Es la desigualdad, necios

Está claro que la desigualdad, peor con pobreza pero también sin ella, genera temibles consecuencias en el funcionamiento societal. Desde lo ético, lo económico, lo político y lo social, la desigualdad aparece enraizada en casi todos los problemas contemporáneos: injusticia y afrenta a la dignidad de las personas; deterioro de la cohesión social; crecimiento de la inseguridad; gobernabilidad amenazada; quiebre de crecimiento orgánico con secuelas de burbujas financieras que llevan a periódicas crisis; consumismo irresponsable; deterioro ambiental; nihilismo y desvalorización de la vida; brechas de oportunidades y reproducción de privilegios; circunstancias propiciadoras de sistemas delictivos agravados; entre las más graves. Y, sin embargo, los intereses y la necedad de ciertos grupos permiten que la desigualdad se mantenga sosteniendo una trayectoria que se adentra en áreas huracanadas.

Por donde se la observe la desigualdad está presente pero todavía hoy, a pesar de la lenta recuperación de los países afluentes y de sus costosas operaciones de rescate, hay quienes elucubran estrategias para salir de la crisis sin priorizar ni decidirse a abatir la desigualdad. En el mejor de los casos piensan que «después» habrá tiempo para encarar ese otro frente de desafíos, ignorando que la desigualdad no es sólo un efecto del rumbo seguido sino también una de las principales causas que condujeron al callejón sin salida de la crisis. Desaprovechan la oportunidad para desactivar un gravísimo elemento desestabilizador del desarrollo global y nacional. Para ellos va dedicado el título de esta Nota: ¡es la desigualdad, necios!

Junto con alertar sobre las consecuencias de no ajustar el rumbo, se impone establecer coaliciones que sean capaces de producir y gestionar los cambios. Mientras algunos estadistas trabajan en esa dirección, buena parte del liderazgo político y económico sigue atado a agendas mezquinas más preocupados por su suerte personal que por la del conjunto. Es necesario separar paja del trigo orientando la acción inmediata con una visión de mediano plazo surgida de un renovado pensamiento estratégico; es que con brújulas herrumbradas será muy difícil fijar y sostener el rumbo deseado. Esta cuestión es abordada en el presente número de Opinión Sur junto con dos temas de la mayor importancia: la estrecha relación que vincula estructuras tributarias regresivas con la reproducción de la desigualdad y los desafíos, lecciones y oportunidades que nos ofrece China.

Hasta el próximo número.

Cordial saludo.

Los Editores

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