Precios y Trabajo en la Nueva Economí­a

Lo que guía esta serie de artículos de Neva Goodwin que Opinion Sur comienza a publicar es la necesidad urgente de descifrar cómo una economía que no crece –incluso una que se estuviese encogiendo – va a poder sostener el bienestar de las personas a la par que se comienza a restaurar la salud del medioambiente. La autora considera que la teoría económica del siglo veinte no está capacitada para conceptualizar bien este problema, especialmente cuando ve el crecimiento como necesario para los empleos, los empleos necesarios para disponer de los ingresos y los ingresos necesarios para el bienestar. En su extraordinariamente profético ensayo, ¨Posibilidades Económicas para nuestros Nietos¨ -“Economic Possibilities for our Grandchildren”- (1930), John Maynard Keynes se refirió a la lucha por la subsistencia como ¨el problema económico¨, y anticipó que, dada la velocidad del cambio tecnológico haciendo el trabajo más productivo que nunca, ¨en nuestras vidas…seremos capaces de efectuar todas las operaciones de agricultura, minería, y manufactura con un cuarto del esfuerzo humano al que nos hemos acostumbrado¨. Predijo que ¨el problema económico¨ estaría resuelto en la época de la generación de sus nietos (o aproximadamente en el 2030).

De hecho esta predicción ya se ha confirmado: la raza humana tiene la capacidad de alimentar, vestir, proveer vivienda y atención médica básica a todos sus miembros. Que no lo hagamos –que un cuarto de la población mundial todavía viva en situaciones de abyecta pobreza- no se debe a que seamos tecnológicamente incapaces. Es, en cambio, porque los sistemas económicos prevalecientes proveen a algunas personas, pero no a todas, con los medios para ser altamente productivas en el sentido de producir mucho de lo que se valora en los mercados del mundo; mientras que otros casi no pueden producir lo suficiente para sus propias necesidades, o trabajan en empleos cuyos resultados son recompensados con una muy baja paga.

Karl Marx propuso una solución muy atractiva a esto, en el slogan ¨de cada uno según su habilidad, a cada uno según sus necesidades¨ (“from each according to his ability, to each according to his needs.”). Regímenes socialistas o comunistas que se propusieron poner en práctica este slogan durante el siglo XX fueron en general menos exitosos que las alternativas capitalistas. Sin embargo, a medida que nos adentramos en el siglo XXI, los sistemas capitalistas también están mostrando graves fallas y tensiones. Muchas economías contemporáneas son funcionales a las demandas de los ricos pero no a las necesidades de los pobres. Al mismo tiempo, las economías del mundo han excedido la capacidad de la ecósfera para absorber los deshechos que generan y ahora enfrentan consecuencias catastróficas, a menos que hagan un dramático cambio de rumbo.

La necesidad más importante es descifrar cómo una economía que no crece–incluso una que se está encogiendo- podría proveer bienestar a las personas mientras se comienza a restaurar la salud del medioambiente. La teoría económica del siglo veinte no tiene la capacidad de conceptualizar bien este problema, especialmente dado que describe el bienestar como dependiente del ingreso, el ingreso dependiente del empleo, y el empleo dependiente del crecimiento.

Desenmarañar esta cadena requerirá de algunos cambios radicales en la teoría económica de modo que pueda incorporar realidades económicas ya existentes. La teoría debe focalizarse en la meta última del bienestar humano, en el presente y en el futuro, antes que en las metas intermedias de crecimiento, riqueza financiera, o la maximización del consumo. Y debe encontrar maneras de considerar valores humanos e identificar los lugares en los que son más relevantes que los valores de mercado, o los precios.

Esta serie de ensayos se focalizarán especialmente en los desafíos relacionados al tema del trabajo en el siglo XXI. Tendrá en cuenta tanto el trabajo pago como el impago, dándole a este último la atención que merece pero que no recibe en una teoría focalizada en el mercado. Considerará el caso del empleo tecnológico planteado por Keynes. También considerará la posibilidad que las restricciones de recursos en efecto reduzcan la productividad del empleo. Describirá escenarios en lo que hace a diferentes posibilidades para la futura productividad laboral y el bienestar humano. Luego propondremos maneras de cambiar nuestra economía para ocuparnos de los verdaderos peligros y oportunidades como también de las falencias teóricas, delineadas en la primera mitad de los ensayos.

Un conjunto de cuestiones críticas para entender las posibilidades de una nueva economía

Gran parte de la teoría económica se basa en el hecho que los precios afectan nuestras vidas de muchas maneras. La gente tiende a asociar este hecho con dos creencias: los precios son fijados por el mercado y sólo los mercados deberían fijar los precios. Argumentaré que los mercados, de hecho, no hacen un buen trabajo de fijar algunos de los precios que son más importantes en nuestras vidas; y que otras fuerzas sociales deberían, y pueden, tomar más control intencional en ciertas áreas de algunos procesos de formación de precios.

