Tecnologí­a de punta y tecnologí­a de alcance popular

En el número de mayo se destacó la importancia de apostar a la inversión productiva colocando un fuerte énfasis en la inversión productiva transformadora. En estas líneas se señala lo crítico que resulta promover al mismo tiempo la inversión en tecnología de punta y la inversión en tecnología de alcance popular; de no hacerlo podrían producirse gravosos efectos secundarios no deseados. Invertir en tecnología e innovación es una dimensión estratégica para que nuestros países puedan ir adaptándose a las circunstancias del siglo XXI sin quedar rezagados en su desarrollo. Esto incluye toda la gama de moderna tecnología de comunicación, aplicaciones de internet, el cuidado de la salud, nuevas técnicas agrícolas, industriales y de servicios, la generación y distribución de energía no convencional, diseños productivos minimalistas para ahorrar materiales, la promoción de una producción reciclable, practicar minería sustentable, el cuidado y la regeneración ambiental, entre muchas otras. Estas nuevas tecnologías favorecen al país porque promueven emprendimientos productivos con valor agregado, generan trabajo digno y bien remunerado, favorecen el desarrollo científico y tecnológico nacional, mejoran los términos de intercambio a través de buenos precios para nuestras exportaciones y reduciendo importaciones de mayor valor unitario así como el pago de royalties y de dividendos.

Como toda iniciativa, esta política altamente recomendable de invertir en tecnología e innovación podría tener efectos secundarios no deseados si es que no se los anticipase y se adoptasen las medidas necesarias para evitarlos. ¿Cuáles podrían ser esos efectos secundarios no deseados? Para efectos de este artículo mencionaremos sólo dos de los varios que podrían identificarse: (i) el riesgo de segmentar aun más nuestras sociedades entre sectores modernos y sectores rezagados profundizando la desigualdad social y (ii) el riesgo de ahondar la desigualdad de oportunidades a nivel territorial dentro de nuestros países.

Esto es, por un lado (y ciertamente sin proponérselo), podrían quedar aún más rezagadas enteras comunidades cuyos conocimientos, contactos y habilidades no son potenciados, lo cual limita su capacidad realizadora. Al mismo tiempo, si no se actuase para desconcentrar regionalmente las oportunidades e inversiones en tecnología e innovación, lo más probable es que se perpetuasen las ventajas competitivas de regiones favorecidas por la concentración de actividades, información y conocimientos aplicados.

De este modo y reafirmando la importancia estratégica de no renunciar al avance tecnológico y a la innovación, resulta crítico promover en paralelo la utilización de tecnología de alcance popular que, complementando y no antagonizando con los sectores intensivos en tecnología, posibiliten un desarrollo sustentable del conjunto social con el pilar económico de un crecimiento orgánico inclusivo sin rezagados.

Un desarrollo social y territorialmente balanceado (que favorezca a muy amplias mayorías sociales y territoriales) es posible y en nada afecta la búsqueda de agregar valor a la producción nacional. Lo que suele ocurrir es que esa armonización de objetivos económicos, sociales y territoriales no suele darse espontáneamente (bienvenido si así resultase) sino que requiere de políticas públicas y de acciones específicas. Estas intervenciones no deben restar condiciones a los sectores de punta sino ir por lo positivo transformando las difíciles circunstancias en que se desenvuelven los sectores y regiones menos favorecidos. Por cierto lo importante es ver cómo hacerlo y ese es el foco de las líneas que siguen.

De la pugna distributiva hacia políticas transformadoras

En un contexto de desarrollo sustentable, ¿de dónde saldrán los recursos financieros y la energía de gestión necesarias para asegurar un crecimiento orgánico balanceado? En casi todos los países existen poderosos sectores concentrados que acumulan a altísimas tasas en base al dominio de mercado que detentan. Ese poder que se proyecta sobre segmentos de la política, los medios y la justicia, les permite asegurar la reproducción de su situación privilegiada. En esas circunstancias donde el privilegio se atrinchera y se torna aparentemente inexpugnable, la pugna por recursos financieros y de gestión se da ya no entre el privilegio y las mayorías sino que se vuelca sobre el resto de los actores sociales. Esto genera enfrentamientos y divisiones en el seno de los sectores medios y bajos con lo cual se balcaniza el potencial transformador que anida en esos sectores. Las principales desigualdades se perpetúan en el tiempo, con mejores o peores fases pero siempre sin afectar el desaforado proceso contemporáneo de concentración de la riqueza y los ingresos.

De ahí que para transformar la dinámica concentradora removiendo factores que la hacen posible sea imprescindible alinear intereses de sectores medios y populares. En ese contexto, una acción de la mayor importancia es esclarecer cuáles son, en verdad, nuestros reales intereses. Ocurre que estamos inmersos en situaciones donde pululan operaciones mediáticas e ideológicas de muy diferentes extracciones que procuran llevarnos a defender intereses que no nos favorecen; intereses siempre camuflados porque son indefendibles a campo abierto.

Un mayor esclarecimiento es una condición necesaria, aunque no suficiente, para ayudar a gestar nuevas correlaciones de fuerzas, movimientos sociales y partidos políticos menos vociferantes y más efectivos. Con ese sustento social y político es posible alejarse de la pugna distributiva entre sectores mayoritarios y avanzar hacia nuevas políticas públicas de carácter transformador. Ya son varios los países del Hemisferio Sur que han iniciado ese derrotero actuando para agregar mayor progresividad al sistema tributario de modo que los altos ingresos contribuyan mucho más que el resto de la sociedad, desplegando una firme acción contra la altísima evasión y elusión tributaria que profundiza la inequidad y drena ingentes recursos que de otro modo podrían dedicarse al desarrollo, ajustando la composición del gasto público de modo favorecer a los sectores rezagados y a aquellos considerados estratégicos.

