La encrucijada europea

El cambio de la postura estratégica de los Estados Unidos frente a Europa bajo la hipotética segunda administración de Donald J. Trump puede ser un tiro que salga por la culata a la postura liberal, internacionalista y belicista que adoptaron los Estados Unidos al fin de la Guerra Fría pero que no se ajusta a la realidad geopolítica actual. Una de sus consecuencias no previstas por los EEUU sería no la desintegración de Europa sino su emancipación de la tutela norteamericana.

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En el contexto geopolítico actual que es al mismo tiempo muy mediático y muy mediocre, resulta difícil distinguir una amenaza seria de una payasada.  La reflexión es pertinente frente a las posibilidad de que Donald Trump vuelva a ocupar la Casa Blanca.  Dada su propia indistinción entre líder o payaso (en ambos casos se trata de un sujeto peligroso), mejor que angustiarse ante la perspectiva de su posible retorno al poder es pensar en una potencial respuesta estratégica por parte de los aliados europeos.

La reciente amenaza de Trump[1] de dejar que Putin ataque a un miembro de la OTAN si los Europeos no aumentan sus propios gastos militares es por cierto un peligro, pero es también una oportunidad para Europa: nada menos que negociar un nuevo acercamiento a Rusia manejando con pericia tanto el garrote como la zanahoria.

La presión de los Estados Unidos por una Europa más compacta y aguerrida (primero con Trump y luego con Biden) ha logrado algo positivo: una Europa más compacta puede suturar sus actuales heridas internas tomando en serio a sus propios disidentes (los populistas de derecha) cuyas críticas y protestas no son todas insensatas. Si los EEUU amenazan con abandonar Europa, Europa debe distanciarse de los EEUU y cambiar la narrativa estratégica. 

La “amenaza” de Trump debe ser la ocasión de un regreso europeo a una verdadera y franca Realpolitik.[2]  En plena Guerra Fría lo hizo Henry Kissinger a favor de los EEUU, cuando selló un nuevo entendimiento (detente) con la cúpula soviética[3]. El paso ineludible para lograr ese objetivo final de otra Europa es dar por terminada la guerra en Ucrania con un compromiso que deje que las dos partes beligerantes salven la cara.  Como en su momento (1940) lo debió hacer Finlandia, se trata de rendir algo de su territorio a cambio del abandono de cualquier pretensión maximalista por parte de Putin.  El foco principal debería ser la reconstrucción de una Ucrania independiente como federación de lazos variables, con fondos europeos y algunas inversiones rusas. Esto se arregla con una gradual deposición de las armas y con una nueva aplicación del dinero.  Desarme gradual y sostenido a cambio de mayor interdependencia económica. Dejar de hacer guerra unos contra otros a cambio de hacer plata todos juntos.  Los EEUU tendrán lo que Trump dice que quieren, pero con un cariz que no les va a gustar.

Si los EEUU pasan de usar a Europa como ariete y como un socio pago y más activo en el gasto militar (con Biden),  a pretender el debilitamiento de la OTAN y la división de Europa para que “no moleste” (con Trump), la emancipación de los miembros europeos de la OTAN respecto de los Estados Unidos (la organización podría incluso cambiar de nombre) debe ser asumida por Europa de manera creativa,  y tener como contrapartida un verdadero arreglo de seguridad con la Federación Rusa[4].  Esto implica abjurar por parte de la UE de toda apariencia de “cercar” a Rusia, y por parte de Rusia, abjurar toda pretensión de agredir para no ser agredida. El objetivo final y compartido no debe ser la “finlandización” de Europa sino la “europeización” de Rusia –al margen de los Estados Unidos.

Presupuestos militares en el mundo actual según el Instituto Internacional de Estudios Estratégicos[5]

PPP: Purchasing Power Parity –paridad de poder adquisitivo

Los norteamericanos acusan a los europeos de ser “free riders” (vividores).  Veamos: el supuesto free ride de Europa en términos de gastos militares (la acusación de Trump) es un resabio de la Guerra Fría.  En esa época fue un arreglo que beneficiaba tanto a Europa como a los Estados Unidos, que la utilizaba como primera línea de defensa frente a la Unión Soviética y evitaba la caída de Italia y Francia en el comunismo.  Por su parte, al quedar bajo el paraguas nuclear norteamericano y su poderoso presupuesto militar, los países europeos pudieron dedicar sus recursos –junto con la ayuda norteamericana– a mejorar el nivel de vida de su población, que llegó a superar en calidad de vida al American way of life, y por bastante lejos, como lo atestigua el inmenso atractivo turístico, para el público norteamericano que viaja, de una “Europa amable”[6]. Hoy, cuando la hegemonía norteamericana está en declino, al impulso proteccionista de Trump y sus secuaces se suma el resentimiento de un sector de la población norteamericana al hecho que muchos europeos viven mejor que ellos. Lo que quieren en realidad es amenazarlos y dividirlos para mantener su sumisión.

