Poder, dolor y ofensa

Poder, dolor y ofensa se combinan como dimensiones complementarias del proceso de concentración de la riquezaComo antes lo fueron otros opresores, hoy el capital financiero, con la complicidad de gerentes, asesores, políticos y medios a su servicio, impone su fuerza sobre el resto de la humanidad. Una minoría de personas y organizaciones económicas ha logrado en pocos años acumular enormes fortunas a través de diversos mecanismos mientras crece la desigualdad, se reproduce sin piedad la pobreza y la indigencia, la marcha económica se torna estructuralmente inestable y la inseguridad, real o sentida, transforma las actitudes y relaciones entre personas.

Ninguno de esos mecanismos de extracción de valor son legítimos y muchos de ellos definitivamente ilegales. Quienes los imponen debieran ser desenmascarados como responsables de la situación presente; lejos de ello viven ostentosamente una vida dispendiosa y desprovista de significación existencial. Agregan ofensa a su codicia e impiedad.

Pretenden jugar de honestos y piadosos repartiendo en filantropías proporciones ínfimas de sus fortunas. En su hipocresía aspiran a ser queridos y respetados. Las vidas que con sus acciones truncaron les tienen sin cuidado y encuentran mil formas para desprenderse de la responsabilidad de lo que siguen causando. Están llenos de sí mismos y plantean sus privilegios como derechos inalienables. El orden establecido es su seguro de vida por más que ese orden castigue a millones de otras vidas.

¿Qué hay en el interior de esos seres, qué sienten quienes desbordan egoísmo y codicia? Como todo aquel que lucra a expensas de la vida y felicidad de los demás, se proveen de valores y justificaciones que les permiten camuflar crueldades, silenciar remordimientos y evadir las consecuencias de su accionar. Sin embargo y a pesar del gozo imaginado con el que se atontan, cargan con miedos, angustias, profunda insatisfacción existencial. Dura condena la que ven reflejada en la mirada de los abusados, imposible de ignorar a medida que caen máscaras y se marchitan adicciones al resbalar por la vida.

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