Enfrentar la crisis sin cortar empleos

Ante una crisis es un craso error utilizar el empleo como variable de ajuste. Esto por razones éticas, económicas, sociales y políticas. Sin embargo, en un enorme segmento de empresas y organizaciones públicas de casi todo el mundo la primera, no la última, respuesta ha sido cortar empleos. Existen otras formas más efectivas y menos destructivas de enfrentar una crisis y ajustar el rumbo hacia un desarrollo sustentable.Cortar brutalmente empleos para enfrentar una crisis genera un altísimo costo social. A nivel familiar está la tremenda penuria de quienes se ven sin trabajo en medio de una crisis, que es justamente cuando también suelen resentirse los sevicios asistenciales. A nivel de la sociedad en su conjunto se resquebraja la cohesión social que produce inestabilidad política, tiende a incrementar la inseguridad y afecta la gobernabilidad democrática.

Pero cortar empleos en épocas críticas es también un error desde el punto de vista económico. Sólo una visión parcial y de corto plazo lleva a empresas y al sector público a ajustar sus cuentas cortando empleos. Cada actor económico y el propio sector público acuden a ese tipo de medidas creyendo que su situación mejorará descargando costos. Lo que ningún actor individual considera es que cuando muchas empresas y el sector público adoptan esa “solución” se afecta el mercado interno, reduciendo la demanda agregada y generando el reflujo de nuevas olas recesivas con lo que se termina acrecentando la crisis. Caen los ingresos de las empresas pero también se resiente la recaudación impositiva reproduciendo el rojo fiscal a un menor nivel de actividad. Si la crisis se torna global y alcanza a un gran número de países, la situación se complica aun más: mientras el sistema financiero de cada país amenazado procura administrar el creciente riesgo restringiendo traumaticamente el crédito, la alternativa de acrecentar exportaciones para compensar la caída del mercado interno se torna inviable (todos quieren exportar y pocos o ninguno importar) y el efecto dominó (quebrantos en un mercado arrastran a otros) se acelera y provoca subas del riesgo país y del consecuente costo financiero de endeudarse, lo cual agrava la situación y puede, en ciertos casos, generar condiciones para una eventual cesación de pagos y la reestructuración forzada de la deuda soberana.

En ese contexto inestable en el que las “estrategias de defensa” individuales no hacen sino agravar la crisis, operan los intereses de quienes lucran con las dificultades de los otros; son especuladores y fondos buitres indiferentes al dolor y a los quebrantos que sufren las vulnerables mayorías. Mientras cunde el pánico y la incertidumbre, los especuladores hacen su agosto.

El pensamiento hegemónico afirma que no hay otros senderos a desandar frente a una crisis pero no es así. Hay otras opciones, ninguna sencilla y todas plagadas de imponderables, pero mucho más promisorias. Con un agregado no menor: las soluciones alternativas no apuntan a sólo apagar incendios y restaurar el orden de pre-crisis sino que procuran transformar la dinámica concentradora generadora de desigualdad que está en el orígen de la crisis.

Para avanzar con un nuevo rumbo y poder desandar novedosas trayectorias de desarrollo sustentable que sean más efectivas y menos dolorosas para nuestros pueblos, es imprescindible construir una firme base de sustento político y social. Es que habrá que realinear en función de los nuevos objetivos todos los instrumentos disponibles de política económica y social de modo de hacer converger una vigorosa marcha del aparato productivo con el fortalecimiento de la cohesión social y la justicia distributiva. Esto exige creatividad, firmeza y participación del conjunto de actores en muy diferentes niveles de actuación.

Respuestas a nivel de la política económica

Un primer y crítico nivel de actuación es a nivel macroeconómico. Si alguna vez hubieron dudas, hoy queda claro que los mercados [[Los mercados no están sólo constituídos por la macrocefalia financiera especulativa que hoy habla por sobre todos, decide e impone sus desestabilizantes intereses. Un aspecto clave de las soluciones alternativas es quebrar esa dominación que subordina a los micro, pequeños, medianos y grandes productores de la economía real no financiera.]] no son capaces de prevenir ni solucionar de por sí las crisis. Si bien los mercados son capaces de encarar pequeños desajustes, no existen en su seno mecanismos autoregulatorios para frenar o transformar una dinámica que se descontrola y desborda, como es la presente acelerada concentración de ingresos y activos que genera insostenibles desigualdades y disfuncionalidad sistémica [[Existen diversos textos que lo explican, incluyendo los libros de la [Colección Opinión Sur Ajustar el rumbo, salir de la crisis hacia un desarrollo sustentable y Los hilos del desorden, primeras trayectorias geopolíticas del siglo XXI->https://opinionsur.org.ar/wp/category/coleccion-opinion-sur/. Es desde la Política que se puede ejercer el liderazgo necesario para ajustar el rumbo y forma de funcionar de modo de asegurar sustentabilidad económica, social y ambiental.

