, cuando dos personas hacen el amor, muchas cosas se están poniendo en juego: distintos goces y fantasías inconcientes con los objetos de amor fraternos… Pero en ese momento, uno sólo es conciente de que está teniendo relaciones con su pareja actual (cosa que a veces también asusta).

la petit mort

No alcanza el goce sexual para hacer el amor. Sólo el orgasmo obtenido en un vínculo amoroso genera (además de satisfacción sexual) satisfacción subjetiva, que se da cuando dos personas sienten que se complementan en la cama.

Por supuesto, no existe la complementariedad perfecta (así es: eso de la media naranja no existe). Para que haya química en una pareja es necesario que se juegue la diferencia sexual de la que venimos hablando, que uno de los dos se ofrezca como siendo el objeto a “tener” del otro. Cuando hacemos el amor el orgasmo nos causa la ilusión de completud. Se fusionan dos cuerpos que gozaban solos. Se alcanza la petit mort, donde uno se desintegra, acaba. Ese es el único momento en donde al hombre no le importa ya más su pene, ni su detumescencia; está pleno de goce. Cree tener el dominio de todo. La mujer es sacudida por una sensación de unidad con el hombre, y siente que es aquel objeto que provocó tal deseo y complacencia. Así, ambos en el orgasmo amoroso experimentan el mayor momento de satisfacción subjetiva.

Eso sí, en seguida después de hacer el amor se reedita la diferencia. Es entonces cuando uno de los dos busca un cigarrillo, prende la tele; y el otro se baña o va a buscar un pedazo de torta a la heladera…

¿Qué hacer con la nada?

Ahora bien, retomando el caso de Camila, podemos pensar que lo que a ella le angustia es una cosa, y lo que le preocupa es otra. Su motivo de consulta tiene que ver con que le interesa llegar siempre al orgasmo, aunque lo que la angustia realmente es no poder hacer el amor con un hombre, no enamorarse.

Finalmente, Camila pudo elaborar a través de su análisis, algunos de esos miedos que tenía a ofrecerse como objeto que provoque el deseo de un hombre. Ella quería tenerlos (a los orgasmos y a los hombres), quería tener el control, porque si no, se sentía vulnerable.

Pero como dijimos, para que haya química en una pareja es necesario que alguno se ofrezca como objeto a tener del otro. Y así es como ella pudo darse cuenta de que para hacer el amor tenía que animarse a dejarse conocer por el otro, soportando ser quizás diferente, aunque singular y original al fin.

El hacer el amor implica retrotraerse al punto de origen, a lo más propio del sujeto y dejarse llevar. Y eso es lo que evitaba Camila. Por eso se preocupaba por mantener la satisfacción sexual. Sin esa satisfacción no le quedaba nada. Cuando pudo asumir el desafío de desear a un hombre -desde ella como sujeto y no sólo como objeto de goce- es que se pudo relacionar verdaderamente. Por supuesto, debió dejar de preocuparse por acabar y permitirse angustiarse por lo que realmente le pasaba.

Se trataba de que invente algo con esa nada femenina, en lugar de buscar tenerlo todo o a todos. Esto la dejaba finalmente sin nada y frustrada. Ahora se anima a inventar alguna manera de gozar que incluye al amor.

Y en el orgasmo al que llega cuando hace el amor con su pareja, comprueba la ilusión de completud con éste, dejándose sorprender por una sensación de satisfacción subjetiva única e irrepetible. Entonces, si bien ahora con su novio no llega siempre al orgasmo, eso dejó de preocuparle.

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+Info

Algunos datos para tener en cuenta:

Esas raras mujeres nuevas, un artículo de Página 12 escrito por la psicoanalista Colette Soler

Aquí, algunos libros escritos por Colette Soler

¿La gente tiene tantas relaciones sexuales como dice tener en las encuestas?, un artículo publicado en el diario Clarín.