DE GRANDES Y PEQUENOS Y UN PLURI-LATERALISMO SUICIDA

Nuestro presente geopolítico se caracteriza por un desorden pluri-lateral, una nueva serie de grietas entre y dentro de muchos países, y conflictos bélicos por doquier.  Frente a grandes desafíos colectivos, tal desorden es suicida.

Citada una y mil veces,  la frase con la que comienza la gran novela de León Tolstoi Anna Karenina reza así: «Todas las familias felices se parecen unas a otras, pero cada familia infeliz lo es a su manera».  En geopolítica podríamos decir lo mismo de los distintos países en términos de distintos índices de desarrollo humano, productividad, satisfacción popular, y sostenibilidad.

En este conjunto los “felices” forman un grupo reducido de países (https://es.theglobaleconomy.com/rankings/happiness/) con algunas características comunes.  Citaré algunos sin pretender que la lista sea exhaustiva:  Costa Rica, Dinamarca, Eslovaquia, Finlandia, Irlanda, Noruega, Singapur, Suiza, Uruguay. La inclusión en el grupo peca de omisiones y tiene siempre un sesgo subjetivo, pero hay ciertas características que los cubren a todos en común (https://report.hdr.undp.org/es/).

La primera es su dimensión.  Son todos pequeños.  Su población oscila entre 3.500.000 (Uruguay) y 5.838.00 (Dinamarca).  La mayoría contiene una población promedio de 5 millones y medio de habitantes. Para comparación, el gran Buenos Aires tiene una población aproximada de 15 millones de personas. 

La segunda es la cohesión social,  con antecedentes étnicos e históricos que resultaron hasta hace poco en un consenso de base sobre la identidad nacional, en un coeficiente de desigualdad menor que el de los otros países,  en una red de protección social, y en el seguimiento de reglas en la alternancia del poder con participación democrática.

Este consenso básico, o si prefiere el lector, un disenso regulado,  produce la tercera característica en común: la sostenibilidad en el desarrollo económico y social. 

La cuarta característica en común es la mezcla de estado y mercado en dosis que mejoran el desempeño respectivo de estos modelos supuestamente contrapuestos. 

La quinta característica en común parece algo menos positivo, pero creo que es fundamental, a saber, la marginalidad estratégica.  Frente a las grandes potencias, o incluso las medianas, estos países no cuentan en las grandes disputas del poder mundial.  Mas aun, en algunos casos esta marginalidad resulta conveniente a los grandes poderes que a veces los utilizan como oasis de tranquilidad y conversación.  El caso paradigmático es Suiza, que por largas décadas mantuvo una neutralidad interesada (en parte como paraíso financiero) en el centro de Europa.  El otro es Finlandia, que durante largas décadas de Guerra Fría funcionó como “colchón neutral” entre el mundo capitalista y el mundo comunista.  Esta posición privilegiada (en el buen sentido de la palabra) les permite mediar o liderar por el ejemplo en temas de interés común para la humanidad. Un país como Noruega ha sido sede repetida de negociaciones de paz en zonas conflictivas del planeta.

En suma, a pesar de las dificultades que como cualquier país puedan enfrentar, esos países pequeños tienen inmenso soft power (poder blando):  inspiran mas respeto y confianza que las potencias principales, y funcionan como horizonte “utópico” para muchas de ellas.  ¿Podremos utilizarlos como modelo a imitar o adaptar para los países “que cuentan”?  Soy escéptico al respecto.

La excepcionalidad y el privilegio de este reducido conjunto han estado siempre amenazados por las disputas de poder entre los mas grandes. Sólo resistieron aquellos que han construido una fuerte sociedad civil y una heredada solidez institucional (path dependency).  