No faltan instrumentos para lograr estos resultados y, si acaso faltasen, pueden crearse otros. Será necesario desplegar un conjunto de medidas estratégicas que afectan privilegios existentes, incluyendo transformar la asignación del gasto público, reformar los sistemas tributarios regresivos, establecer políticas monetarias y crediticias que permitan canalizar el ahorro nacional hacia la inversión productiva y social, enfrentar la especulación y los privilegios derivados de la concentración. Para lograr un vigoroso desarrollo sustentable habrá que dar paso a una nueva dinámica de acumulación, ya no de tipo concentradora como es en la actualidad, sino una acumulación desconcentrada que conduzca a una creciente justicia social y a un mejor funcionamiento sistémico [[Opinión Sur publicó sobre este tema el libro [Un país para todos->https://opinionsur.org.ar/wp/un-pai%C2%ADs-para-todos-hacia-un-desarrollo-justo-y-vigoroso/ . En ese nuevo contexto es posible ganar para la estabilidad y el crecimiento buena parte de la energía social que hoy está comprometida en antagonismos y enfrentamientos.

Para preservar el nivel de ocupación debe encontrarse un justo balance entre las regulaciones que ordenan el mercado laboral y la capacidad de crear y conservar empleos dignos. Hay quienes argumentan que si las empresas mantuviesen empleos que ya no fuesen requeridos debido a cambios de circunstancias en la economía global, se introducirían graves rigideces en el mercado laboral que producirían caídas de productividad y de competitividad. Este argumento es sostenido en un contexto en el cual se pretende no afectar (o afectar lo menos posible) a otras variables que hacen a la dinámica de funcionamiento y a la estructura de costos de una empresa y del sector público. Sin embargo, si el ajuste corporativo y de los organismos públicos priorizara otras dimensiones y variables dejando como último recurso reducir empleos, emergerían otro tipo de soluciones más sustentables para preservar productividades y competitividad.

Como por lo general el comportamiento individual de los actores económicos es guiado primero por su propio interés y subsidiariamente por el interés colectivo, le corresponde accionar al Estado para imponer este “cambio de paradigma de ajuste” con regulaciones que defiendan el nivel de ocupación cuando estalla una crisis; en particular debiera adoptar medidas restrictivas del corte de empleos y compensar con facilidades crediticias e impositivas a quienes preserven su capital humano. El objetivo es que las empresas, los trabajadores, la comunidad científica y tecnológica y el sector público se asocien para poder enfrentar la crisis sin afectar, o afectando lo menos posible, el nivel de ocupación.

Respuestas a nivel mesoeconómico y de cada empresa

Con lo anteriormente expresado y una visión de más largo plazo, la estrategia corporativa para encarar circunstancias de crisis no debiera precipitarse sobre el empleo sino revisar en su integralidad las dimensiones que hacen a su quehacer económico. En lugar de sobre-reaccionar cortando empleos como primera medida de defensa, harían bien en revalor el papel que cumple el “factor” trabajo en relación con el resto de factores productivos.

Por de pronto, antes de cualquier otra medida se impone analizar primero si hay márgenes para mejorar la gestión corporativa, la cual quizás en la situación de pre-crisis no requería la efectividad que el estallido impone. Las deficiencias de gestión que existiesen no debieran descargarse sobre los trabajadores sino encararse y eliminarse; es la forma más efectiva de fortalecer la competitivad y sostener mercados sin afectar empleos.

En la estructura de costos de una empresa existen diversos rubros no laborales que debieran ser pulidos antes de considerar cortar empleos. Entre otros, mejoras en la utilización de los insumos y en los sistemas de comercialización donde hay mucha tela para cortar.

También debiera revisarse el rubro ingresos de administradores y propietarios del capital, particularmente en aquellas empresas que antes de estallar la crisis hubieran acumulado considerables ganancias. Preservar el capital humano no sólo es un acto de justicia (fue un crítico factor para obtener los resultados que se acumularon), sino también constituye una forma de asegurar que ese capital esté disponible y más fogueado para cuando comience la fase de recuperación.

Estas y otras medidas procuran (i) sostener el empleo mientras se atraviesa la crisis y (ii) llegar a tiempos más calmos con todo el potencial corporativo casi intacto de modo de aprovechar las oportunidades que suelen abrirse a la salida de las crisis.

