Repensar la Dependencia

arton428Nada mejor que la crisis actual para desempolvar la vieja teoría de la dependencia y seleccionar lo bueno que de ella queda. Tenemos que conocer qué lazos se rompen y qué otros lazos nos conviene tejer. Crisis y criterios

Curioso es el destino del pensamiento, sobre todo en épocas de crisis. A medida que la crisis actual continua su destructora evolución, algunas regiones se ven mas afectadas que otras –a veces en contra de antiguas expectativas. Esa es la novedad. Hasta hace poco, los enfoques neoliberales sostenían que en aquellos lugares donde no se daban los “buenos fundamentos económicos” (definidos como tal por su teoría), se producían o se producirían crisis financieras (Krugman, 1979); Obstfeld, 1986). Sin embargo, la crisis se desató entre los “buenos” maestros antes de que afectase a los “malos” alumnos. En América Latina, varios países que en la época neoliberal “hicieron buena letra”, o que, sin hacerla demasiado, se beneficiaron del crecimiento económico global, se encuentran ahora en graves dificultades, y se arriesgan a perder los logros de hace diez años. La crisis actual iguala a buenos y malos, y hasta invierte las antiguas jerarquías. Como en el tango Cambalache, “dale que va, todo es igual…..”.

¿Cuáles son las causas del desempeño económico del ultimo decenio en América Latina? Para encontrar una respuesta hay que tener en cuenta no sólo la capacidad productiva del sistema económico, sino también y sobre todo su estructura y las determinaciones de esa estructura. Para ello no hay que tener miedo a hacer un repaso de los enfoques teóricos made in Latin America de 50 a 30 años atrás, que muchos consideran superados, cuando no olvidados. En esta crisis mundial mucha gente seria se ha puesto a consultar a economistas muertos y a otros ya ancianos. En nuestro caso conviene repasar dos corrientes de pensamiento latinoamericano: el estructuralismo y la teoría de la dependencia. Cuando lo hacemos, encontramos en ellos algunas buenas pautas de interpretación de la situación actual. Para encontrarlas hay que usar el procedimiento siguiente: primero, rescatar las ideas principales de las antiguas teorías y ver si aun son válidas; segundo, trazar un mapa claro de la crisis mundial y ver la posición de América Latina como la verían los propulsores de aquellas teorías; y finalmente, siempre desde esa perspectiva, construir escenarios virtuales de posibles desarrollos.

Vida y muerte del dependentismo

Dependencia y desarrollo: ¿se acuerdan de la frase? Así se titulaba una teoría que tenia aspectos empíricos y componentes normativos. El fin de esa teoría, me parece, tuvo mucho que ver con algunas políticas públicas equivocadas que de ella se derivaron. Sin embargo, como veremos, tuvo un lado positivo, como por ejemplo la hipótesis de Singer y Prebisch, que nos proporciona todavía hoy un buen marco analítico. Sin entrar en la historia del surgimiento y evolución de la teoría de la dependencia (para ello ver Ferraro, 1996), las proposiciones principales de la teoría son las siguientes:

_ – La estructura de la economía mundial divide a los países en centrales (metropolitanos) por un lado, y en periféricos (satélites) por el otro. El desarrollo económico de estos últimos es “estructurado” por los procesos y las políticas de los primeros. En otras palabras, algunos países tienen posibilidad de elegir y controlar el camino de su desarrollo mientras que otros deben seguirles el tren. En la formulación de Theotonio dos Santos “La relación de interdependencia entre dos o mas economías, y la que hay entre estas y el comercio mundial, toma forma de dependencia cuando algunos países –los dominantes—pueden crecer en forma auto-sostenida, mientras que otros países –los dependientes—solo pueden crecer como reflejo de la expansión de los primeros, lo que puede tener efectos positivos o negativos sobre su desarrollo inmediato.” (dos Santos, 1970: 231)

