La paz se gestiona

Es un anhelo de larguísima data que prime la paz en el mundo, en una región, un país o una localidad y, sin embargo, lograrla es algo por demás complejo y laborioso. Hay quienes, como la Real Academia Española, consideran que la paz es una “relación de armonía entre las personas, sin enfrentamientos ni conflictos”, mientras que otros pensamos que el conflicto no es lo opuesto a la paz. Más aun, la experiencia social nos señala que en toda sociedad, en cualquier grupo humano, se desarrollan conflictos de todo tipo y naturaleza y no vale negarlos, represarlos o imponer unilateralmente la voluntad del más poderoso sino que el desafío pasa por abordarlos lo más constructivamente posible.

La paz no es algo mágico y pocas veces se genera espontáneamente. Las más de las veces la paz se gestiona, comenzando por explicitar claramente los intereses, necesidades o emociones de las partes en conflicto para luego abordar posibles soluciones. Estas soluciones no serán sustentables si, por imposición, consagran injusticias o afectan seriamente la dignidad o autoestima de una o varias de las partes. Un caso paradigmático que en la actualidad genera tremenda inestabilidad y antagonismos es la desaforada concentración de la riqueza del mundo en manos de apenas el 1% de la población del planeta. He ahí un factor sistémico inhibidor de paz que tiene alcance global pero también local. Su remoción y la consecuente aplicación de esos recursos para fines de desarrollos justos y sustentables seguramente ayudarán a lograr paz social y geopolítica. Por cierto que existe una diversidad de otros factores inhibidores de la paz y toca a cada sociedad procurar removerlos. La labor de Opinión Sur es sumar su modesta contribución a ese propósito.

Cordial saludo.

 

Los Editores

 

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