Está en curso un rescate multimillonario para rescatar bancos europeos en problemas (la mayoría). Algo parecido se consumó unos años antes en los Estados Unidos. Jamás esas enormes cifras estuvieron disponibles para promover desarrollo. Se decía que no existían los recursos pero, o sorpresa, ahora aparecieron. Esos recursos no pertenecen a los bancos que se desea «salvar» si no a las sociedades que los aportan a través de impuestos o endeudándose; de ahí entonces que deban utilizarse en función del interés colectivo y no de los propietarios de los bancos.
Hoy un banco es una organización que capta recursos de terceros y los canaliza hacia donde le produzca el mayor lucro posible. ¿A quien, salvo a los que se benefician con ello, podría ocurrírsele entregar nuestros ahorros a una empresa para que los destine a maximizar su lucro? Claro que existen regulaciones y reguladores pero está visto que bien no regulan desde que son numerosas las entidades financieras ya quebradas o al borde del abismo.
Un sistema financiero que sirva a la sociedad en su conjunto es una pieza vital para posibilitar un desarrollo sustentable pero no este sistema financiero que nos llevó a la crisis. El destino de los ahorros de los depositantes y las condiciones en que prestan no puede quedar a la discreción de los banqueros; es la autoridad monetaria en el contexto de la política económica la llamada a definir hacia dónde y en qué condiciones se otorgan los préstamos. Los miles de millones de euros o dólares que acuden a salvar bancos debieran destinarse a establecer esa transformación; esto es, cambiar su propósito y la estructura de propiedad para asegurar el nuevo rumbo.
Voces interesadas quieren hacer creer que estos cambios no pueden realizarse durante la situación de crisis; por el contrario, proveería más efectivos instrumentos para encarar los presentes desafíos. Si algo daría sentido al tremendo sufrimiento que abatido sobre nuestros pueblos es justamente extraer de la crisis una profunda transformación de aquello que nos ha perjudicado y esquilmado.
Cordial saludo.
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Opinion Sur



