EL LEGADO

La dominación extralimitada de los Estados Unidos en el presente dejará en el futuro a vista de todos adentro y afuera, una sociedad destartalada.

___________________________________________________________________

Decía Oscar Wilde con sorna que la predicción es un arte muy difícil –sobre todo la predicción del futuro.  En las ciencias exactas y experimentales la tarea es bastante sencilla, aunque siempre hipotética y a veces no exitosa.  En las ciencias sociales la tarea es tan compleja que pocos se atreven a emprenderla para evitar el ridículo.  Aun así, en las relaciones humanas dos cosas son ciertas con respecto al futuro.  Como dice el refrán popular inglés, son la muerte y los impuestos. De estos dos nadie escapa, aunque los intentos han sido muchos –todos inútiles y algunos divertidos. Daré un ejemplo muy conocido en el Oriente Medio, a veces atribuido a una colección de cuentos persas, y otras veces a uno de los cuentos árabes reunidos en Las Mil y Una Noches.

Un criado de Bagdad (hoy Iraq), al ir al mercado, vio a la Muerte con un gesto amenazante. Aterrorizado, le pidió a su amo un caballo para huir a Isfahán (hoy Irán), pensando que allí estaría a salvo. El mercader, compadecido, le dio el caballo, y el criado huyó. Por la tarde, el propio mercader fue al mercado y también vio a la Muerte, quien le explicó que no estaba amenazando al criado, sino que se sorprendió de verlo en Bagdad, porque su cita con la muerte era esa noche en Isfahán.  

Un caso notable y más reciente es el de un famoso corredor maratónico de la India que siguió entrenándose y corriendo hasta la edad (probable) de 114 años. El 14 de julio del año en curso Fauja Singh salió de su casa a caminar, como lo hacía todos los días para mantenerse en forma.  Fue allí que lo atropelló y mató un vehículo utilitario deportivo que iba a toda velocidad.  Durante más de un siglo Singh burló a la muerte corriendo, pero aun así no pudo evitar que se cumpliera su sentencia. Ni el más soberbio ni el más astuto, ni el más suertudo puede escapar a su designación. La parca ronda siempre como ejecutora del destino.

Tenemos, eso sí, la imaginación para pensar lo que puede suceder después de lo inevitable –algo así como nuestro pasado resumido en una lápida por un travieso escultor. Es una forma de comentar o dialogar con nuestra descendencia. Muchos llaman a esta figura el legado. ¿Qué es lo que queda de lo que hemos hecho, y cómo se comenta?

El pasado futuro es una obsesión frecuente en cualquier hombre o mujer de estado y en muchos otros también. Quieren sobrevivirse a medida. El caso mejor logrado es el de Winston Churchill: La historia será amable conmigo porque tengo la intención de escribirla.”

Con esa vara de medición, los hombres y mujeres de estado en nuestros tiempos revelan una mediocridad apabullante.  No existe ningún Churchill ni su equivalente.  Ninguno de ellos tiene la capacidad de hacer historia y muchos menos la intención o la preparación para escribirla. Ni en su prudencia ni en su osadía hacen cosas memorables. Entre los prudentes podemos hacer desfilar a los tecnócratas de la Unión Europea.  Los retrata la feroz descripción de William Blake: “Prudencia es una solterona rica, vieja y fea siempre cortejada por la Incapacidad.”  Mas contundente aún es la profecía de Max Weber sobre los futuros eurócratas: “Especialistas sin espíritu, hedonistas sin corazón, estas nulidades se imaginan haber alcanzado un estadio de la humanidad superior a todos los anteriores.” En cuanto a los osados y los autoritarios, sólo practican el vituperio lanzando insultos en un lenguaje estercolero para encubrir políticas de medio pelo. Sus legados se borrarán como castillitos de arena –ni monumentos ni epitafios que valgan la pena.

En este conjunto bastante deplorable de lideres mundiales se destaca un personaje que es una excepción y no precisamente por bueno.  Se trata por supuesto del actual presidente de los Estados Unidos.  Es un hombre exagerado, con poder exagerado en un país exagerado.  Todas esas exageraciones le han de merecer, cuando perezca, un epitafio al que ninguno de sus amigos y enemigos podrá aspirar.  El epitafio que imagino para él es bastante conocido en el mundo hispano, y su sentido se remonta hasta el Eclesiastés.  Reza así:

 

Aquí yace un hombre que hizo bien y que hizo mal.

El mal lo hizo muy bien y el bien lo hizo muy mal.
El descansa en paz y nosotros también.

Su caso es especial y no es fácil de interpretar.  Para hacerlo conviene desgajar la personalidad (sin duda patológica, narcisista y agrandada), del volumen de poder (enorme), el estilo de la sustancia, las palabras de las cosas, el impulso de los frenos, las causas de los efectos, el corto plazo del largo, lo efímero de lo permanente. En esta nota me concentraré en algunos temas de geopolítica en términos del impacto de las medidas de la administración norteamericana en el (des)orden mundial. Debo anticipar que, en este campo, algunas de las medidas en el interior han de incidir mucho fuera de las fronteras. Estas medidas son las siguientes en las áreas marcadas:

  • Salud pública
  • Investigación científica
  • Educación
  • Inmigración
  • Sustitución de importaciones
  • Separación de estado y religión
  • Politización del orden institucional

