Es inaudito que la industria armamentista lucre aceleradamente mientras sufren carencias de todo tipo las inmensas mayorías poblacionales (sectores populares y sectores medios en retroceso). El artículo Ante el aumento del belicismo señala quienes son los beneficiarios “industriales” del belicismo, esto es, las empresas que producen los armamentos y sus accionistas. De las 10 más grandes, 5 están basadas en Estados Unidos, una en el Reino Unido y 4 en China. Entre quienes invierten en las empresas de armamento estadounidenses aparecen los dos mayores fondos de inversión BlackRock y Vanguard. Se encubre explicitar que la cadena de beneficiarios no termina ahí sino que también lucran los accionistas mayormente institucionales de BlackRock y Vanguard y, a su vez, quienes invierten en las instituciones que luego lo hacen en BlackRock y Vanguard.
Es posible que esa cadena de inversores incluya a grupos y personas opuestos a la carrera armamentista y, sin embargo, lo sepan o no hacen parte de un perverso proceso de asignación de sus recursos. Por cierto, a una buena parte de inversores no les importa los “daños colaterales” en muertes, tullidos, destrucción de infraestructuras y mucho más. Hacen parte de una fracción social obsesionada con la codicia, su perspectiva del mundo gira en torno a acumular riqueza a como dé lugar.
Qué hacer para imponer otro rumbo económico, otra forma de funcionar. Por de pronto desmontar el proceso concentrador y avanzar con un nuevo basamento social en el que las decisiones fundamentales las tomen quienes verdaderamente representen a los pueblos. Conformar así coaliciones políticas que no sólo ganen electoralmente sino también gestionen los asuntos públicos respetando los mandatos recibidos. En ese contexto será crítico reforzar la determinación, el esclarecimiento y la organización social, sin medios hegemónicos orientados a manipular la opinión pública y con sistemas de justicia que no protejan a los opresores.
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