Con la crisis resurge la xenofobia en países europeos y Estados Unidos. Se rechazan los inmigrantes ignorando su contribución al desarrollo y sin relacionar que los países centrales son principales responsables de generar rezago y pobreza en los países africanos y latinoamericanos expulsores de población. Esto se produjo a través de la enorme extracción de recursos y la desarticulación de las sociedades e instituciones locales. Claro que este monumental atraco no favoreció por igual a todos los ciudadanos europeos y estadounidenses; de ahí que deberían focalizar su frustración hacia los culpables del latrocinio y no hacia sus víctimas. A pesar de lo mucho que las migraciones han aportado al desarrollo de la humanidad, siempre ha existido xenofobia (odio, repugnancia u hostilidad hacia los extranjeros[[ Diccionario de la Lengua Española]] ); lamentablemente también se verifica en los tiempos que corren. La xenofobia se torna más virulenta en época de crisis como la que hoy encaran Estados Unidos y los países europeos. Estas líneas no intentan explicar porqué y cómo surge la xenofobia; existen excelentes análisis sociológicos y psicológicos que lo hacen. El análisis se orienta a explicitar los factores y las responsabilidades que explican porqué surgieron y aun se mantienen las migraciones hacia los Estados Unidos y Europa.
Con singularidades propias de cada región, el hecho que más contribuyó a generar las migraciones fue la extracción inmisericorde de recursos de los países del Hemisferio Sur y la simultánea desarticulación de sus sociedades e instituciones. Esto no sólo fue realizado durante la colonización europea de América y África, lo cual de por sí es más que dramático, sino que se extendió a todo el siglo XX y continúa en lo que va del XXI. Unas pocas cifras de décadas recientes expresan la magnitud de los recursos que se siguen extrayendo de los países del Hemisferio Sur y capitalizan a los países centrales del Hemisferio Norte.
En 2010 el Parlamento Europeo aprobó un informe señalando que los flujos ilícitos procedentes de los países en desarrollo oscilan entre 641.000 y 941.000 millones de dólares anuales, ¡diez veces más que toda la ayuda oficial al desarrollo [[Andreu Missé, La Eurocámara exige una acción más enérgica contra los paraísos fiscales, El País de España, 5 de abril de 2010.]]. Esto es, que esos países no sólo financiaron la totalidad de la ayuda “concedida” por los países del Norte sino que, además, les entregaron sin cargo un volumen de recursos diez veces mayor que financió buena parte de su desarrollo económico. África y América Latina fueron saqueadas sin misericordia.
“En la segunda mitad de los años 90 el equivalente a casi un tercio del PBI de los países del África subsahariana se fugó al exterior. Para no ser menos, también se ha venido fugando anualmente más del 50% del patrimonio de los latinoamericanos ricos. El Banco Mundial (reconocidamente bajista) calcula entre 1 y 1,6 trillones de dólares el dinero mal habido que circula anualmente por el mundo, la mitad del cual proviene de las naciones en desarrollo” [[José Nun, Guaridas fiscales, mal de la época, Opinión Sur, julio 2011]]. Global Financial Integrity, también citado por Andreu Missé, concluye que en África los flujos ilícitos entre 1970 y 2008 sumaron 854.000 millones de dólares (¡y siguen creciendo al 11% anual!). Ese Informe señala que esta cifra permitiría eliminar toda la deuda externa de África y dedicar los 600.000 millones restantes a aliviar la pobreza y promover el desarrollo.
Tan enorme atraco realizado en connivencia con socios locales, beneficiados a costa de sus compatriotas, contribuyó y sigue contribuyendo a generar la difícil situación en cuanto a pobreza, desigualdad, rezago socioeconómico y desarticulación institucional que pesa sobre las sociedades del Hemisferio Sur. Sólo hipócritas o desinformados podrían entonces sorprenderse que los países saqueados no pudieran retener a sus propias poblaciones.
Cómo lo hacen
Fueron múltiples los mecanismos que se utilizaron para drenar recursos del Hemisferio Sur. Los más significativos se relacionan con el comercio internacional y la explotación de recursos naturales como petróleo, cobre, oro, plata, litio, bosques, entre muchos otros.
La extracción de excedentes a partir de la explotación de sus recursos naturales fue una constante que se agudizó con la colonización europea. La dominación militar hizo posible practicarla abiertamente y sin conceder compensación alguna. El valor de lo extraído debe haber sido fenomenal ya que fue el sustento del funcionamiento de las metrópolis de ese traumático período histórico. A partir de la progresiva independencia de las colonias, el proceso de extracción se mantuvo ahora con grandes corporaciones internacionales imponiendo condiciones a los débiles países. Esto implicó todo tipo de privilegios, como muy bajas regalías, exenciones tributarias, laxa regulación ambiental y de condiciones de trabajo, provisión de infraestructura de puertos y vías, entre otras.
