Una guerra bisagra: Lo que está en juego en 2023

La guerra en Ucrania representa una encrucijada.  Por un lado hay tres principales tendencias geopolíticas que son suicidas.  Pero al mismo tiempo, la encrucijada nos hace pensar en alternativas, es decir, en un nuevo mundo superador.

La guerra en Ucrania ha puesto en juego el destino de la humanidad en lo que resta del siglo 21.  Como diría Borges, nos encontramos en un jardín geopolítico de senderos que se bifurcan.  Daré aquí algunas de las razones de esta apreciación. 

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La globalización no ha terminado.  En muchos sentidos, su impacto es a mi juicio irreversible, tanto en el terreno económico como en el terreno social y cultural.  Pero es cierto que la globalización que hemos conocido en los últimos treinta años está en crisis y que la tendencia es hacia su involución y la formación de bloques regionales. 

La globalización presupone un mundo en paz (al menos entre los países centrales), pero hoy el mundo está en guerra, o mejor dicho en guerras.  La de Ucrania no es una guerra más, sino una verdadera bisagra geopolítica. Ha trastornado todos los cálculos de interacción en el mundo transatlántico (EU-EEUU), en el dibujo de las fronteras entre el Este y el Oeste europeos, y en el extremo Oriente también. Ha producido un retroceso del comercio mundial y un movimiento en cada bloque geopolítico orientado a “vivir con lo suyo,” en especial el deseo de sustituir importaciones estratégicas.  De gran significación es el rearme general de las potencias, la desviación de recursos al complejo industrial-militar de cada uno y la consiguiente postergación de grandes iniciativas compartidas en materia de protección ambiental y derechos humanos.

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Cada uno de los terrenos de interacción humana –económico, social, y cultural—es un campo de disputas. No hay una sola grieta sino muchas. En el terreno económico lo que está en disputa son las cadenas de valor: la producción, los flujos de inversión, el comercio, y la innovación.  En el terreno social, presenciamos los distintos modos en que los pueblos se han transformado en vasos comunicantes, por las mas distintas causas: demográficas, políticas, militares, y la difusión de expectativas –un movimiento humano sin orden ni control.  En el terreno cultural, la pugna es entre el cosmopolitismo (que ha dejado de ser el atributo exclusivo de las elites y ha pasado a ser un atributo de masa) y el tradicionalismo, entre poliglosia y monoglosia, entre universalismo y particularismo, entre diversidad y singularidad, entre fluidez y fijación[1].

Daré un ejemplo de socio-lingüística y sus implicancias políticas.  El nacionalismo moderno es un fenómeno que surgió con virulencia en el siglo 19, y a fines del siglo 20 parecía superado por la globalización.  Sin embargo en el siglo 21 ha resurgido en varios países, a pesar de y como respuesta a la globalización. 

Hoy las dos tendencias coexisten en tensión.  Por un lado, como he dicho, hay aspectos de la globalización que son irreversibles.  Por otro lado, las disfunciones de la globalización, en particular la gran desigualdad y la precariedad social, ha provocado una reacción populista y paseista y el surgimiento de mitos nostálgicos que aspiran a regresar a un pasado fantasioso. 

El nacionalismo clásico se basaba en dos pilares: la soberanía territorial y la monoglosia lingüística.  Su paroxismo es resumido en el slogan del nacional-socialismo alemán: Ein Volk, ein Reich, ein Führer (Un pueblo, un imperio, un líder).  Pero estos pilares ya no se sostienen.  La soberanía es disfuncional frente a desafíos que no respetan fronteras, como es el caso de una pandemia.  La monoglosia deja de existir cuando las poblaciones se mezclan por migraciones masivas, voluntarias o involuntarias. 

Para muestra basta un botón.  En el distrito neoyorquino de Queens hay una calle llamada Roosevelt Avenue que atraviesa algunos de los barrios con mayor diversidad étnica del planeta.[2]  Pasar de una manzana a otra es como cruzar mares y visitar distintos continentes.  En esas pocas cuadras se hablan 300 idiomas (en el mundo hay 7.000), que junto a las culturas que representan, coexisten y se superponen en una especie de gran bazar cosmopolita. ¿Qué cemento aglutina a esa muchedumbre? ¿Qué dinámica empuja la colaboración en esta torre de Babel que, a diferencia de la bíblica, es bastante armónica y exitosa?  Una conclusión es clara: no hay nacionalismo clásico capaz de abarcar a este conglomerado de lenguas y tradiciones.  Sólo una lingua franca ( en este caso el inglés) que no oprima a las demás subyacentes y unas reglas explícitas de interacción y comercio crean y garantizan esta unidad pos-nacional en un micro-territorio. 

Frente a la visible reacción neo-fascista que hoy parece multiplicarse por doquier, este ejemplo neoyorquino es la verdadera imagen del futuro. En casos como este, el único “nacionalismo” legítimo es contractual, entre esos pueblos que ya el himno nacional argentino llamaba “los libres del mundo” en 1813. Y la soberanía territorial que se perfila en este nuevo mundo no puede ser absoluta, sino un fideicomiso respetable y respetado del patrimonio humano general. En el barullo general y la violencia, la guerra en Ucrania enfrenta, a mi juicio, dos tipos opuestos de nacionalismo: el nacionalismo imperial y despótico por un lado, y el nacionalismo libertario por el otro: sumisión o auto-determinación, sociedad cerrada o sociedad abierta.