Durante la Guerra Fría, muchos países pequeños cayeron en la órbita de los mayores y no pudieron o supieron resistir a su dominación. En el mundo occidental el caso mas trágico fue el de los países centro americanos, con la excepción tal vez fortuita de Costa Rica, cuyo desarrollo humano no fue impedido por la obsesión anticomunista de los Estados Unidos. Los EEUU se “abstuvieron” de intervenir y reprimir la revolución de clase media de 1947 con sus resultados altamente positivos de la reforma agraria y la eliminación de las fuerzas armadas como factor de poder.  No fue así con los otros países de la región donde la dominación norteamericana tuvo resultados funestos.  Para ejemplo basta citar la tragedia de Guatemala.  Al no haber prescindencia por parte de la súper potencia vecina no pudo haber  resiliencia democrática y así entraron esos países pequeños en la vorágine de revolución y represión.  Sólo en Cuba triunfó una revolución, pero al precio de ponerse al abrigo de la otra súper-potencia. El caso opuesto y simétrico se dio en Europa Oriental, en la periferia de la Unión Soviética., con la excepción notable de Finlandia y la excepción parcial y temporaria que fue la antigua Yugoslavia. En otras latitudes los países mas pequeños o mas débiles fueron pasto de guerras interpósitas entre las grandes potencias.

La Guerra Fría terminó con el colapso y desintegración de uno de los dos grandes poderes: La Unión Soviética.  Por algo mas de una década los Estados Unidos fueron la sola súper potencia supérstite, al centro de lo que se llamó la globalización.  Esta se caracterizó por el dominio del neo-liberalismo a ultranza, que tuvo sin embargo efectos paradójicos.  Los mas importantes fueron, en materia geopolítica, el lanzamiento de guerras asimétricas y de elección por parte de los Estados Unidos, intervenciones bélicas que fueron sin excepción un fracaso y que en vez de consolidar su dominio militar, lo debilitaron.  En segundo lugar, la misma extensión del capitalismo neo-liberal promovió el desarrollo acelerado de China y la desindustrialización de los EEUU.  Ese momento histórico, denominado Cimérica, terminó creando un nuevo gran rival.  En efecto, China  ha llegado a ser la segunda gran potencia (y candidata a ser la primera) al combinar el capitalismo salvaje con el estado-partido único y comunista.  A mi juicio tal combinación no es sostenible a largo plazo, pero en el mediano ha producido un gran rival para unos Estados Unidos que están divididos y relativamente paralizados. 

Los países que estaban en la órbita estable de las grandes potencias quedaron “libres” pero al garete, con resultados también paradójicos: por un lado una serie de estados fallidos (e.g. Iraq, Afganistán, Venezuela), y por el otro, el surgimiento de nuevas potencias intermedias: Irán, Turquía, y la India entre los mas notorios. 

Nació así nuestro presente geopolítico, caracterizado por un desorden pluri-lateral, una nueva serie de grietas entre y dentro de muchos países, y conflictos bélicos por doquier. En oposición al multilateralismo (promovido por algunas potencias intermedias como Australia, Canadá, Suiza y los países nórdicos) el pluri-lateralismo es un “sálvese quien pueda”. Si miramos hacia atrás no podemos evitar una reflexión nostálgica: los futuros de  nuestro pasado en nada se parecen al presente que nos ha tocado. Entre los conflictos armados se destaca una nueva guerra fría entre Rusia y los EEUU (ambos decadentes) que es una caricatura grotesca de la antigua Guerra Fría, con Ucrania como carne de cañón y la probabilidad de una guerra nuclear parcial y/o total. [1]

Nuestro período actual es profunda y extensivamente reaccionario, si por este término indicamos los esfuerzos, tanto dentro de muchos países como  entre ellos de volver hacia atrás (en lo interno el neo-fascismo, y en lo externo la guerra) en un delirio retrospectivo que los condena al fracaso, y sin que surja por el momento una alternativa de un orden mundial mas racional y alternativo.  La peor consecuencia de este desorden es la impotencia de  cada uno y de todos en conjunto frente a desafíos ambientales y demográficos que ponen en peligro existencial a la especie humana.


[1] La maquina de guerra norteamericana ha sido fortalecida por este nuevo conflicto  simétrico, con jugosos beneficios para el complejo industrial-militar.

Si te interesó este texto puedes suscribirte completando el formulario que aparece en esta página para recibir una vez al mes un breve resumen de la edición en español de Opinión Sur

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *