Escala y Crecimiento-o No?

Este segundo artículo de Neva Goodwin considera la idea que necesitamos reducir significativamente la producción de materiales y energía en la economía global – reconociendo que esto probablemente se traduzca en una reducción del crecimiento económico, al menos como hoy entendemos ese término. El cese del crecimiento económico, como es hoy medido y entendido, puede llegar a suceder por medio de una combinación de dos factores esenciales.

Por el lado de la demanda, a menos que la tecnología pueda posibilitar una operación de rescate extraordinariamente profunda, los productos y los insumos físicos requeridos para producirlos (incluyendo la energía) serán más costosos respecto a los ingresos del trabajo. Este sería el resultado de limitaciones ecológicas que se harían sentir a través del aumento de los costos de los recursos y/o a través de una deliberada acción social diseñada para prevenir un mayor agotamiento y degradación de valiosos y escasos recursos. Este proceso probablemente termine en una reducción de los salarios y, por ende, de la demanda efectiva doméstica.

Por el lado de la oferta – específicamente la oferta de mano de obra- sucede que en la mayor parte del mundo los cambios demográficos tienden a reducir la proporción de la población en edad de trabajar respecto a aquellos que son demasiado viejos o demasiado jóvenes para hacerlo.

Posibles efectos sobre el empleo y los ingresos

En cuanto a empleo e ingresos son varios y diversos los resultados que podrían derivarse del progresivo desarrollo de los mencionados factores.

Podría haber suficientes puestos de trabajo para todos o casi todos los que los quisieran; o podría haber una decreciente demanda del mercado por trabajo, resultando en desempleo masivo o bien en modalidades de empleo compartido.

La disminución de la calidad y cantidad de los recursos podría hacer que el trabajo sea menos productivo, desembocando en salarios más bajos [[Otro resultado es posible, al menos por un tiempo: dado que la porción del ingreso que se destina a las ganancias ha aumentado a lo largo de las últimas décadas en detrimento de sueldos estancados o decrecientes, una inversión de esta tendencia podría, al menos por un tiempo, mitigar el cambio en los precios relativos de los insumos materiales versus el trabajo.]]; o la tecnología podría venir al rescate manteniendo o aumentando la productividad laboral y, por ende, no reduciendo los ingresos del empleo.

Otro escenario en el cual la tecnología rescata la productividad laboral sin reducir los puestos de trabajo es el que la mayoría de la gente desearía que suceda –si bien, como explicaré más adelante, un escenario con horas de trabajo reducidas también podría resultar muy atractivo. Honestamente, sin embargo, no soy muy optimista acerca de que la tecnología rescate a la productividad. Aun si lo hace, está también la cuestión de si con una fuerza de trabajo reducida en relación al total de la población es capaz de mantener la producción per cápita a los niveles actuales.

Problemas de escasez y calidad de los recursos

Sin embargo, consideraré primero una perspectiva diferente comentando sobre el potencial de rescate tecnológico en los términos utilizados por Howard Brown, uno de los hombres de negocios más optimistas e inteligentes que conozco. Fue co-fundador de una empresa llamada dMASS, Inc nombre que refiere a la reducción de la masa de recursos a través del diseño. El objetivo de dMASS es el valor puro. Naked Value, título además de un breve y excelente libro que escribió con dos de sus colegas, es definido como ¨la esencia que permanece en un producto o servicio luego de despojarlo de todos los recursos innecesarios. Es el beneficio puro lo que buscan los clientes, sin desperdicio y sin recursos materiales que no contribuyan a la riqueza o el bienestar.¨ (Brown, p. 3)

La razón por la cual es tan importante concentrarse en el valor puro es que el mundo se enfrenta a menores cantidades y a una calidad inferior de muchos recursos esenciales. La Encuesta Geológica Británica (The British Geological Survey) ahora publica una ¨Lista de Riesgo¨ clasificando 52 elementos económicamente relevantes en base al riesgo que la oferta no sea capaz de alcanzar las expectativas y patrones de uso actuales.