La estrategia corporativa para no cortar empleos no debiera limitarse a medidas internas en cada empresa sino también considerar el impacto que sus propias decisiones pudieran tener sobre otros actores de su cadena productiva. Es lo que denominamos responsabilidad mesoeconómica de la empresa y, en particular, de aquellas empresas que lideran cadenas productivas. Esto es, enfrentada con más de una opción para lograr un cierto objetivo corporativo, cada empresa debiera ponderar el impacto diferencial de las opciones sometidas a su decisión sobre el empleo de los otros actores que conforman su cadena de valor. En otras palabras, si para lograr un cierto resultado existiesen varias opciones, priorizar aquella que mejor protegiese el nivel de ocupación de la empresa lider pero también de toda su cadena productiva.

La defensa del empleo en una situación de crisis exige reforzar la colaboración entre empleadores y trabajadores; esto no se limita a temas salariales pero también lo incluye. Pueden trabajarse fórmulas para moderar eventuales ajustes salariales a cambio de asegurar una justa participación en los resultados una vez que la crisis pueda ser superada. No puede exigirse aceptar sacrificios hoy sin asegurar que los mismos serán mañana compensados con justicia.

Vale decir que, en todo momento pero mucho más en épocas de crisis, las empresas debieran esforzarse por encarar sus dificultades no acudiendo como primera respuesta a cortar empleos; al mismo tiempo, aquellas empresas líderes de cadenas productivas debieran también considerar el impacto de sus decisiones sobre el nivel de ocupación del resto de su cadena de valor. No debe sorprender a nadie que, en general, cada empresa individual procurará evadir su cuota parte de responsabilidad dentro del esfuerzo colectivo de encarar la crisis. Esta actitud podría entenderse, aunque no aceptarse, si el esfuerzo que realizase una empresa contrastase con la evasión de responsabilidades que muchas otras practicaran. De ahí que resulte imprescindible la intervención del sector público a través de nuevas políticas, medidas regulatorias y un efectivo control sobre el cumplimiento de modo de impedir que algunos puedan descargar sobre otros su parte de contribución al esfuerzo colectivo.

Hay también otras acciones que las empresas, asociadas con el sector público y las organizaciones de desarrollo, pueden encarar para preservar el nivel general de ocupación: ayudar a crear empleo por cuenta propia.

El empleo por cuenta propia puede absorber algunos segmentos de quienes ven caer sus puestos de trabajo. Pero vale una advertencia: no se trata de generar empleo en unidades y sectores sin futuro sino en emprendimientos productivos de escala media establecidos en sectores promisorios. Generar empleos de muy baja productividad con ingresos que cubran muy parcialmente la subsistencia familiar acontece con muy poca ayuda; cumplen su rol de paliar los efectos más dramáticos de la crisis y, en ese sentido, no tenemos derecho a desvalorizarlos; constituyen un soporte familiar en una fase de crítica emergencia social aunque es necesario explicitar que no hacen parte de los esfuerzos para transformar la dinámica concentradora prevaleciente.

Lo que aquí se propone apunta hacia el establecimiento de emprendimientos productivos que, utilizando ingeniería de negocios ya disponible (sistema de franquicias, consorcios de comercialización y de exportación, conglomerados de cooperativas, agroindustrias locomotoras y otras), sean capaces de articular pequeños productores dispersos o desempleados con socios estratégicos que aporten gestión y conocimiento del mundo de los negocios. A estos dos tipos de actores se le suman otros del sector público, la sociedad civil y la comunidad científica y tecnológica que aportan capital, contactos, conocimientos y aseguran una justa distribución de esfuerzos y de los resultados que se obtengan. Estos emprendimientos que llamamos inclusivos están en capacidad de acceder a un umbral más alto de oportunidades que los alcanzables por pequeños y micro productores aislados; sin embargo, no surgen espontaneamente. De ahí que alentemos el establecimiento de equipos especializados en conformar y darle soporte a este particular tipo de unidades productivas: las desarrolladoras de emprendimientos inclusivos .[[Ver una descripción en el artículo [Desarrolladoras de emprendimientos inclusivos->https://opinionsur.org.ar/wp/desarrolladoras-de-emprendimientos-inclusivos/?var_recherche=Desarrolladoras%20de%20emprendimientos%20inclusivos.

En síntesis, encarar una crisis sin utilizar el empleo como primera variable de ajuste no sólo es posible sino imprescindible para encontrar salidas sustentables que ayuden a transformar la dinámica de pre-crisis. Y, como casi siempre sucede cuando de verdaderas transformaciones se trata, el abordaje y el tratamiento debieran guiarse por una visión sistémica que vea más allá de la coyuntura sin dejarse atrapar por el pánico que ciertos intereses promueven. En esa dirección debiera orientarse el desarrollo del pensamiento estratégico así como de políticas y medidas concretas.

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