¡Cuidado griegos, los cuervos arrasan!

No corresponde a Opinión Sur pronunciarse sobre las causas de la situación que atenaza a nuestros hermanos griegos, portugueses y españoles. Ellos y el resto de los europeos sabrán desentrañarlas, erguirse por sobre las circunstancias que atraviesan y proseguir una marcha que viene de muy larga data. Lo que sí podemos compartir con ellos es nuestra experiencia con crisis que parecen ser terminales. El pánico colectivo que esas crisis suscitan es quizás el más peligroso de sus efectos: nubla nuestro pensar, enturbia las brújulas, genera estampidas destructivas e induce decisiones y conductas auto-destructivas. La angustia y el miedo nos hace refugiarnos en algún rincón o sótano «hasta que pase el huracán» dejando desprotegido el campo que sembramos, la misma casa que habitamos.

Cuidado por que otros operan durante el huracán. Hay cuervos que se echarán sobre sus indefensos activos para apropiárselos sin remordimiento alguno. Lo hemos sufrido en cada una de las muchas crisis que nuestros países del Sur atravesaron y sus efectos han sido demoledores. En esos cortos períodos de extrema turbulencia es impresionante comprobar como tantos activos cambian de manos a precio vil. Alerta, que mientras ustedes se esconden los cuervos arrasan. 

Las salidas de emergencia, las urgencias extremas, los sacrificios instantáneos, terminan siendo vehículos de expoliación, mayor desigualdad y retroceso social. Es cierto que los propios errores y la conjunción de circunstancias adversas generan costos inevitables y también que las responsabilidades de cada quien deben ser asumidas. Pero esto no puede trasladarse a las espaldas de los más débiles y vulnerables. Que no os engañen: por supuesto que habrá que poner el hombro y trabajar muy duramente para superar las consecuencias de propios y ajenos desaciertos, pero aquellos que los condujeron a la crisis y quienes lucraron mientras germinaban los problemas tienen una cuota mayor de responsabilidad que el ciudadano común y, en consecuencia, debieran cargar con un mayor peso que el que tocará asumir a los demás. Si bien hay muchas personas y corporaciones afluentes que honrarán con dignas conductas su nombre y los privilegios logrados, habrá otras que procurarán transferir sus responsabilidades y aprovecharse de los caídos. 

Los cuervos no portan nacionalidad; los hay del propio vecindario y los hay de otros lares que acudirán en bandadas al husmear expoliaciones. Hoy también los cuervos usan moderna tecnología para materializar sus picotazos. Ya verán como se activan las transacciones que emergen de los llamados paraísos fiscales, que haríamos mejor en denominar paraísos para delincuentes y evasores. En esas cuevas anidan los más peligrosos y siniestros personajes; ¡irán por ustedes! 

No es tiempo de lamentos sino de protegerse, unirse, erguirse, asumir responsabilidades y enfrentar a pie firme los nuevos desafíos, inesperados para muchos y anticipados por otros. Entre estos últimos están los que con mayor visión nos advertían y no escuchamos, pero también los que lucraban con la trayectoria escogida y aquellos que se preparaban para el ataque que están prontos a culminar.
 

Con el dolor de esta situación, que tapa y arroja una vez más al final de las noticias nuestros propios dolores sureños, nos despedimos hasta el próximo mes.   

Cordial saludo.

Los Editores
 
 

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