Estados Unidos: ¿amesetamiento, retroceso o «double dip»?

La evolución del PBI en EE.UU. durante los últimos tres trimestres marca una tendencia claramente decreciente: 5.0%, 3.7% y 1.6%, respectivamente. Si bien estas tasas se han mantenido en valores positivos, su evolución a lo largo de los últimos nueve meses evidencia una preocupante desaceleración del crecimiento en la mayor economía del mundo y epicentro de la crisis global. A nivel político, académico y de operadores, hay al menos dos posiciones en la interpretación de esta caída de la actividad económica y su futura evolución., Conocer y confrontar ambas posiciones resulta relevante para extraer algunas conclusiones en torno a cual sería el escenario más probable en los próximos meses.Los más influyentes académicos (Nouriel Roubini y George Stigler, entre otros) tienen una visión pesimista del futuro económico en EE.UU. y coinciden en que este proceso de caída de la tasa de expansión del PBI es la antesala del “double dip” o “W” y que continuará hasta mostrar valores negativos, lo que indicará que la mayor economía del mundo ha ingresado nuevamente en una faz recesiva, cuya profundidad y duración aún no se conoce con precisión. A diferencia de lo ocurrido hace tres años, la recesión en EE.UU., de regresar, impactará sobre una economía muy frágil: 14 millones de desempleados, la confianza del consumidor muy disminuida, un sector inmobiliario en crisis y un sistema financiero reticente y descapitalizado. Esta situación, además de deflación, traerá aparejadas graves consecuencias sociales y políticas. Ya estamos avizorando algunas tendencias sociopolíticas de una crisis irresuelta, que se agudizarían en una recesión: entre otros, reacciones contra los inmigrantes, un vuelco del electorado hacia posiciones más conservadoras, previniendo nuevos impuestos, sentimientos xenofóbicos.

A su vez, de recaer EEUU en una nueva recesión, la misma se expandirá en una economía global diversa: una Europa exhausta, una Zona Euro que se fragmenta en una Alemania que se recupera y el resto que nada en la incertidumbre; China con incipientes signos de desaceleración de su crecimiento como consecuencia de una autoimpuesta reducción crediticia para contrarrestar tendencias inflacionarias y desactivar una posible burbuja inmobiliaria; por el contrario, América Latina y algunos países de Asia con sus economías en orden y en franca expansión. En síntesis, una economía global más débil, con un deterioro económico, social y político muy fuerte en el centro del sistema y un conjunto de economías emergentes que se han fortalecido traccionadas por China, por una tasa de interés muy baja y por la fuga y consecuente radicación de capitales e inversiones, procedentes de los países centrales.

La segunda posición, evidenciada por Ben Bernanke y compartida por la mayoría de los operadores, ya que se refleja con bastante claridad en este último mes en la evolución de los índices bursátiles de Wall Street, fundamenta su visión optimista en la lógica del ciclo económico: los factores negativos se han comportado de acuerdo a lo esperado para un ciclo de recuperación. Luego de un fuerte crecimiento de recomposición de stocks y de importaciones, en una segunda etapa dichas variables se desaceleran y, finalmente, logran una relativa estabilización. Asimismo, para este análisis es de vital importancia destacar que el consumo, si bien aún débil, muestra síntomas de crecimiento. Según los defensores de esta posición, la lógica de los ciclos de crecimiento post recuperaciones respecto a los inventarios e importaciones, sumado a una dinámica positiva del consumo, permiten estimar una muy baja probabilidad – al menos por ahora – de caer en una doble recesión. A lo anterior, se suman dos argumentos adicionales: ganancias corporativas y la posición adoptada por la Fed.

Respecto a los beneficios, y de acuerdo a las cuentas nacionales publicadas el viernes 27/09/10, las ganancias corporativas han crecido en términos anuales. Por su parte, también el mismo viernes, el Presidente de la Fed, Ben Bernanke, en su discurso en la reunión anual de banqueros centrales en Jackson Hole, fijó claramente la posición de la entidad monetaria: “estamos dispuestos a tomar medidas adicionales” para “impedir que se repitan los devastadores acontecimientos de los últimos tres años” Esto significa que la entidad monetaria, de ser necesario, utilizará todas las herramientas monetarias anticíclicas de las que aún dispone. Al discurso de Ben Bernanke responde Roubini: “la Fed está equivocada en esperar y respaldar una recuperación este año, debe empezar a pensar cómo prevenir una nueva recesión”.

En síntesis: según ésta segunda posición más optimista, basada en la lógica de las etapas de un ciclo post recesión, sumados a la férrea decisión de la Fed de cumplir con su mandato de crecimiento y estabilidad, permite inferir que gradualmente el actual escenario de recuperación iría convergiendo hacia un sendero de crecimiento sostenido con estabilidad de precios. Si este fuera el escenario futuro, la posibilidad de caer en un «double-dip» con deflación es baja.

El análisis comparativo de las dos posiciones antagónicas en cuanto a la evolución de la economía de EE.UU., nos permite inferir algunas reflexiones:

– Aproximarnos a la confirmación empírica de que EE.UU. puede caer en una nueva recesión, es emocionalmente muy fuerte. Tratamos de negarlo pero la lógica de los argumentos y la evidencia empírica, resultante del análisis del comportamiento de los componentes del PBI durante estos últimos meses, nos hacen dudar y considerar que quizás Roubini esté nuevamente en lo cierto y que la recesión tenga forma de “W”, o que Stigler no exageró con su titulo “Caída libre”.

– La posición más optimista se ha relativizado por la fuerza de los hechos. Bernanke en su última exposición en el Senado reconoció que el “panorama económico de los EE.UU. es inusualmente incierto” y que EE.UU. tiene por delante un período gradual y prolongado de recuperación. Advirtió sobre la fragilidad del sector inmobiliario (uno de cada siete propietarios de viviendas esta embargado) y que la mayoría de los desempleados llevan más de seis meses sin encontrar trabajo. También alertó sobre los peligros del desempleo a largo plazo y reconoció que llevará muchos años reconstruir los 8 millones de puestos de trabajo que destruyó la crisis. Obviamente, esta posición no admite la posibilidad de una nueva recesión, pero el optimismo que caracterizó el comienzo del 2010 se ha diluido. Además, la crisis de deuda soberana en Europa ha impactado, menos en lo económico, pero más en las expectativas.

– Cuando Bernanke apela a la implantación de nuevas medidas adicionales para superar el deterioro del crecimiento, no especifica a qué acciones se refiere, salvo mantener la tasa de interés muy baja por los próximos dos o tres años. Y ésta omisión genera nuevas dudas porque la situación fiscal y de endeudamiento soberano está muy comprometida para pensar en nuevos estímulos. Su respuesta a un “panorama económico incierto” es una expresión que encierra un alto grado de voluntarismo monetario y económico.

– Como conclusión, ambas posiciones reconocen el deterioro y el futuro incierto. La pesimista predice como inevitable el “double dip”; la optimista confía en la lógica del ciclo y apela al efecto recuperador que generarán dudosos estímulos económicos. Ambas plantean un futuro “gris”, incluso la optimista avizora un crecimiento bajo para este año y posiblemente para el 2011 y ha retrasado los pronósticos en cuanto al ingreso a un período de recuperación robusta.

Para no perder la perspectiva y la trascendencia de este análisis, el presidente del Banco Mundial Robert Zoellick, nos recuerda que desde que comenzó la crisis económica ya se han generado 60 millones de pobres más en el mundo. Imaginemos la dimensión social de un “double-dip” o una prolongación de la ralentización del crecimiento.

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