_ – El subdesarrollo es un fenómeno completamente diferente del no-desarrollo. En algún momento los países actualmente desarrollados fueron países sin desarrollo. En otras palabras, su potencial económico no estaba aprovechado. Sin embargo tenían un alto grado de autonomía y una posibilidad de “elegir” o “caer en” un curso de crecimiento económico sostenido. Los países subdesarrollados se encontraron en posición distinta. A pesar de utilizar su capacidad productiva a veces hasta el máximo, la dirección de su desarrollo fue por carriles predeterminados por las características del sistema de intercambio internacional. Para citar a Machado, los países desarrollados “hicieron camino al andar.” Los subdesarrollados tuvieron que seguir por la trama vial trazada por los primeros. En última instancia, la teoría de la dependencia es una reflexión sobre el poder de la secuencia en la historia económica mundial. Otra forma de expresar esta idea seria decir que los países desarrollados encontraron la estructura adecuada para hacer su sistema, mientras que los subdesarrollados se encajaron en el sistema estructurado por aquellos. Las necesidades de los desarrollados primerizos dan prioridad o postergan, promueven o reprimen, el desarrollo de los distintos sectores (países, regiones) de la periferia. No se trata solo de trabas o impedimentos, ya que a veces las necesidades de los mas desarrollados facilitan el crecimiento de los rezagados, pero a favor de necesidades exógenos (Frank, 1967).

_- El esquema de dependencia estructural condena a los países subdesarrollados a seguir los vaivenes económicos de los países centrales. Una recesión en la metrópolis afecta lógicamente a los satélites, y desacelera su crecimiento.

_ – La dependencia se perpetua y reproduce en distintos niveles. Se trata no ya sólo de una división rígida entre centro y periferia, si no también una asimetría de poder, que es su dimensión política. El sistema depende, por ejemplo, de la existencia de elites locales con fuertes lazos con el centro. Como dice Ferraro, “esas elites se han entrenado en los estados dominantes y comparten valores culturales con las elites de los países dominantes. De esta manera, la relación de dependencia es en cierta medida ‘voluntaria’. No hace falta argumentar que las elites de un estado dependiente traicionan adrede los intereses de los pobres; las elites creen sinceramente que la clave del desarrollo esta en seguir las recetas de la doctrina económica liberal.” (Ferraro, 1996) De esta manera la dependencia se encuentra en toda la trama social.

_ – El mantenimiento de la relación de dependencia favorece los intereses de los países centrales. Pueden colocar sus productos en esos mercados, y al mismo tiempo acceder a los recursos naturales de la periferia. La relación se perpetua a través de una compleja red de medios políticos, culturales, económicos, y hasta militares, cuando son percibidos como necesarios. Realidades y percepciones se mezclan en esta relación.

_ – Cuando la relación de dependencia se afloja, los países periféricos tienen una mejor posibilidad de desarrollo (Frank, 1967). Esto sucede cuando existe una perturbación en la metrópolis –una crisis financiera, económica, o política. Los ejemplos mejor conocidos son una gran depresión económica y una guerra. Sin embargo, los lazos de dependencia por lo general se reestablecen al finalizar una emergencia de ese tipo. El desarrollo periférico se desacelera y los países periféricos retornan a las vías trazadas por los mas fuertes.

Todas estas proposiciones contienen una fuerte carga normativa, razón por la que han dado lugar a llamados a la resistencia o a la ofensiva “contra el imperio.” Pero conviene detenerse en las tesis mismas y someterlas a la prueba empírica. Si el subdesarrollo es inevitable en un sistema de dependencia, entonces es de esperar que un aislamiento económico relativo sea el pre-requisito de un desarrollo sustentable. Las recomendaciones prácticas de los teóricos de la dependencia fueron consecuentemente las siguientes:

_ -El desarrollo debe realizarse en función del interés nacional que se define en forma distinta y con diferentes componentes en cada país. Dado que los países subdesarrollados tienen una desventaja inicial en los mercados (sobre todo en material de industria) el estado debe suplir esa debilidad con intervenciones amplias y enérgicas. Dejado a su arbitrio, el mercado tiende a perpetuar las relaciones de dependencia e impide alcanzar el potencial industrial de esas economías.

_ – Entre las medidas concretas se destaca el impulso del estado a industrias estratégicas. No se trata de aprovechar las ventajas “naturales” comparativas, sino de crear nuevos emprendimientos con ventaja comparativa.

_ – Una estrategia importante es el desarrollo del mercado domestico a través de un modelo sustitutivo de importaciones de bienes manufacturados. Esta estrategia comporta restricciones a las importaciones e incentivos crediticios y otros para la industria nacional.
Se recomienda también la nacionalización de sectores claves de la economía, en particular aquellos en manos extranjeras. Para los teóricos de la dependencia la inversión extranjera extrae plusvalía y transfiere recursos fuera de los países latinoamericanos.