Un informe de McKinsey de 2011 afirmaba que ¨un número de factores conspiran para crear el riesgo que podríamos estar entrando en una nueva era de precios elevados y volátiles dentro de las próximas dos décadas. Hasta tres mil millones de personas podrían pasar a ser parte de la clase media incrementando la demanda en un momento en que obtener nuevos recursos podría volverse más difícil y costoso. La presión sobre el sistema de recursos probablemente se agrave por las crecientes relaciones entre los diferentes recursos, lo cual significa que las perturbaciones de precios en uno pueden rápidamente transmitirse a otros. Además, el deterioro ambiental estimulado por el mayor consumo está haciendo que la oferta de recursos –particularmente alimentos – se torne más vulnerable.¨ (Instituto Global McKinsey, Noviembre de 2011)

Ya está bien probado lo correcto de estas alarmantes predicciones. La razón por la cual esto es así se explica parcialmente en el libro de Richard Heinberg, El Fin del Crecimiento (The End of Growth): ¨Cuando la calidad de un mineral decrece, la cantidad de energía requerida para extraer el recurso aumenta. En todo el mundo las compañías mineras están denunciando el decrecimiento de la calidad de los minerales. Así que en muchos casos, si no en la mayoría, ya no es posible sustituir un recurso escaso en vías de agotarse con un recurso más abundante y barato; por el contrario, son los sustitutos disponibles los que a su vez ya están escaseando y en vías de agotarse.¨ (Heinberg p. 161)

De un modo similar, Howard Brown nota que una ¨demanda creciente frente a restringidos suministros genera la volatilidad en los precios de los recursos y conflictos por los poco confiables suministros. Entonces, mientras tus mercados crecen y tal vez la demanda de tus productos crece, los recursos que necesitas para operar tu negocio se hacen más costosos y menos accesibles.¨ (Brown, p. 10)

La buena noticia que ofrece Brown es que hay soluciones tecnológicas inteligentes que permitirán disminuir la cantidad de materiales y de energía que utilizan nuestras economías al tiempo que se mejora la funcionalidad del producto total. Brown afirma que ¨hoy el objetivo central de cada empresa debiera ser descubrir nuevas formas de darle a la gente lo que necesita utilizando la menor masa de recursos posible.¨ (Brown, 36). Y como ejemplo cita empresas que ¨están desarrollando productos que proveen luz sin bombillas, energía portátil sin baterías, calor sin aislantes gruesos ni calderas, superficies libres de bacterias sin químicos, y ropa limpia sin detergente.¨ (Brown 4-5)

La no tan buena conclusión de McKinsey es que ¨el capital requerido cada año para crear una revolución de recursos aumentará desde aproximadamente 2 billones hoy en día a más de 3 billones de dólares. Sin embargo, los beneficios podrían ser tan altos como 3.7 billones por año si el carbón costara 30 dólares por tonelada y los gobiernos quitasen considerables subsidios e impuestos a los recursos. Pero incluso esto no sería suficiente para prevenir el calentamiento global y proveer acceso universal a los recursos, lo cual costaría un estimado de otros 350 mil millones de dólares por año.¨ (op. cit.)

Ambientalistas como Heinberg asumen que el mundo afluente necesitará reducir significativamente su consumo. El giro optimista de Brown sobre esto es que, en efecto, necesitaremos reducir significativamente el uso de materiales y energía empleados en la producción pero será posible terminar produciendo los mismos o mejores resultados para los consumidores. El informe McKinsey asume de manera similar que la tecnología está disponible, si se pusiese encontrar el dinero y la voluntad. En cuanto a si algo de todo esto implica un fin al crecimiento económico como lo conocemos – eso dependerá de cómo midamos el crecimiento. Tal vez los consumidores accedan a gastar lo mismo en el valor puro de la higiene bucal sin el envase y los materiales que hoy contiene la pasta dental. Sin embargo, si la reducción de la masa de insumos ocurre más rápido que el aumento en los costos de los insumos, la resultante será menores costos de producción. Entonces la competencia de mercado debería bajar el precio por el cual el bien –o servicio- puede venderse.

De este modo nos encontramos con una imagen tanto atractiva como atemorizante: nuestras economías podrían mantener o aumentar su habilidad para producir lo que la gente quiere, pero menos dinero cambiará de manos a medida que las empresas inviertan menos en insumos y los consumidores gasten menos para obtener los valores reales que buscan.

La alternativa es una imagen que es atemorizante pero no-atractiva: las empresas no logran reorientar su concepción del valor puro que están vendiendo, o no logran reducir suficientemente la energía y los materiales requeridos para producir ese valor, y el alejamiento del crecimiento (en términos contundentes, crisis severa) ocurre no por astucia humana sino por comprometedoras limitaciones ecológicas.

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