Transformación de cadenas de valor

Las cadenas de valor no son inmutables en cuanto a formas de estructurarse y funcionar. Esto es así porque las cadenas de valor emergen de un conjunto de factores que cambian con el tiempo, en particular evolucionan según vayan modificándose las relaciones entre los diversos actores que las integran. Generalmente los actores más poderosos imponen sus intereses lo cual se plasma en la forma como se estructura y funciona la cadena que lideran. Que no existan mejores opciones es una falsedad que se procura instalar para desanimar intentos transformadores.

 Transformar una cadena de valor no implica comprometer su viabilidad sino alinear con justicia los intereses del conjunto de quienes participan de ella, así como los intereses del conjunto de la cadena con la comunidad de la que hacen parte. De lograrlo, sería legítimo recibir el apoyo del Estado con facilidades tributarias, crediticias, la provisión de infraestructura productiva y social, ciencia y tecnología, entre otros respaldos. Cadenas de valor más vigorosas y justas dinamizan el sistema productivo y fortalecen la demanda interna; mejoran también su competitividad externa.  Es que en mercados globales no compiten empresas aisladas sino enteros sistemas productivos.

Toda cadena de valor debiera respetar ciertas condiciones básicas de funcionamiento, entre otras las siguientes:

  • Que todos quienes participan y la hacen posible se favorezcan con su desarrollo. Esto es, que las empresas que lideran cadenas de valor no monopolicen los resultados sino que los mismos se distribuyan con justicia entre todos los actores que aportan valor a su proceso productivo, incluyendo tanto a pequeños y medianos productores proveedores de insumos y servicios como al Estado que facilita buena parte de la imprescindible infraestructura social y productiva. Para lograrlo será necesario establecer espacios de concertación de procesos y de negociación de precios al interior de las cadenas de modo de eliminar abusos de poder de mercado y los consecuentes mecanismos de apropiación de valor que predominan en las economías contemporáneas.
  • Que los bienes y servicios que produzcan las cadenas de valor no atenten contra un sostenible desarrollo del sistema económico y la salud de su población, como ser producciones intensivas en insumos importados que suelen generar recurrentes estrangulamientos del sector externo o la producción de alimentos y sustancias que perjudican a quienes los consumen.
  •  Que las actividades de la cadena de valor cuiden del medio ambiente y los derechos laborales. El cuidado ambiental y laboral es una responsabilidad compartida por todos los participantes de una cadena de valor.

 Restricciones a vencer

Quienes hoy concentran la riqueza global y local han crecido en buena parte extrayendo más que generando valor, lo que les ha permitido acceder a tasas extraordinarias de acumulación. Además, con frecuencia no suelen reinvertir sus resultados en el país donde fueron generados sino lo fugan al exterior o lo vuelcan a la especulación financiera con lo cual esterilizan eventuales impactos multiplicadores .

Es en ese contexto que toca transformar las conductas concentradoras que priman en la mayoría de las cadenas de valor. El propósito es incidir, a través de políticas públicas, en la forma como se estructuran y funcionan las cadenas de valor, reforzándolas y orientándolas hacia un crecimiento internamente balanceado. Por cierto que sería insostenible reclamar apoyos para que unos pocos lucren a costa de la postergación de los demás. Contar con el decidido respaldo del Estado puede asegurar a cadenas que no logran acceder a umbrales superiores de mercado las condiciones necesarias para incursionar y sostenerse en esos niveles.

Por cierto, como sucede en cualquier proceso de transformación, habrá que encarar tensiones y resistencias, procesos que necesitan gestionarse desde la política ya que la simple dinámica de los mercados lleva casi inexorablemente hacia horizontes de concentración.

Espacios de negociación de precios al interior de las cadenas productivas

  • El antecedente de espacios de negociación de salarios y condiciones laborales

 Un antecedente a considerar es la institucionalización del proceso de negociación de salarios y condiciones laborales surgido para mediar en la permanente disputa entre el capital y el trabajo por cómo distribuir los resultados del proceso productivo. Hasta no hace mucho, el sector patronal imponía salarios y condiciones laborales. Era tal la diferencia de poder entre los dueños de una empresa y trabajadores pactando individualmente sus salarios que los resultados de esa relación terminaban sesgados por completo a favor de las patronales. Para enfrentar esa situación  fueron conformándose gremios y sindicatos orientados a defender los derechos de los trabajadores. Uno de sus mayores logros fue insertar las reivindicaciones laborales en la agenda política hasta lograr institucionalizar espacios de negociación colectiva de salarios y condiciones laborales. Si bien con importantes diferencias por países y fases de desarrollo político, se obtuvo que ya no negociaran dos poderes tan desiguales sino que lo hicieran las patronales con gremios y sindicatos, contando con la regulación que el Estado establece para esos espacios de negociación. Esto permitió aminorar en algún grado las diferencias de poder preexistentes.