Esta conclusión no es tan radical como suena, dado que en la realidad muchos precios ya son fijados por un conjunto más complejo de factores que tan sólo la oferta y la demanda determinadas por el mercado. La razón por la cual generalmente no somos conscientes de ello es que nuestras percepciones han sido moldeadas por una teoría económica que ha ido demasiado lejos en definir un tipo particular de economía como ideal, y luego en establecer qué debemos y no debemos hacer –o creer- para que este ideal se materialice; que, de hecho, nunca lo hace.

De ahí que una parte de esta serie de ensayos versará sobre la teoría económica que nos impide ver ciertas oportunidades que están frente a nuestros ojos. Dado que estas veladas oportunidades constituyen senderos para superar graves problemas, muchas veces también desviamos nuestros ojos de los problemas mismos creyendo que son esencialmente insolubles. No lo son. Han parecido serlo porque carecemos de un marco teórico que pueda darles sentido, y también porque cada uno es parte de un conjunto de problemas y cuestiones que están interconectadas hasta un casi desconcertante grado.

Cuando se intenta comprender un muy anudado enredo, es necesario descifrar de qué hilos tirar. Enumeraré un listado de entrelazadas cuestiones que he estado tratando de ordenar al pensar en la nueva economía y luego tomaré un manojo de hilos que considero son los que más probablemente nos conduzcan a nuevas formas constructivas de entendimiento.

1) Antes que nada está el asunto de escala en la relación entre la actividad económica y la salud ecológica. La economía global parece, según muchos indicadores, haber excedido la escala de actividad económica que es ecológicamente sustentable. Esto sugiere la necesidad de encontrar, especialmente para los países afluentes, un objetivo alternativo al del crecimiento como ha sido entendido, por ejemplo, en términos de PBI.

2) La relación entre actividad económica y bienestar humano en cuanto al consumo suscita las preguntas: ¿Qué tipos de producción contribuyen al bienestar de las personas? Y, ¿cómo puede la actividad económica, incluyendo los sistemas de producción, ser refocalizados hacia la mejora del bienestar – más que en simplemente la maximización del consumo?

3) La relación entre tecnología y trabajo. En esto las preguntas más apremiantes son: ¿la tecnología incrementará la productividad laboral, por ende los salarios, más rápido que lo que son reducidos por la degradación y el agotamiento de los recursos? Y, ¿la cantidad de trabajo que se necesita será inevitablemente reducida por la tecnología en conjunto con una economía que se achica por las restricciones ecológicas?

4) La relación entre trabajo y bienestar en una reorientada economía post-crecimiento. ¿Cuáles, aparte de un sueldo, son los valores del trabajo? ¿Hay metas más allá del pleno empleo que deban ser consideradas? ¿Cuál es la importancia del tiempo libre y el esparcimiento en nuestro replanteo del trabajo y el bienestar?

5) Hay un enorme, muy inesperado cambio demográfico sucediendo: una ralentización del crecimiento poblacional y luego es probable (aunque no seguro) un retroceso hacia un descenso poblacional. Esto es predecible o ya ha comenzado en una buena parte del mundo.

6) Con todas estas complejas interrelaciones en mente, el gran desafío práctico es encontrar las maneras menos dolorosas –tal vez aun las más emocionantes- de hacer la transición de los sistemas económicos existentes a sistemas que sean social y ecológicamente justos, sustentables y satisfactorios. Si no logramos hacer una ordenada vuelta en redondo respecto a nuestra actual dependencia del crecimiento, el resultado será el desastre ecológico –por ende económico y social- a una escala prácticamente inimaginable. Citando el subtítulo del innovador libro de Peter Victor sobre el tema, nuestra mejor esperanza es ¨más pequeña por diseño, no por desastre¨. Al enunciar este desafío sugiero tanto los elementos básicos de la nueva economía –debe ser social y medioambientalmente justa, sustentable y satisfactoria- como implícitamente expongo por qué necesitamos una nueva economía: porque estas palabras no caracterizan la economía que tenemos ahora.

A largo plazo, la escala de la economía es el elemento más crítico en este listado; pero no se puede llegar al largo plazo de un solo salto, aun cuando este largo plazo no esté tan lejos; ciertamente, no nos referimos sólo a la generación de nuestros hijos y nietos, sino probablemente también a la nuestra. Para llegar allí, conceptualmente y en la práctica, debemos considerar, creo, algunas cuestiones de corto plazo referidas al empleo. Pero éstas, también, han sido muy difíciles de comprender dadas las presunciones teóricas que operan en contra nuestro.

Debería enfatizar que, mientras que las cuestiones teóricas son relevantes para todo el mundo, las conclusiones y sugerencias prácticas que luego describo se refieren específicamente a los países afluentes. Algunas de las sugerencias también serán relevantes para los países en desarrollo, pero las circunstancias son en muchas formas tan distintas que todo esto tendría que ser substancialmente reescrito al considerar su situación.

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