Uno de los negativos efectos del avance neoliberal es que desvía la energía transformadora desde la construcción de sociedades justas hacia resistir atropellos y pérdida de derechos que hoy castigan a los pueblos. Por cierto que es necesario preservar lo conquistado y vale la energía a ello dedicada.
Al mismo tiempo emerge un crítico nuevo desafío: cómo en medio de la resistencia al retroceso somos capaces de construir cimientos para lo que vendrá al recuperar la gestión de nuestros países. Esto es, que la oleada restauradora de políticas que favorecen a minorías privilegiadas no impida revisar propias fuerzas y errores, evaluar trayectorias posibles, ayudarnos unos a otros, escoger los mejores liderazgos para organizar y reforzar la iniciativa popular. Tocará recuperar lo valioso de esfuerzos anteriores mejorándolo con la experiencia. Es que no hay recetarios para aplicar, ni siquiera aquellos más cercanos a nuestras preferencias, sino rumbos y orientaciones que necesitan especificarse según las circunstancias y dinámicas de cada situación.
Ojala también seamos conscientes que los espacios de construcción se expanden con los desafíos que toca encarar y, por tanto, convocan y dan cabida a una amplísima participación de grupos y personas en los ámbitos donde cada quien sienta que está en condiciones y voluntad de aportar.
Cordial saludo,
Los Editores