El tremendo proceso de concentración de la riqueza y del poder decisional tuvo una especial consecuencia sobre gobiernos transformadores: de una forma u otra fueron desestabilizados o directamente derrocados. El anhelo de enteras sociedades por adoptar otros mejores rumbos y formas de funcionar fue asfixiado. Medios masivos de comunicación y buena parte de los sistemas educativos fueron utilizados para someter a grandes mayorías a través de colonizar mentes y moldear subjetividades. Lograron instalar valores y perspectivas que denostaron a las fuerzas transformadoras; se impuso una codicia sin fin, egoísmos de todo tipo, el ninguneo de los otros, el castigo a quienes no tienen voz, las mayorías empobrecidas, indigentes, jubilados, la gran masa de trabajadores que sobreviven en la informalidad. Esta embestida neoliberal aceleró el proceso de concentración y magnificó las negativas consecuencias sociales, políticas y ambientales; deslizó al mundo a recurrentes situaciones de inestabilidad sistémica.
Avanzada esta fase del neoliberalismo llena de inequidades y contradicciones, estalló la frustración y la furia popular. Las reacciones van siguiendo diferentes cauces, según primen las fuerzas locales que lideran el generalizado descontento. Pueden destacarse dos principales vertientes (con gran variedad de modalidades y especificidades al interior de cada una):
- Una vertiente reúne reacciones que tienden a soluciones de naturaleza autoritaria, en algunos casos de índole fascista.
- Otra vertiente reúne opciones de conformar democracias plenas liberando de sus condicionamientos a lo que hemos venido calificando como democracias capturadas.
La Humanidad encara una crítica encrucijada política y cultural. Ojala primen para bien del conjunto y del Planeta las salidas no autoritarias. Este número de Opinión Sur aborda algunos aspectos de este importante punto de inflexión de los procesos contemporáneos.
Cordial saludo,
Los Editores
Opinion Sur



