Polí­ticas de pleno empleo, estabilización del clima y balance ecológico

Tras la crisis financiera global, el Keynesianismo ha tenido un cierto resurgimiento. Ahora existe un potencial significativo para el “Keynesianismo Verde” – combinando políticas fiscales keynesianas con objetivos medioambientales. Pero también existen tensiones entre las dos perspectivas de Keynesianismo y la economía ecológica. El keynesianismo tradicional es guiado por el crecimiento, mientras que la economía ecológica enfatiza limitaciones al crecimiento. Estas aparentes contradicciones pueden ser resueltas y las políticas del Keynesianismo Verde ofrecen una solución tanto al estancamiento económico como a las amenazas medioambientales globales[[Jonathan Harris es el Director del Programa de Teoría y Educación en el Instituto de Desarrollo Global y Medioambiente, de la Universidad de Tufts. Este artículo es la última sección del Documento de Trabajo Keynesianismo Verde: más allá de los paradigmas de crecimiento Tradicionales (Green Keynesianism: Beyond Standard Growth Paradigms) [Descargar el documento de trabajo->http://www.ase.tufts.edu/gdae/Pubs/wp/13-02HarrisGreenKeynesianism.pdf?utm_source=GDAE+Subscribers&utm_campaign=26f4d2ec52-TE_WP_Release_2_14_2013&utm_medium=email]. ]]

¿Cómo sería una mezcla de política Keynesiana Verde orientada a una combinación de objetivos económicos y ambientales? Hay muchas opciones, pero he aquí algunas posibilidades:

– Aumento de contrataciones en el sector público: docentes, policías, empleados de tránsito y parques, etc.

– Readaptación edilicia de gran escala financiada públicamente pero llevada a cabo por contratistas privados.

–  Mayores gastos en Investigación y Desarrollo acompañados de una inversión en educación superior (tal como el satélite “Sputnik” promovió una más sólida educación en ciencias en los años 50).

– Mayor inversión en eficiencia energética y energías renovables, en parte pública y en parte incentivando la inversión privada.

– Inversión en transporte público e infraestructura.

– Impuesto al carbono o su equivalente (tope y canje con subasta).

– Reciclar lo recaudado por impuestos al carbono en eficiencia energética, energías renovables y reembolsos progresivos.

– Inversión en infraestructura: ferrocarril de alta velocidad, transporte público, edificios ecológicos.

– Estándares de eficiencia para automóviles, maquinaria, edificaciones.

– Crédito preferencial o subsidio para inversiones en eficiencia energética.

– Reforma financiera y re-regulación incluyendo el equivalente a la ley Glass-Steagal de protección y división entre operaciones bancarias básicas e inversiones de riesgo (otro antecedente Keynesiano).

Y a nivel internacional:

– Un fondo global de Inversión para inversiones en eficiencia energética y energía renovable (como el Banco Mundial pero con un enfoque en energía libre de carbono).

– Esquemas integrados de tope y canje para economías industrializadas con créditos de carbono para países en desarrollo, incluyendo agricultura y silvicultura.

– Transferencia de tecnología en eficiencia energética y energía renovable, con dispensa de propiedad intelectual y reglas de subsidio de la Organización Mundial de Comercio (OMC) para las economías menos desarrolladas.

– Esquemas de microcréditos para energía solar, eólica y preservación ecológica a nivel local.

Este listado de políticas es bajo ninguna circunstancia exhaustivo; pero procura sugerir los lineamientos para un acercamiento nuevo y más optimista a la política económica. Así como el impacto del análisis Keynesiano ayudó a superar problemas aparentemente imposibles de tratar de la Gran Depresión de los años ’30, una visión Keynesiana revisada que incorpore lo ecológico puede ayudarnos a salir de los sobrecogedores problemas de estancamiento económico, crisis de endeudamiento y amenazas medioambientales globales que hoy enfrentamos.

La necesaria reorientación teórica y política requiere un abandono de la estrecha visión que hasta hace poco ha caracterizado a la economía moderna. Tomando elementos tanto de la tradición histórica del Keynesianismo como de la visión moderna de la economía ecológica, las herramientas están disponibles para orientar una nueva respuesta social capaz de movilizar fuerzas del capital humano y de la tecnología de modo de responder a problemas económicos, sociales y medioambientales. La principal dificultad yace no en los desafíos prácticos, si bien son considerables, sino en superar los hábitos restrictivos de pensamiento que limitan el alcance de la teoría y la política económica.

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