Reflexiones

Acerca de la globalización de la indiferencia

Las sociedades económicamente más avanzadas desarrollan la tendencia a un marcado individualismo que, combinado con la mentalidad utilitarista y multiplicado por la red mediática, produce la ‘globalización de la indiferencia’. En este escenario, las personas migrantes, refugiadas, desplazadas y las víctimas de la trata, se han convertido en un emblema de la exclusión porque, además de soportar dificultades por su misma condición, con frecuencia son objeto de juicios negativos, puesto que se las considera responsables de los males sociales.

Francisco

Acerca de por qué interesa la política

¿Por qué me interesa tanto la política? Si pudiera responder de una forma muy sencilla, diría lo siguiente: ¿por qué no debería interesarme? Es decir, qué ceguera, qué sordera, qué densidad de ideología debería cargar para evitar el interés por lo que probablemente sea el tema más crucial de nuestra existencia, esto es, la sociedad en la que vivimos, las relaciones económicas dentro de las que funciona y el sistema de poder que define las maneras, lo permitido y lo prohibido de nuestra conducta. Después de todo, la esencia de nuestra vida consiste en el funcionamiento político de la sociedad en la que nos encontramos. No estar interesado en la política es lo que constituye un problema.

Michel Foucault

Acerca de la instalación social de la grieta

Fue muy eficaz la instalación social de la grieta, muy eficaz para el mal porque es un desastre lo que están haciendo con la ruptura del tejido social, la ruptura de vínculos familiares, amistosos. Eso, ¿a quién le conviene? Al poder. Entonces, el campo popular militó el odio. Y yo creo que esa fue una colonización del campo popular porque una cosa es el conflicto político como conflicto de intereses, como debate, como sublimación del odio, y otra cosa es la promoción que realizó el poder, sobre todo algunos periodistas innombrables. Y el campo popular también se puso a militar el odio. Si nosotros hablamos de batalla cultural, uno de los primeros programas en esta batalla cultural es resolver este odio. Hay que resolverlo porque no es por ahí que nos vamos a orientar en un camino emancipatorio. El neoliberalismo precisa culturas sin política. El odio es fantástico como cultura sin política porque si el conflicto político lo tramitamos como «malos» y buenos», como «corruptos» y «decentes», se transforma en un conflicto moral. Es la moral en lugar de la política. ¿A quién beneficia, entonces, la instalación del odio? Solamente al poder porque se obtiene una cultura con un tejido social todo dividido y una cultura despolitizada porque el asunto es de «buenos» y «malos». Esa es la forma que tienen ideologías totalitarias, como el nazismo y el neoliberalismo, de tramitar el conflicto político. Es una trampa. En lugar de conflicto se produce la estrategia del enemigo interno. Es el odiado.

Nora Merlín

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