El propio desarrollo de muchos países latinoamericanos en los últimos 40 años tiende a invalidar las propuestas de la teoría de la dependencia. Tal es el caso del Brasil, el mas importante país de la región. Sin embargo, y curiosamente, la teoría de la dependencia parecería encontrar prueba empírica en el caso de los llamados “tigres asiáticos” (Corea del Sud, Taiwan y otros), donde el estado siguió estrategias muy parecidas a las recomendaciones de los teóricos de la dependencia.

En el caso de América Latina se multiplicaron los ejemplos que niegan las predicciones de los teóricos de la dependencia. Además, la critica teórica fue abundante, sobre todo el rechazo del modelo de sustitución de importaciones (ISI). Es difícil negar la importancia del libre comercio en el crecimiento de todos los países.

Aunque resulte tentador entrometerse en los debates entre los teóricos de la dependencia y los economistas neoliberales (Raffner, 1987; Tausch, 2003), mas importante es examinar los datos empíricos de la evolución económica de América Latina en las ultimas décadas. Es aquí donde se puede evaluar la contribución de la teoría de la dependencia al entendimiento de la dinámica económica de América Latina.

Al concentrar la critica en las falacias de algunas recomendaciones practicas de la teoría de la dependencia, los economistas neoliberales evitan hablar de las contribuciones positivas de esa teoría. Los neoliberales no logran explicar los problemas estructurales señalados por los dependentistas y menos aun los saltos de desarrollo que se dan en países del Sur cuando los países del Norte están en crisis. Por otra parte, dentro de la teoría de la dependencia hay enfoques bastante distintos. Los “mas suaves” entre ellos tienen un fuerte poder explicativo.. In medias res. Ya en 1978 Fernando Henrique Cardoso hablaba de un “desarrollo dependiente asociado” como un modelo que traía muchos beneficios. A pesar de que cuando Cardoso asumio la presidencia del Brasil dijo a sus amigos intelectuales “olvídense de todo lo que escribí,” su gestión y la de su sucesor Lula confirman la tesis de un desarrollo dependiente asociado que ha llevado al Brasil al umbral de potencia mundial.

Hoy, en medio de una fuerte crisis global, los argumentos de los economistas neoliberales están perdiendo fuerza y el enfoque de la antigua teoría de la dependencia vuelve a adquirir cierto interés.

Breve historia de las crisis

A lo largo de los años 70 la tasa de crecimiento de muchos países de la región era bastante alta. Muchos países aplicaron algunas de las recetas derivadas de la teoría de la dependencia (sobre todo las sustitución de importaciones). Parecía entonces que esa era una buena estrategia para escapar al circulo vicioso de la dependencia.

Sin embargo esas recetas ignoraban los cambios que se estaban produciendo en la economía global. Eran soluciones para problemas de otras épocas. Si bien las grandes ideas de la teoría de la dependencia no eran erradas, los corolarios prácticos si lo fueron. En otras palabras, hubo buen diagnostico pero malos remedios. El error principal consistió en pretender encerrarse en si mismos (“vivir con lo nuestro”) en vez de adaptarse en forma creativa a un mundo en cambio. En otras palabras, de la dependencia no se sale con la “independencia” sino con la inter-dependencia. Fue este el secreto del éxito de muchas economías asiáticas, mientras América Latina se sumía en un nacionalismo económico corto de vista. Fue así que América Latina se vio vulnerada por dos cambios importantes en la economía mundial: el abandono del patrón oro y, el segundo, la acumulación de ganancias petroleras en los países árabes, que fueron reciclados en prestamos para países latinoamericanos. El abandono del patrón oro permitió a los EEUU dominar a la economía mundial sin tener que preocuparse de sus propias reservas. Se volvieron ellos la reserva de todos los demás. Los países del continente sudamericano se ataron al dólar como moneda de referencia y contrajeron deudas impagables en esa moneda que los EEUU inyectaban alegremente en todo el planeta. Las cuantiosas ganancias de los países petroleros, por otra parte, no se invirtió en su propio desarrollo sino en prestamos a terceros. Todo esto afecto a los países latinoemaricanos de dos maneras. Primero, se transformaron en el objetivo principal de los prestamistas (los bancos occidentales). Los capitales fluyeron en enorme cantidad hacia Sudamérica. Tamaña inyección produjo indigestión. El ciclo del endeudamiento comenzó, y terminó con enormes crisis, quiebras y lamentos. En vez de llegar a la interdependencia cayeron en una nueva dependencia, en particular del capital financiero internacional.