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El cálculo geopolítico de las grandes potencias es extremadamente riesgoso.  El riesgo principal que corren es el desencadenar –consciente o inconscientemente—una tercera guerra mundial.[3]  Las grandes potencias hoy son tres:  EEUU, China, Y Rusia, con una cuarta en ciernes que ya les pisa los talones: India[4].  Cada una de estas potencias padece serias contradicciones y conflictos internos.  Son muy distintos uno del otro, pero en todos los casos la tentación existe de re-dirigir o disimular las tensiones internas con un salto bélico hacia fuera, cuyos efectos serían impredecibles y altamente peligrosos.  El salto bélico hacia fuera ha sido fatal para los regímenes de los países que lo ensayaron.  Pero en el pasado esos países eran marginales o periféricos (ejemplos: la dictadura militar de Grecia en 1974, que desencadenó la guerra en Chipre;  la dictadura militar de la Argentina que desencadenó la guerra en Malvinas en 1982).  En la actualidad, un país de mayor peso (Rusia) ha elegido esa vía con el régimen de Putin.  Por el momento, los otros países de peso resisten el aventurerismo militar, pero no sabemos hasta cuando.  Sí sabemos que tanto los EEUU como China están sopesando alternativas.[5]

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En resumen, estamos frente a una triple situación:  regionalismo de bloques antagónicos, disputas en los principales campos de acción social, y cálculos estratégicos de gran peligrosidad.  Si vemos nuestro planeta como lo vió el primer astronauta en el espacio –en su totalidad—la triple situación que he mencionado aparece como una distracción suicida.  Todas la tendencias, todos los conflictos, y todas las estrategias que se nos presentan en los medios de comunicación y en las usinas de opinión evaden y agravan los desafíos planetarios, entre ellos: la sobre-población, la destrucción del medio ambiente, el cambio climático, y en vez de colaboración, la pugna de todos contra todos (el famoso warre –o la pesadilla de Tomas Hobbes: la lucha de todos contra todos).

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¿Cómo salir de esta pesadilla? ¿Cuáles son los brotes de sensatez y las tendencias positivas que asoman en el horizonte? Creo que hay que buscarlas “por abajo” en nacientes comunidades locales con conexiones internacionales, con formas de participación (y de hacer política) que superen las democracias institucionalizadas existentes (en su mayoría capturadas y aisladas de la sociedad civil) que no solucionan problemas locales, y con formas económicas que superen el capitalismo monopólico existente, con economías populares y dinámicas. Para investigar el tema ya se han formado redes de investigación y de acción social, que podemos citar. Por el momento son brotes, pero con capacidad de prosperar.[6]

Si estoy en lo cierto que las tendencias actuales son suicidas, llegaremos a un punto en donde el desarrollo económico y social va a dejar de ser la meta central de la humanidad. Lo importante será alcanzar mejores índices de bienestar, no de desarrollo concebido hoy como “crecimiento”. Esto sin abandonar las características positivas que nos ha dejado el sistema existente sino re-dirigiendo sus logros.

 Propongo revisar las tesis utópicas de la filosofía social de los años  50 y 60, con otros aportes recientes de la antropología.  Son aportes derivados de la llamada teoría crítica, en particular de la obra de uno de mis antiguos maestros, Herbert Marcuse (Eros and Civilization) y algunos de sus otros discípulos como Bill Leiss (The Domination of Nature), junto con la obra de Bruno Latour (Down to Earth: Politics in the New Climatic Regime), para citar a unos pocos.

Estas teorías proponen una acción post-capitalista con vistas a la cooperación, a la justicia social y a la ecología, de forma local y global.  Se centran particularmente en la propuesta de trabajar menos y hacerlo de forma colaborativa y pasar más tiempo disfrutando actividades como arte, música, estar en la naturaleza, con grupos locales y familiares y todo tipo de manifestaciones de cultura. Para América Latina, y pensando en los movimientos indígenas actuales, una idea importante es acercarse a una forma de economía tribal, en donde el espíritu de cada elemento natural tiene un valor propio.


[1] Se pueden consultar los diversos escritos de Zygmunt Bauman sobre la “modernidad líquida.” Z. Bauman, Modernida líquida, México-Buenos Aires: Fondo de Cultura Económica, 2009.

[2] De acuerdo con un reciente artículo de la revista National Geographic.  Ver: https://www.nationalgeographic.es/historia/2022/04/la-calle-de-nueva-york-donde-se-hablan-mas-de-300-idiomas

[3] Ver la opinion de Henry Kissinger en https://www.infobae.com/america/mundo/2022/12/21/como-evitar-otra-guerra-mundial/

[4] Ver al respecto el diagnostico de Bill Gates: https://economictimes.indiatimes.com/news/new-updates/india-gives-me-hope-says-bill-gates-ahead-of-his-trip-to-india/articleshow/98176003.cms

[5] Consultar https://www.ft.com/content/30a10c99-fb05-4453-a058-fc4620f161ca y también https://www.jstor.org/stable/2539074

[6] Ver por ejemplo https://ecoosfera.com/medio-ambiente/que-viene-despues-del-capitalismo-5-esperanzadoras-alternativas/ y esta otra propuesta con corolarios políticos : http://www.democraciainclusiva.org/eobje.htm

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