El esclarecimiento y la organización social son componentes estratégicos para desmontar el desaforado proceso de concentración de la riqueza y el poder decisional, condición necesaria para liberar democracias que han sido capturadas.
No debiera sorprender que una parte de la población castigada por grupos concentrados los apoye. Vale decir, que las víctimas se pongan del lado de sus victimarios. Esto ocurre porque quienes dominan el funcionamiento de una sociedad se apropian de aquello que les permite colonizar mentes y formatear personalidades en su favor, tales como medios hegemónicos que manipulan la opinión pública a través de desinformar e imponer sesgadas interpretaciones de lo que sucede y de sus causas, sectores de la política afines que inciden sobre la asignación de recursos públicos, las regulaciones y el establecimiento de políticas, centros de pensamiento estratégico que proveen de cobertura ideológica a los dominadores y también sectores de la justicia que les aseguran impunidad y persiguen a los opositores.
Si esa red de complicidades no existiese o fuese doblegada con apoyo del esclarecimiento y la organización social, si fuese desenmascarado el saqueo que realizan los dominadores a través de apropiarse riqueza no generada por ellos, perderían el apoyo de quienes son avasallados y sus recursos arrebatados. Toda la sociedad sufre la inmisericorde apropiación: los trabajadores con iniquidades salariales y de condiciones laborales, segmentos poblaciones sobreviviendo en la pobreza entre padecimientos y un duro olvido social, pequeños y medianos proveedores abusados en precios y condiciones comerciales por empresas líderes, consumidores forzados a aceptar altos precios oligopólicos, el propio país soberano expoliado por deudas contraídas por gobernantes que saquean a sus pueblos.
Para capturar las democracias los dominadores implantan mecanismos de concentración de la riqueza que nunca dejan de funcionar operando fuera del conocimiento de la opinión pública. Junto con la concentración de la riqueza también se concentra el poder decisional, es decir el poder de tomar las principales decisiones que hacen al funcionamiento económico, político, mediático, judicial, sanitario, educativo, ambiental. Una poderosa minoría se apropia del timón de la marcha de las sociedades en un curso de abuso ambiental de efectos planetarios.
En ese estado de situación la reacción social asume un doble desafío, resistir la dominación y, al mismo tiempo, perfilar proyectos de país que sirvan de referencia y guía. Por cierto que no hay recetarios únicos y que las singularidades de cada país y momento deben ser respetadas. Sin embargo, un común denominador pasa por establecer democracias plenas en equidad y justicia, en cuidado social y ambiental, en una economía vigorosa no sometida a los intereses de minorías dominantes sino al servicio de la entera sociedad. En ese contexto adquiere crítica importancia el esclarecimiento popular y la organización social.
Esclarecimiento popular
El esclarecimiento popular implica que la entera población pueda comprender lo que sucede y sus causas. Requiere recibir información e interpretaciones no sesgadas por quienes, guiados por sus propios intereses, desinforman recortando los acontecimientos como les conviene; se postulan como defensores de una libre expresión que monopolizan. Dan voz a “analistas” que justifican la concentración de la riqueza y el poder decisional mientras que quienes se oponen son silenciados y denigrados.
Así opera el neoliberalismo imponiendo un marco informativo y analítico destinado a justificar su accionar. Como sus intereses son indefendibles abiertamente, están forzados a encubrirlos con engaños y manipulación. Algunos sectores poco esclarecidos caen en la trampa de aceptar “verdades” que no lo son. Es que los intereses de sectores medios y populares son diferentes, antagónicos con los de los grupos concentrados y no pueden lograrse si el sistema económico se estructura tan sólo para maximizar el lucro de esos grupos sin cuidar del bienestar general y el entorno ambiental.
Es imprescindible quebrar el cerco informativo-interpretativo con decisiones antimonopólicas sustentadas en firmes coaliciones políticas. Toda población debiera estar en condiciones de comprender aquello que le perjudica desenmascarando las tropelías encubiertas con jergas económicas y judiciales. Entre tantos otros ejemplos aparece el engaño de creer que primero hay que crecer para después redistribuir, el “derrame” de los ricos hacia el resto que pocas o ninguna vez ocurre. Un desarrollo justo y sustentable exige crecer redistribuyendo riqueza y expandiendo con apoyo de excelencia la base popular del aparato productivo. O el caso donde el neoliberalismo impone su receta para resolver un déficit fiscal sosteniendo que cabe ajustar gastos sociales ocultando que existen otras muy diferentes soluciones orientadas a incrementar ingresos públicos genuinos. Así, por ejemplo, (i) pueden obtenerse ingresos públicos genuinos a través de desmontar los mecanismos de evasión y elusión tributaria y la consecuente enorme fuga de capitales, junto con (ii) cerrar con firmeza las actividades de especulación financiera reorientando esos fondos hacia inversiones en la economía real y (iii) reformar el sistema tributario para que los que detentan mayor riqueza efectivamente paguen más, menos los que poco tienen y nada los que nada tienen. Estas y otras medidas pueden solucionar un déficit fiscal sin afectar a sectores medios y populares.