En definitiva, por siglos, no años ni décadas, se produjo una muy gravosa succión de excedentes que debilitó a los países del sur impidiendo que se capitalizaran al tiempo que se robustecían los países centrales. Muy distinto hubiese sido el resultado si esa inmensa masa de recursos hubiese permanecido en las sociedades del Sur y hubiese sido aplicada para financiar su desarrollo. Esta explotación de los recursos naturales se mantiene aunque adaptada a las circunstancias institucionales de los tiempos que corren.
En lo que hace al comercio internacional, la diferencia de poder de negociación entre actores económicos y países logró imponer precios y condiciones desfavorables para los países del Hemisferio Sur. Es lo que se conoce como deterioro de los términos de intercambio que no es otra cosa que reconocer que los precios de los productos que exportan los países centrales suben más que los precios de los productos exportados por los países del Hemisferio Sur, con lo que cada vez se necesita entregar mayor cantidad de productos locales para obtener el mismo o aun menor volumen de los productos que se importan. Esto sucedió históricamente desde la colonización y se extendió por extensos períodos. Sólo en los últimos años el explosivo crecimiento de China, India y otras economías emergentes generó una fuerte demanda por materias primas que incidió favorablemente en los precios de productos ofertados por algunos países, no todos, del Hemisferio Sur.
Con el proceso de globalización, donde la mayor parte del comercio internacional es realizado por grandes empresas multinacionales, aparecen otros mecanismos para extraer excedentes de los países del Hemisferio Sur, tal como evadir los impuestos que fija la legislación tributaria local. Esto se logra sub-facturando lo que se exporta a una empresa del mismo grupo radicada en otra jurisdicción en la que se cobran menos impuestos a las ganancias. Al reducir el valor de las ventas se esconden ganancias y se evaden impuestos, lo cual constituye un delito. El monto evadido es capitalizado por la empresa radicada fuera del país exportador y, en última instancia, por la empresa internacional a la cual ambas asociadas pertenecen. El país productor es perjudicado con la quita de ingresos fiscales que podría haber dedicado a promover su desarrollo.
Estas triangulaciones suelen realizarse utilizando guaridas fiscales, engañosamente denominadas paraísos fiscales, en verdad paraísos para delincuentes y evasores. No es casual que la mayoría de estas guaridas fuesen establecidas en y por los países del Norte [[Casi el 60% de las 72 guaridas hoy conocidas se halla en el Reino Unido o ha estado vinculada a él. José Nun, Guaridas fiscales, mal de la época, Opinión Sur, julio 2011.]].
“Las guaridas ocultan una cuarta parte de todos los fondos privados que circulan en el mundo. Lo grave es la composición de esos fondos: 3% son recursos originados en la corrupción política, un tercio proviene del crimen organizado y entre un 60 y un 65% de maniobras ilícitas de particulares y grandes empresas. Los ricos fugan el doble de dinero que los políticos y el crimen organizado juntos” [[José Nun, op.cit.]]. La riqueza acumulada en las guaridas fiscales se estima en alrededor de 10 billones de euros mientras que el déficit financiero de los países en desarrollo fue de 315.000 millones de euros en 2010.
Consecuencias de la enorme extracción de excedentes
De este modo, las grandes empresas y los países centrales se benefician con la forma como logran explotar los recursos naturales de los países del Sur, con las condiciones comerciales que imponen en casi todo el mundo, con la evasión de los impuestos que deberían pagar a los países en los que operan, con la libre circulación de capitales a través de la cual el capital financiero accede casi instantáneamente a oportunidades especulativas en cualquier rincón del planeta. La contra cara es el debilitamiento de la mayor parte de los países del Sur por la enorme succión de excedentes que padecen. No sorprende entonces que actúen en simultáneo factores de expulsión de población en los países del Sur y factores de atracción en los del Norte.
Es en ese contexto que se niega a los habitantes de los países agredidos que migren o permanezcan en las economías capitalizadas con los recursos del Sur. Quisieron los recursos y fueron principales responsables de extraer capitales; recibieron migrantes del Sur que contribuyeron a su desarrollo pero con la crisis ya no los desean. Una dura lección y una enseñanza para ambas partes: desarrollo global sustentable y paz social son posibles con un orden internacional justo que elimine la explotación comercial y de los recursos naturales de modo que los países hoy rezagados puedan capitalizar en su propio provecho los ingentes recursos que siguen fluyendo hacia los países centrales. Los problemas y desafíos que trae la gran crisis de los países afluentes no se resuelve descargando responsabilidades sobre los migrantes sino transformando la dinámica de concentración y la desaforada especulación financiera.