Erguirse ante los desafíos

En toda época fueron múltiples los desafíos a encarar y siempre fue necesario templar el espíritu para no bajar la determinación de corregir maltratos, abusos, duros sometimientos. Hoy enfrentamos enormes desafíos referidos al deterioro ambiental y la desaforada concentración de la riqueza y el poder decisional. Esto se verifica a nivel geopolítico con tremendas confrontaciones de inciertos desenlaces, y al interior de los países con grandes corporaciones asociadas con una minoría de compatriotas que abusan de la entera sociedad. Para quebrar resistencias, los dominadores engañan y encubren sus indefendibles intereses, atontan los albedríos, promueven insidiosamente mayor fragmentación social para mantener desunidos a los diferentes sectores medios y populares. Si fuese necesario, utilizan represión, sea con fuerza bruta o cooptando nodos estratégicos de la política, la justicia y los medios. En este agobiante contexto crece exponencialmente el riesgo de caer en desánimo, bajar los brazos, refugiarse en alienaciones, condenarse por inactividad.

Es imprescindible superar el desánimo que neutraliza, avanzando en comprender lo que verdaderamente sucede (esclarecimiento) y en unir fuerzas de manera efectiva (organización). Escuchando a los demás, sin abrazarnos como fundamentalistas a nuestras propias ideas y soluciones. Es que la diversidad enriquece y nos refuerza siempre que sepamos amalgamar voluntades diversas, alinear con inteligencia y creatividad los intereses, necesidades y anhelos de los diversos grupos que conforman nuestro pueblo. Es un esfuerzo, un trabajo permanente.   

Toca a los liderazgos políticos y sociales orientar la determinación de actuar y, con cada uno de nosotros, despejar la nebulosa del desánimo. En eso estamos.

Cordial saludo,

Los Editores

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