El esclarecimiento comienza por un trabajo subjetivo de quienes están dispuestos a sumarse al esfuerzo esclarecedor. Mal pueden ayudar a esclarecer quienes no han avanzado en su propio esclarecimiento. No se trata de desarrollar una élite de esclarecedores sino de un movimiento esclarecedor que escucha y aprende de todos, lejos de desdeñar a los que supuestamente no saben cuándo que toda persona aporta si se la escucha y asiste; esa es la base de un diálogo que integre y movilice. Nadie puede arrogarse el derecho de imponer su perspectiva en lugar de convencer después de haber comprendido las necesidades, los anhelos e intereses que anidan en toda comunidad.
El esclarecimiento arranca de la reflexión sobre la realidad, una realidad vasta y extensa que nos llega a través de cadenas de intermediación. Cuanto más cerca de los acontecimientos estemos será más corta y apreciable las mediaciones que permiten entender lo que sucede. De una forma u otra dependemos de la confianza y respetabilidad que le reconocemos a quienes informan e interpretan. Una divisora de aguas es entre quienes desenmascaran los intereses encubiertos y quienes los escamotean al conocimiento popular.
El esclarecimiento como proceso colectivo nunca se detiene porque emergen dimensiones poco exploradas y porque cambian incesantemente las circunstancias sociales, tecnológicas, políticas y ambientales. En verdad, el esclarecimiento popular es una condición imprescindible en todo proceso transformador y, sin embargo, no llega a convertirse en condición suficiente. No hay duda que el conocimiento y la interpretación de lo que sucede es siempre fundamental pero existen otras críticas variables, entre ellas pesa fuerte la organización social.
Organización social
Quienes someten a una sociedad apuntan a fragmentarla, inducen divisionismos agigantando recelos, prejuicios y odios que pudieran existir abiertamente o se hubiesen mantenido latentes. De esta forma esconden y desvían la atención de la apropiación que realizan, dividir para reinar, en este caso para saquear. No carecen de recursos para montar una diversidad de operaciones confusionistas, desde atontar los albedríos con torrentes de informaciones irrelevantes, hasta desacreditar esfuerzos transformadores. Su objetivo es desmovilizar a la sociedad alejándola de sus intereses y de comprender aquello que ocasiona sus sufrimientos. Imponen un duro individualismo haciendo creer que cada quien se “salva” por su cuenta, que el Estado molesta (a ellos) en vez de resaltar los esenciales servicios de educación, saneamiento, seguridad, apoyo a pequeñas empresas y a emprendimientos de economía popular. Desvalorizan la organización social y, si no pueden impedirla, procuran manipularla.
Un pueblo que avanza en esclarecimiento se organiza, comprende que el esfuerzo individual es muy valioso pero también reconoce los límites de lo que cada quien por su lado puede lograr. Es cierto que la unión hace la fuerza pero la unión organizada y permanentemente mejorada. El amontonamiento de personas no hace una unión que se proyecta en un accionar sustentable. La unión que hace la fuerza necesita de organizaciones, de múltiples diferentes organizaciones en todos los espacios y niveles del accionar social. Lo importante es superar el aislamiento que los dominadores inducen, sea participando de organizaciones barriales, regionales, gremiales, defensoras de derechos de las mujeres, las minorías, los migrantes, de pequeñas empresas que se asocian para producir, acopiar, transportar, comercializar o procesar sus producciones, de consorcios formados por pequeños y medianos exportadores o para sustituir importaciones, de diversas redes científicas, tecnológicas, de universidades y centros de investigación, entre tantas otras.
El Estado debiera apoyar las organizaciones sociales pero no inmiscuirse en su creación ni en su gestión más allá de las regulaciones establecidas en la legislación vigente. La organización social nace del esclarecimiento, la determinación o el furor social. Sus armadores son líderes sociales que emergen de la trayectoria comunitaria. Como se señaló, algunas organizaciones se orientan a sostener derechos sociales, culturales y ambientales; otras se dedican a producir bienes o servicios utilizando una diversidad de modalidades, como cooperativas, empresas recuperadas, agroindustrias locomotoras, emprendimientos de porte medio y base asociativa incluyendo franquicias populares, redes de agricultura familiar, de turismo popular, centros sanitarios, insumos de software, entre tantos otros.
La organización social es un espacio siempre en construcción y renovación. Arrancan desde la base de cada sociedad requiriendo asistencia no residual sino de excelencia para desarrollar una gestión efectiva. Cuando los sectores medios y populares no cuentan con respaldo quedan a merced de las inmisericordes tendencias concentradoras. Sin embargo, existe una diversidad de potentes instrumentos de apoyo que, obviamente, los dominadores ningunean. Entre otros en el plano económico, destaca la combinación de desarrolladoras de emprendimientos de base popular para identificar oportunidades y apoyar la puesta en marcha y gestión de nuevas o existentes unidades, junto con fideicomisos especializados en esos emprendimientos para ayudarlos con inversiones y financiamiento del capital de trabajo.
No faltan ideas ni propuestas que salgan al paso para desmontar los procesos concentradores, ni tampoco mecanismos concretos de apoyo a nuevas trayectorias. El esclarecimiento y la organización social mejoran lo existente y ayudan a que emerja lo nuevo despejando los eternos preconceptos que niegan su viabilidad. Lo posible está lejos de ser un compartimento cerrado, se extiende permanentemente con esfuerzo, creatividad, determinación y valentía.
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