[Ver cuadro.->http://www.opinionsur.org.ar/cuadros-repensar dependencia.pdf]

Esta nueva dependencia fue algo muy parecido a lo que en el hemisferio norte se llama un “esquema de Ponzi” y en el sur una “cadena”, o estafa en serie: se pide dinero prestado para pagar prestamos anteriores y así hasta que la cadena se rompe dejando un tendal de victimas. Inicialmente el enriquecimiento es espectacular; pero pronto esa riqueza se desmorona como un castillo de naipes. El fácil acceso al capital financiero minó las bases del desarrollo latinoamericano. Corrupción, riesgo moral, y quiebra final fueron los resultados. El sistema de dependencia financiera entró en crisis terminal en 1982. A la crisis siguió la tristemente celebre “década perdida.” Las economías se recuperaron a través de recetas “neoliberales”, en su mayoría mal aplicadas, lo que llevó a otra crisis enorme a comienzos del siglo 21. El papel que desempeñaron los organismos multilaterales, lejos de mitigar la crisis, la acentuó, hecho que explica la fama de esos organismos en la región hoy en día.

Mi rápido repaso de las crisis latinoamericanas se debe a la razón siguiente. Es necesario ponderar estos antecedentes para comprender las posibilidades que se abren con la actual crisis global y para evitar caer en los mismos errores del pasado. Para ello hay que conocer un poco mejor las causas subyacentes de las crisis anteriores. La primera de estas causas es la debilidad de los mercados financieros en la región, que impide atraer capitales para estimular un desarrollo sano y sostenido. La segunda causa es la volatilidad de los recursos que América Latina exporta –las famosas commodities, “duras” y “blandas” que ponen a nuestros países a la zaga de sus vaivenes, sin poder controlar su desarrollo. Solo entra capital volatil que sale con la misma facilidad especulativa que la de su ingreso rapaz. Las fluctuaciones en los precios de los recursos exportables, por su parte, hace vulnerables a nuestras economías. Se pasa con gran rapidez de una fiesta, cuando los precios suben, al llanto y al quebranto cuando bajan.

¿Cómo salir de este dilema, de esta multiforme dependencia? La crisis actual, por se real y efectivamente global, presenta oportunidades de romper el circulo vicioso. La falta de capital volatil obliga a nuestros países a nuevas formas de colaboración regional y a un nuevo estado de espíritu favorable a un desarrollo local, integrado, y sostenido.

Las nuevas oportunidades

Seria ingenuo pretender que la crisis mundial por si sola, producirá una nueva independencia económica. Pero en algunos aspectos, varios hilos de dependencia se han roto. Se ha debilitado la influencia del capital financiero internacional. Combinado con el acceso al poder de nuevas fuerzas políticas, es de esperar un periodo de experimentación pragmática –a condición que no resuciten viejas ideologías. Es cierto que la crisis producirá un drenaje de capitales de América Latina. Pero al mismo tiempo se debilitará el dominio del capital de los países del Norte. La situación es ambigua e incierta, pero no exenta de posibilidades positivas. El déficit de financiamiento puede obligar a nuestros países a llamar a la puerta de organismos multilaterales, con la secuela de condiciones y dependencia que ya conocemos. Sin embargo hay formas de evitar la trampa de la dependencia. Una de ellas es conseguir líneas de crédito sin utilizarlas, como ya lo han hecho varios países. Esto produce confianza en los mercados de capitales sin generar dependencia. Por otra parte, los países en desarrollo hoy están en condiciones de negociar las condiciones que pretenden imponerle los prestamistas del Norte. La otra vía es la creación de polos de capital regional para estimular el desarrollo local. Se trata nada menos que romper el monopolio del capital financiero del Norte. En tercer lugar, el rol del estado será muy importante en esta fase de salida de la crisis, y su intervención (si es inteligente) encontrará menos resistencia que antes, ya que todas la economías del planeta hoy recurren al estado. Políticas fiscales inteligentes serán determinantes en este aspecto. La política impositiva, los premios a la inversión local, y otras medidas “desarrollistas” se abrirán camino.

Otras alternativas son la creación de fondos de capital locales y regionales, lo que significa una estrategia financiera especifica, para estimular la inversión local.