Moderna tecnología para sectores populares

Para abatir desigualdades, la acción redistributiva vía el sistema tributario y el gasto público es de crítica importancia. Pero, además de ello, es necesario complementar esa acción macroeconómica trabajando para que los sectores medios y bajos puedan generar por sí mismos -y retener- mucho más valor que en la actualidad. Esto es, importa que el Estado redistribuya ingresos pero también que respalde a los sectores populares para que obtengan mayores ingresos a través de su propia movilización productiva. Una movilización productiva que debe ser eficiente y sustentable en lugar de lo que muchas veces sucede que es la inserción de los sectores populares en poco promisorias cadenas de valor y, al interior de ellas, en los tramos más informales y residuales.

De lo que se trata es de cambiar drásticamente esa perspectiva. En lugar de orientar los sectores populares hacia actividades casi de subsistencia, ahora el desafío a encarar debiera ser facilitar la emergencia de muy diferentes emprendimientos de base popular: emprendimientos establecidos en sectores promisorios, integrados en tramos de las cadenas de valor que aseguren precios justos y una aceptable tasa de capitalización. Estamos hablando de emprendimientos bien estructurados y gestionados, con propiedad compartida y equitativa distribución de resultados.

Para lograrlo existen disponibles apropiados conocimientos, recursos, formas organizativas, sólo que no suelen estar al alcance de los sectores populares. De ahí la necesidad de contar, como ya existe en varios países, con un comprehensivo sistema de apoyo para acompañar el proceso de gestación, desarrollo y consolidación de emprendimientos que genéricamente podemos llamar inclusivos. Un sistema que combine el accionar de diversos promotores de emprendimientos inclusivos con la intervención de desarrolladoras especializadas en esos emprendimientos y de mecanismos financieros que provean tanto financiamiento de la inversión (fideicomisos dedicados al sector) como del capital de trabajo (entidades crediticias capacitadas para gestionar préstamos para pequeñas empresas). Una breve descripción de posibles lineamientos básicos de ese sistema de apoyo puede verse en [http://opinionsur.org.ar/Inseguridad-propuesta-para-remover ->http://opinionsur.org.ar/Inseguridad-propuesta-para-remover]

Este tipo de modernas tecnologías son requeridas por los sectores populares para poder emerger de las situaciones desfavorables en las que hoy se encuentran: incluyen pero no se agotan en la mera tecnología productiva. Además importa saber localizarse en sectores promisorios, integrarse de forma apropiada en cadenas de valor ya existentes, conocer buenas opciones para estructurar emprendimientos inclusivos seleccionando aquellas modalidades que mejor se ajusten a cada caso específico, escoger apropiados socios estratégicos, adoptar efectivas tecnologías de gestión, de acceso a la información y a los mercados en los que aspiran a operar, así como acompañamientos y asesorías que empoderen y no subordinen, conocimientos para identificar y relacionarse con posibles inversores, formas de operar con entidades financieras y los entes reguladores.

Innovación y tecnologías desplegadas en todas las regiones del país

Estos programas de promoción de emprendimientos inclusivos deben hacerse efectivos en todas las regiones de un país. Si así no fuese, se generarían efectos secundarios indeseados en materia de crecimiento territorial y esto en un doble sentido.

Por un lado, si unas regiones creciesen mucho más que otras profundizando diferenciaciones regionales que ya pudiesen existir se agravarían tendencias concentradoras expresadas como emigración poblacional y transferencia de ahorros hacia ciudades capitales y otras de primer nivel. Al mismo tiempo se agudizarían problemas y tensiones en las grandes aglomeraciones en materia habitacional, discriminación y explotación de los migrantes, provisión de servicios básicos de salud, educación, saneamiento ambiental y seguridad.

Por otro lado, un crecimiento territorialmente desbalanceado estaría desaprovechando el enorme potencial realizador que anida en todas las regiones, potencial que a veces es evidente y otras es ignorado o simplemente negado. Cada territorio tiene o puede desarrollar ventajas competitivas a costos compensatorios. No son pocos los ejemplos de regiones olvidadas que por una serie muy diversa de circunstancias logran activarse y transformarse en nuevos motores de desarrollo.

Un inicio es aprovechar la dotación de recursos naturales para establecer actividades productivas que agreguen valor en la propia región. Pero las posibilidades van más allá de los recursos naturales conocidos y otros que pudiesen descubrirse. Pueden desarrollarse ventajas regionales en base a las presentes habilidades de su población u otras que fuesen adquiriendo. De ahí la importancia de contar con universidades, colegios técnicos, institutos especializados que avancen al compás del desarrollo regional.

También suele ser un importante activo regional su localización que puede potenciarse con la provisión de infraestructura de transporte, energía y comunicaciones. Quedan muy atrás aquellas consideraciones estáticas y, peor aún, aquellas sesgadas apreciaciones sobre lo que constituye el potencial realizador de una región. Preconceptos, prejuicios, discriminaciones se arremolinan con espurios intereses para ningunear enteros territorios de un país y eso puede y debe ser revertido.

Lo que estas líneas procuran destacar es, una vez más, que toda transformación, toda innovación, toda buena política sectorial, puede generar sin proponérselo efectos secundarios negativos. Esto no debiera inhibir de avanzar sino, por el contrario, avanzar con firmeza anticipando, previniendo la eventual aparición de esos efectos secundarios no deseados y, si estuviésemos convencidos que pudieran ocurrir, actuar en consecuencia. En particular, si una dimensión estratégica fuese la de ir hacia una sociedad definitivamente inclusiva, el caso que aborda este artículo adquiere relevancia y significación: es estratégico adoptar tecnología de punta pero, junto con ella, promover con toda firmeza apropiadas tecnologías de alcance popular.

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