No entraré en detalles sobre cada uno de estos puntos porque merecerían sendos seminarios.  Para estudiarlos puedo referir al lector a un documento detallado que se titula Project 2025[1], pues las medidas del ejecutivo a veces parecen calcadas sobre su texto.  Sin embargo, debo advertir que las medidas no se ajustan a un plan racional.  Son intuitivas, erráticas y con frecuencia contradictorias.  Muchas son brutales y ejecutadas sin escrúpulos.  La suma del poder público lo permite. Tienen en común el propósito de destruir por sobre la voluntad de construir.  No hay propuestas de alternativas y en varios casos (salud, investigación científica de base, ayuda extranjera, cambio climático) no las habrá. A pesar de la notoria concentración del poder, el efecto neto de estas medidas es centrífugo y no centrípeto. Desde una perspectiva geopolítica debilitan seriamente la hegemonía de los Estados Unidos a pesar de las bravuconadas y prepotencia.

El aislacionismo norteamericano tendrá otro efecto no deseado: la imitación defensiva de otros países en una estampida de “sálvese quien pueda.”  Lejos de crear un nuevo equilibrio entre estados, aumentará la anarquía, con un añadido aún peor: la proliferación nuclear. Muchos aprenderán la lección de un mal actor internacional: Corea del Norte.  Quien tiene la bomba no se deja arriar por quien sea.

La faceta económica del aislacionismo geopolítico es la política tarifaria.  Puede tener algunos resultados positivos en el corto plazo. En el largo, viola todos los principios de la ciencia económica desde su fundación con Adam Smith hasta hoy, disciplina que hace hincapié en los puentes, no en las barreras.  

Las tarifas son un instrumento de coerción política aplicado a la dinámica de los mercados. Por lo tanto, su futuro es incierto y dañino. En el pasado el periodo mercantilista tuvo efectos nefastos (colonialismo y competencia de imperios con dirigismo de estado).  En menor escala, es la política económica de la mafia en los barrios urbi et orbi donde opera.

Aquí corresponde hacer un poquito de teoría. La coordinación funcional de instituciones diferenciadas —por lo general espontánea– es la estructura de base de toda sociedad moderna. Determina su poder y su estabilidad y promueve un progreso ordenado. Cuando la diferenciación es violada se genera una serie de patologías, algunas graves. Estas se producen cuando sucede una extralimitación de un sector diferenciado. Daré algunos ejemplos para aclarar esta formulación abstracta.

Cuando un sector institucional avanza sobre otro y pretende dirigirlo se producen desastres y disfunciones que afectan a todo el sistema.  Un ejemplo claro es la politización de la ciencia en regímenes autoritarios, con casos notorios como la genética de Lysenko en la Unión Soviética en los años 20, la promulgación de una “física aria” por el Nacional-socialismo en los años 30, o el cierre del Instituto de Cálculo por una dictadura militar argentina en los años 60. Las ideologías nazi y soviética penetraron con fuerza también en el sector artístico. 

Hoy tenemos una versión ramplona de esa extralimitación política en el ataque a una supuesta cultura “woke” en los sectores militar, académico y artístico por parte de la administración republicana de los EEUU.

La extralimitación no es patrimonio exclusivo de las dictaduras.  Sucede también en las democracias plebiscitarias.  Con su perspicacia habitual y expresión irónica lo hizo notar Jorge Luis Borges en unas frases muy citadas:

“Para mí la democracia es un abuso de la estadística. Y además no creo que tenga ningún valor.

¿Usted cree que para resolver un problema matemático o estadístico hay que consultar a la mayoría de la gente? Yo diría que no; entonces ¿por qué suponer que la mayoría de la gente entiende de política? La verdad es que no entienden, y se dejan embaucar por una secta de sinvergüenzas, que por lo general son los políticos nacionales. Estos señores que van desparramando su retrato, haciendo promesas, a veces amenazas, en resumen: sobornando.”

Tanto Platón como Aristóteles estarían de acuerdo con esa opinión.  Sin ir tan lejos, en el siglo 17 el filósofo francés Blaise Pascal expresó con claridad la implicancia social y política general de la extralimitación, y lo hizo en una sociedad que recién comenzaba a ser moderna. Según Pascal, un orden tiránico es un orden que pretende reinar por doquier, incluso fuera de su dominio propio. En sus Pensamientos escribió: “tiranía es un deseo de dominación universal fuera de su orden”. Según Pascal la dominación extralimitada se basa en la fuerza y no en la justicia, carece de legitimidad y termina en un descalabro social. Hay una sola esfera donde la extralimitación es legítima: el pensamiento.  Pero no lo es ciertamente la política.[2]

A pesar de mis escrúpulos sobre el valor de la predicción, el legado final del actual régimen (según Pascal tiránico) norteamericano es para mí el siguiente: dejará a vista de todos tanto adentro como afuera un país destartalado.


[1] https://whatisproject2025.net/?gad_source=1&gad_campaignid=21453594860&gclid=EAIaIQobChMI37m574vljgMVakn_AR0AdBuIEAAYASAAEgJ3wPD_BwE

[2] Para quien le interese una introducción “liviana” a la obra de Pascal recomiendo el libro de Antoine Compagnon Un  ete avec Pascal, Paris: Editions des Equateurs, 2020.

Si te interesó este texto puedes suscribirte completando el formulario que aparece en esta página para recibir una vez al mes un breve resumen de la edición en español de Opinión Sur

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *