Es conocido que ninguna persona por sí misma puede abarcar la entera realidad. Para comprender lo que sucedió, lo que va sucediendo y las perspectivas de futuro dependemos de otros, sean periodistas, analistas, historiadores, antropólogos, especialistas en comunicación, investigadores, docentes, colegas, amigos, conocidos, influyentes, vecinos, punteros políticos y tantos más. Son los que escuchamos para informarnos e interpretar lo que sucede en nuestra comunidad, en el país y, más aún, en el mundo. Esto es, existe un enorme y heterogéneo universo de intermediación entre sucesos, interpretaciones y nuestra percepción y comprensión de hechos, procesos, dinámicas.
Esa intermediación informativa y analítica es condicionada de muchas maneras. Del lado de informar y analizar, hay miles de interferencias. Cada grupo de poder se provee de medios y analistas afines para presentar perspectivas que les favorezcan. Cuando ese espacio de intermediación informativa e interpretativa es monopolizado por grupos dominantes, se pierde objetividad e independencia. La intermediación llega plagada de espurias operaciones con engaños, mentiras, falsas noticias, sesgadas interpretaciones. Lejos de esclarecer y formar subjetividades capaces de discernir apropiadamente entre el caudal de información que inunda al mundo, se trata de una pugna o una verdadera guerra para imponer diferentes o antagónicos intereses.
¿A quién creer en estas duras circunstancias? Por de pronto es esencial saber quiénes informan, cuál ha sido su trayectoria, a qué intereses están asociados. La “fuente” de información condiciona y suele sesgar la información. Luego están quienes analizan y procuran interpretar y dar sentido a lo que sucede. Toca conocer la ideología de los mismos porque cada ideología lleva en su seno la defensa de diferentes intereses, algo que generalmente se encubre o muy parcialmente se explicita. Existen usinas de pensamiento estratégico de alcance global y desde ese nivel llegan a los países para llevar agua a esos molinos. Lo dramático es que esa “agua” suele acarrear tremendos sufrimientos y castigos para muchos mientras unos pocos acceden a privilegios y prebendas.
¿Y las personas que reciben ese mundo de condicionantes? Ahí un campo en constante construcción, o destrucción. Esclarecerse día a día, reforzando el propio albedrío, desenmascarando lo encubierto y las operaciones de manipulación y sometimiento; con una brújula muy singular para separar paja del trigo, esto es, identificar quienes saquean, quienes se apropian de la riqueza y el poder decisional, y quienes no acceden a un buen vivir. Es una primera divisora de aguas, entre torrentes que favorecen o castigan, arrinconan, matan. Percibido esto, se abren diversos senderos, todos singulares, por los que cada generación acepta y procura transitar. Construcciones colectivas en cuyo seno juegan las necesidades, los anhelos sociales, la responsabilidad ambiental.
Cordial saludo.
Los Editores.