En las condiciones actuales de interdependencia global perseguir la autarquía seria nefasto. Hasta me atrevo a decir que un desarrollo dependiente es siempre preferible al aislamiento económico. El “vivir con lo nuestro” no es ni posible ni deseable. Hay que aprender a distinguir entre los diversos grados y las distintas pautas de la dependencia.
No cabe duda que la misma realidad ha superado las viejas tesis de Singer y Prebisch, basadas en un modelo muy simple de división internacional de trabajo, de términos de intercambio, y de ventajas comparativas. Así, la distinción entre productos primarios (o recursos naturales) y productos manufacturados se ha vuelto obsoleta. Los productos primarios de antaño son hoy objeto de una producción y elaboración industrial. Las ventajas comparativas no son “dadas” sino creadas. Y los términos de intercambio son reversibles con la aplicación de buenas estrategias. Esto lo entendieron los países asiáticos, pero esa sabiduría llegó muy tarde a las costas latinoamericanas. La verdadera distinción es entre productos específicos (donde se pueden crear ventajas competitivas) y productos sustituibles, que estarán siempre a la zaga de la concurrencia y que solo se sostienen con políticas proteccionistas, negativas a largo plazo.

Semejante “modernización” del pensamiento estratégico ha sido ajena a los críticos latinoamericanos de la dependencia. Sabemos muy bien que tal estrategia no es concebible dentro de un estilo neoliberal de pensamiento, pero también se aleja de un supuesto nacionalismo económico hoy muy pregonado por algunos gobiernos “progresistas” de América Latina. No vale la dependencia ni tampoco la independencia mal concebida. En otras palabras, la ruptura de los lazos de dependencia que la crisis internacional produce es para los países del sur solo una oportunidad, no una garantía. Como en toda crisis, el margen de error es grande.

La crisis de hoy tendrá repercusiones serias (muchas de ellas negativas) en América Latina. Se romperán antiguos lazos, se fracturaran las elites, y se producirán fuertes tensiones sociales. Pero al mismo tiempo se debilitarán algunas antiguas y poderosas resistencias al cambio. Mucho dependerá de la perspicacia y sentido de futuro de las dirigencias que han de ejercer el poder. Ni el populismo, ni el nacionalismo, ni el anti-imperialismo son buenas guías: son fiestas de hoy que se aguarán mañana. Las buenas políticas pro desarrollo independiente son menos ruidosas: se basan el una larga visión de futuro, en una colaboración regional seria, y en un amplio consenso en torno a políticas de estado. Países como Chile y Brasil ya están encaminados por esa vía.

Conclusión

Hay mucho de saludable y de salvable en la antigua teoría de la dependencia, a condición que esta incorpore la lección de los errores políticos del pasado. Nada mejor que la crisis actual para desempolvar esa teoría, seleccionar lo bueno y eliminar lo obsoleto en ella. Este ejercicio nos ayuda a saber qué lazos se han roto en la crisis actual y qué nuevos lazos hay que crear en el orden financiero y en el orden productivo y sobre todo qué tipo de integración regional es viable y deseable.

Referencias

Krugman, Paul. 1979. “A Model of Balance of Payments Crisis”, Journal of Money Credit and Banking 11: 311-332.
Obstfeld, Maurice. 1986. “Rational and Self Fulfilling Balance of Payments Crises,” American Economic Review 76: 72-81.
Frank, André Gunder. 1989. “The Development of Underdevelopment,” Online Article, http://findarticles.com/p/articles/mi_m1132/is_n2_v41/ai_7659725/.
Cardoso, Fernando Henrique and Enzo Faletto. 1978. Dependency and development in Latin America. California: University of California Press.
Tausch, Arno. 2003. “Social Cohesion, Sustainable Development and Turkey’s Accession to the European Union: Implications from a Global Model,” Alternatives: Turkish Journal of International Relations 2, http://www.alternativesjournal.net/volume2/number1/tausch.htm.
Ferraro, Vincent. 1996. “Dependency Theory: An Introduction,” Working Paper, http://www.mtholyoke.edu/acad/intrel/depend.htm.

Dos Santos, Teotonio. 1970. “The Structure of Dependence,” The American Economic Review 60: 231-236.
Raffer, Kunibert. 1987. Unequal Exchange and the Evolution of the World System, Reconsidering the Impact of Trade on North-South Relations. Macmillan/ St. Martin’s Press, London & New York.

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