La crisis global con epicentro en los países afluentes puede transformarse en un punto de inflexión en la trayectoria de nuestros países del Hemisferio Sur. El pensamiento estratégico juega un rol crucial en el diseño de lo que vendrá; no puede ignorar el presente ni la historia que lo generó pero, al mismo tiempo, debe erguirse por sobre lo que existe para transformar y dar paso a nuevos rumbos y formas de funcionar. La crisis global con epicentro en los países afluentes puede transformarse en un punto de inflexión en la trayectoria de nuestros países del Hemisferio Sur. Ha sido el resultado de una forma de funcionar y de una arquitectura internacional que nos fueron impuestas por quienes se apoderaron del timón de la economía global y nacional y proyectaron su influencia sobre los medios de comunicación, la educación, la justicia, los valores.
Pareciera (falsa impresión) que nuestros pueblos aceptasen la desenfrenada codicia y la consecuente rapiña como algo inevitable que toca soportar estoicamente. Y no es así. Con la revolución en las comunicaciones y sus consecuencias sociales no hay diques y mucho menos alambradas inmunes a las fuerzas transformadoras. Pero, ¿a qué tipo de transformación apuntamos? ¿Cuáles serían los nuevos rumbos; cuáles otras formas de funcionar más justas y sustentables?
El mundo deseado surgirá de la confluencia de circunstancias objetivas y del vigor y viabilidad de las utopías referenciales que sepamos concebir. Tenemos libertad para elegir, aunque no absoluta porque existen condicionantes imposibles de ignorar. Toca transitar un camino creativo sin caer en fatalismos ni en voluntarismos.
Por otra parte, la evolución de la humanidad enseña que nada en la realidad social es inmutable (aunque pueda parecerlo), en particular los sistemas económicos. En otro artículo [[Artículo [Capitalismo, ¿sistema eterno?->https://opinionsur.org.ar/wp/capitalismo-sistema-eterno/ Opinión Sur, mayo 2012]] señalamos que Ernesto Sábato decía con fina ironía que “los Sistemas Eternos tienen una característica: duran muy poco. Todos ellos aspiran a la Verdad Absoluta, pero la historia de la filosofía es la historia de los Sistemas, o sea la historia del Derrumbe de los Sistemas”.
Desde el inicio de Opinión Sur hemos valorado el crucial rol que juega el pensamiento estratégico en el diseño de lo que vendrá. Un pensamiento que no puede ignorar el presente ni la historia que lo generó pero que, al mismo tiempo, debe erguirse por sobre lo que hoy existe para transformarlo y dar paso a nuevos rumbos y formas de funcionar.
Los desafíos que toca enfrentar se renuevan y transforman con el tiempo y el cambio de circunstancias. Es que los procesos sociales se abren permanentemente en múltiples direcciones y toca escoger, generación tras generación, las trayectorias que deseamos transitar. Es una marcha de larga data pero que exige encarar decisiones todos los días y a todo nivel. Difícil creer que pueda alcanzarse un momento en nuestro devenir en el que desaparezcan problemas, tensiones, alternativas, donde ya no hubiese que escoger y se pudiese avanzar con piloto automático. De ahí la importancia de comprender lo que sucede, de identificar restricciones y posibilidades, de esclarecer lo que deseamos y hacia dónde querríamos dirigirnos; de proveernos de instrumentos, de diseñar políticas y medidas que orienten el accionar social y templen nuestra determinación. Se impone profundizar nuestra mirada sobre el futuro y, en última instancia, confirmar los valores que, consciente o inconscientemente, vienen con nosotros donde quiera que avancemos.