La respuesta europea no debe  ser pusilánime sino emancipatoria y desafiante: usar el reciente fortalecimiento de la OTAN europea como una etapa hacia una nueva dirección en materia de seguridad y cooperación. Para decirlo en  forma simplificada:  Europa dejará de ser un consumidor de la seguridad (o agresividad) norteamericana y pasará a ser un proveedor de seguridad, posición desde donde podrá negociar una detente con Rusia por un lado y una mayor distancia de los EEUU por el otro.  Podrá poner condiciones en ambos frentes y hacer su propia política con China[7]

¿Podrá Europa retrasar el reloj hacia una época en que la OTAN no era el caballito de batalla norteamericano para avanzar irresponsablemente sobre la zona de seguridad rusa en el Este europeo? No es nada seguro hoy cuando  Europa parece estar más atada que nunca al carro bélico de los Estados Unidos por el conflicto de Ucrania. Sin embargo, el cerril aislacionismo de Trump puede, sin quererlo, producir una saludable inversión de rumbo. Pensemos (¿soñemos?) en una alternativa.

La OSCE es la Organización para la Seguridad y la Cooperación en Europa. Con 57 estados de Europa, Asia Central y América del Norte, la OSCE es la organización de seguridad regional más grande del mundo.  A diferencia de la OTAN, la OSCE se ocupa en materia de seguridad, de la prevención de conflictos, y en general del fomento del desarrollo económico, del uso sostenible de los recursos naturales y del pleno respeto de los derechos humanos y las libertades fundamentales. En mi sueño utópico, alternativo al inestable “equilibrio” (balance of power) actual, la alianza defensiva sucesora de la OTAN se incorporaría a la carpa de la OSCE como un brazo armado, pero con el objetivo de negociar, desde una posición de fuerza, el desarme internacional progresivo y el mantenimiento de la paz en zonas de conflicto.  

Tal vez para evitar una tercera guerra mundial no podamos contar con la buena voluntad o la visión correcta de los liderazgos actuales, pero sí podemos esperar que, de vez en cuando, sus equivocaciones tengan como consecuencias indeseadas un resultado más sensato.  Tal vez desde el extremo Oriente, y en particular en China (a pesar de todos sus defectos y problemas) llegue la milenaria lección de Confucio con su insistencia en la armonía: sostener una tradicional paciencia estratégica frente al caos político norteamericano.


[1] La Casa Blanca y varios gobiernos europeos reaccionaron alarmados ante las palabras del precandidato republicano en un mitin de campaña, justo cuando Rusia incrementa su ofensiva bélica contra Ucrania https://www.youtube.com/watch?v=HOakgjuYZfg.  Esta posición es al mismo tiempo liberal, internacionalista y belicista.  No se ajusta a la realidad geopolítica actual.

[2] Para una exposición lúcida del enfoque realista en geopolítica, ver la entrevista a John Mearsheimer:  https://www.youtube.com/watch?v=huDriv7IAa0

[3] Kissinger mantuvo esta preferencia por la distensión (y no la provocación) hasta el final de su larga vida. Ver al respecto https://www.infobae.com/leamos/2023/11/30/no-provocar-a-rusia-y-aprender-a-convivir-con-china-las-dos-advertencias-con-las-que-kissinger-insistio-hasta-el-final/

[4] Los intentos en ese sentido fueron saboteados con éxito por los EEUU, provocando a los rusos hasta lograr que atacaran a Ucrania.  Ver al respecto la opinión bastante bien fundada de Jeffrey Sachs https://www.youtube.com/watch?v=YUifh-Wud4g

[5] Le debo la referencia del cuadro a Juan Tokatlian.

[6] Ver por ejemplo https://www.ricksteves.com/

[7] Me atrevo a decir que tal sería –si viviera—la posición de Charles De Gaulle.

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