Las guerras se acaban de distintas maneras. En el mundo actual se prolongan en forma indeterminada, con posibilidad de un desenlace catastrófico para la civilización.
A lo largo de la historia hubo guerras terminables, guerras interminables, y guerras terminales. Las primeras acaban en una rendición formal o en un armisticio; las segundas se prolongan en el tiempo hasta que los beligerantes se desangren (y uno se rinda o se retire) o cuando sobrevengan otros acontecimientos mas importantes; y las terminales se acaban cuando desaparece completamente uno de los beligerantes, o en caso extremo, todos ellos (guerra nuclear total).
Daré unos ejemplos como datos ilustrativos: en el primero de estos casos buenos ejemplos son la Primera Guerra Mundial con el tratado de Versailles (1918) y la Segunda Guerra Mundial con la rendición incondicional de Alemania (1945). La guerra de los cien años (Francia e Inglaterra entre 1337 y 1453) ilustra el segundo caso, y la última guerra púnica es ejemplo del tercero, con la destrucción total de Cartago por parte de Roma (146 a C).
Los historiadores debaten sobre la “necesidad” de las guerras, es decir, las guerras inevitables o por el contrario las guerras de elección, o guerras “preventivas.” En nuestros tiempos, los Estados Unidos lanzaron varias guerras de elección con el propósito de extender o de sobre guardar su imperio (las principales fueron en Vietnam, Afganistán e Iraq). En ninguna de ellas se impuso, y debió retirarse al cabo de largos años, tratando de ofuscar el ser vencidos. En el caso de guerras interminables, comienzan con una indistinción terminológica entre declarar francamente una guerra o llamarla de otro modo (“intervención,” “operación especial,” etc.), y al final con otra indistinción entre fracasar y ser vencido. Esta indistinción lingüística es el privilegio de los mas poderosos, que disimulan su arrogancia o su humillación, pero no el de sus enemigos, que cuando prevalecen se consideran justamente liberados.
En este annus horribilis 2022, de la varias guerras en curso, la mas saliente y caliente tiene lugar en Ucrania. ¿Cómo caracterizar esta guerra en los términos precedentes?
En primera instancia la invasión rusa parece una guerra de elección, por un capricho del presidente autoritario de la Federación Rusa. Pero si llevamos mas atrás nuestra consideración, vemos que la agresión fue provocada por la extensión inconsiderada y desprolija de la OTAN en la periferia rusa, al incorporar países que antes eran el cinturón de seguridad de la antigua Unión Soviética, en violación de lo que entonces y ahora podría considerarse como el equivalente de la doctrina Monroe norteamericana en el hemisferio occidental.
En tal cinturón Ucrania siempre ocupó un puesto especial por razones históricas y geográficas. Una y otra vez Rusia advirtió que la incorporación ucrania al sistema europeo, y en particular su alianza militar le resultaría inaceptable –algo así como la última gota que haría rebalsar el vaso. Y el vaso rebalsó.
Una vez lanzada la invasión rusa, con la sorprendente resistencia del país invadido y la relativa incompetencia militar del invasor (pero no su prevalencia numérica y resiliencia estratégica), la guerra se transformó en un proceso sin el desenlace rápido previsto, es decir en un conflicto sine die. Pasó a ser de una operación relámpago (blitzkrieg) a una guerra interminable. La resistencia ucrania y el suministro cada vez mayor de armas sofisticadas de occidente alejó cualquier tentativa de negociación diplomática. En particular alejó la llamada “opción finlandesa”[1]: la neutralidad de Ucrania con pérdida parcial de territorio a cambio del cese de hostilidad rusa directa. Tal opción es vista como una claudicación estratégica tanto por parte de la Federación Rusa como por parte de los Estados Unidos, el único gestor creíble (en poder de fuego) dentro de la OTAN.
Tanto la Federación Rusa como los Estados Unidos están hoy en manos de elites de poder belicosas y muy difíciles de controlar. En un aparte, quiero señalar que el tan vilipendiado (por sectores progresistas) presidente Trump no tenía al respecto tan malos instintos: odiaba tanto a la OTAN como al complejo industrial-militar de su país, y apreciaba con cierta comprensión la postura estratégica del presidente ruso Putin. Aun así, Trump (tal vez por su propia impericia) fracasó en su intento de controlar el establishment bélico norteamericano, hoy en pleno auge con la administración del “viejito simpático” Joe Biden y de la octogenaria jefa de la Cámara de Representantes (speaker of the House) Nancy Pelosi, que se propuso añadir leña al fuego de Ucrania con una provocación a China al otro lado del mundo en el caso de Taiwan. Los Estados Unidos hoy juegan con fuego nuclear, y lo siguen Rusia, Irán, Norcorea y otros por sus propias razones, pero nadie piensa sobriamente en el futuro de la humanidad.
En Ucrania se llegó así a una escalada cuyo desenlace es imprevisible, con gran sufrimiento humano, destrucción progresiva y masiva del país, y el riesgo de pasar a un conflicto general de orden mundial, que en este caso podría ser terminal. Conviene aquí hacer resaltar las opiniones del estratega de Chicago John Mearsheimer,[2] muy desentendido por el aparato comunicacional de ambos partidos en los EEUU. Muchas de sus opiniones son compartidas por el veterano Henry Kissinger, que no se anima a presentarlas con la franqueza de Mearsheimer. Las partes detrás del conflicto mantienen como última instancia un arsenal de mas de 12.000 ojivas nucleares.[3] Es el llamado doomsday scenario (escenario del fin del mundo) del que nos habíamos alejado al fin de la Guerra Fría[4].

Frente a esta dramática situación, la solución menos siniestra pero aun posible después de un muy prolongado conflicto y destrucción física y social de la sociedad ucrania actual, sería la que podríamos llamar la “opción coreana”, a saber la división del territorio en dos Ucranias, una rusificada y otra occidental, en tensión perenne y sin armisticio oficial. Es la opinión de otro estratega destacado, el almirante Stavridis, antiguo comandante de la OTAN.[5] Será, si sucede, un triste desenlace pero no el peor, con desencanto de ambas partes, y aceptación a regañadientes de la “comunidad” internacional para evitar una guerra mundial.
[1] Se refiere al fin de la “guerra de invierno” entre Rusia y Finlandia en 1939-40.
[2] https://www.youtube.com/watch?v=GpNQg9faHo4
[3] Naciones con capacidad de creación en la industria militar nuclear
País | Ojivas nucleares activas | Para desmantelar |
Rusia | 6375 | 2060 |
Estados Unidos | 5800 | 2000 |
China | 350 | 0 |
[4] Recordará el lector el famoso film de humor sarcástico del director Kubrik titulado Dr. Strangelove, or How I learned to Stop Worrying and Love the Bomb. https://www.youtube.com/watch?v=d-X_D2JUAAY
[5] https://www.newsweek.com/russia-ukraine-bound-korean-war-ending-4-6-months-stavridis-1725354
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