  • Balancear el poder que detentan las empresas que lideran cadenas de valor

El poder económico de las empresas que lideran cadenas de valor fuerza a los demás participantes a aceptar condiciones desfavorables a sus intereses y necesidades; quienes no aceptaren esas condiciones son sustituidos por otros pequeños y medianos emprendimientos dispuestos a ceder valor para ser contratados.

¿Cómo corregir estos abusos de poder? Una posibilidad es estableciendo espacios de negociación de precios y condiciones comerciales entre los participantes de una cadena productiva, incluyendo la participación del Estado regulando y custodiando el funcionamiento de esos espacios. La forma de estructuración de esos espacios puede ser diversa ya que no es lo mismo una cadena con un liderazgo monopólico (una sola empresa líder), que las que cuentan con un cierto número de empresas líderes y otras, mucho más abiertas, con un gran número de empresas que conducen.

Es también necesario explicitar ciertos parámetros dentro de los que es posible negociar. Así, por ejemplo, un criterio básico es asegurar que todos quienes participan de una cadena productiva se favorezcan obteniendo una parte justa de sus resultados. También es cierto que lo que es justo para unos no lo es para otros por lo que habría que asociar justa participación con acceder a una tasa de ganancia que permita a todo productor crecer en el tiempo y no sobrevivir estancado. Ese crecimiento puede darse individualmente o subiendo la escala y los umbrales de productividad a través de asociarse los pequeños productores en algún modalidad de emprendimiento inclusivo.

Por otro lado, los beneficios que reclamen las partes no pueden poner en riesgo la viabilidad de la propia cadena productiva, lo que no significa condonar la concentración y extracción de valor. Más bien implica que las empresas líderes tendrán que ceder parte de su extraordinaria tasa de ganancia para posibilitar el crecimiento del resto y con ello acercarse a un desarrollo orgánico de la entera cadena productiva. Esto es, habrá límites y márgenes en esos espacios de negociación que sería peligroso ignorar, más aún cuando con la globalización asimétrica que se ha impuesto al mundo, las pugnas de competitividad se desarrollan también a nivel internacional.

La viabilidad de establecer espacios de negociación de precios

No es sencillo alinear intereses diversos, algunos antagónicos, máxime cuando los más poderosos cuentan con la capacidad de cooptar o disuadir con prebendas a unos en perjuicio de los demás. Peor aún si el gobierno de turno, encargado de regular y velar por el buen funcionamiento de esos eventuales espacios de negociación, pudiese volcase en favor de las empresas que lideran cadenas productivas.

Algunas soluciones exigen transformar partes de las estructuras que prevalecen en ciertas cadenas productivas. Así, por ejemplo, si existiese un nivel de intermediación comercial que se apropiase de una parte desmesurada del valor generado por productores, esa particular situación no se resuelve disputando la tasa de ganancia de las empresas líderes, sino además desmontando el poder que detentan ciertos intermediarios favoreciendo el establecimiento de otro tipo de canales de acopio y comercialización con alguna forma de participación de los propios productores. Esto suele suceder en el caso de cadenas productivas de alimentos en las que las diferencias de precios entre lo que recibe el productor y lo que paga el consumidor final llegan a ser de más de 30, 50 o 100 veces el precio inicial.

Por otra parte, las cadenas productivas no son islas autónomas del funcionamiento del sistema económico y, en particular, de la matriz productiva nacional y regional. Unas cadenas se orientan preferentemente a atender el mercado interno y otras a la exportación; algunas cadenas utilizan mayormente insumos nacionales y otras pueden depender fuertemente de insumos y equipos importados; hay cadenas más intensivas que otras en la utilización de fuerza de trabajo; también cadenas más ligadas al desarrollo tecnológico de punta que otras; cadenas productivas que son apéndices de tramas productivas internacionales y cadenas productivas que son espacios donde emerge y se foguea un empresariado nacional responsable orientadas a reinvertir resultados en el país; cadenas productivas que operan en la economía real y otras en las que prima la especulación financiera y la fuga de capitales. De ahí que en el intento de transformar cadenas de valor no haya recetas universales sino que más bien debiera primar una cuidadosa construcción de respuestas siempre singulares y ajustadas a las circunstancias de cada situación.

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