Es sabido que en los mercados no deciden los ciudadanos con un voto igualitario sino los actores económicos en proporción a los recursos que detentan. Los gobiernos pueden intervenir imponiendo regulaciones con el propósito de evitar abusos o efectos nocivos para el desarrollo pero esa capacidad regulatoria está condicionada por la influencia (a veces determinante) que ciertos grupos económicos ejercen sobre la política económica y el mismo régimen normativo que debiera controlarlos. Ejercen su poder a través del lobby que realizan sobre amplios sectores de la política y del sistema judicial así como incidiendo en los procesos electorales junto con formadores de opinión que les son afines. En estos tiempos el poder económico, particularmente el financiero, condiciona y orienta el funcionamiento socioeconómico.
Nuestras sociedades enfrentan una crisis de naturaleza social, económica, ambiental y política que tiene alcance global. Mientras que sectores mayoritarios procuran corregir el rumbo, el poder económico concentrado resiste esos cambios. Es una pugna desigual porque en el campo popular existe una diversidad de perspectivas que necesitan ser consideradas y conjugadas. Una tarea inmensa pero imprescindible de realizar.
Cordial saludo,
Los Editores