Encarando pobreza e indigencia con emprendimientos inclusivos

La pobreza y la indigencia pueden ser eliminadas con un esfuerzo comprehensivo y de largo aliento pero que comience ya. Este artículo plantea un cambio paradigmático que conlleva un desafío de difícil resolución: que los esfuerzos por integrar plenamente a pobres e indigentes se realicen en conjunto con experiencias de inserción productiva en emprendimientos y sectores promisorios. ¿Cuál es la lógica de este enfoque, cuál su viabilidad y su eventual mayor efectividad? ¿Cómo materializar este tipo de iniciativa?La pobreza no es un universo homogéneo como pudiera desprenderse de una mirada superficial; por el contrario, es un universo heterogéneo, siendo la indigencia su nivel más crítico. En esa extrema situación las familias no logran cubrir su subsistencia básica en cuanto a alimentación, salud y alojamiento; el sufrimiento físico y psicológico que padecen es enorme. Para algunos la pobreza y la indigencia hacen parte de la orografía social de todas las épocas y, aunque preocupa su existencia, consideran que están ahí para quedarse. Otros pensamos que por razones éticas, políticas, económicas y sociales la pobreza y la indigencia deben y pueden ser eliminadas. Eso sí, para abatirlas se necesita dedicar un esfuerzo comprehensivo y de largo aliento pero que comience ya.

La solución de fondo pasa por integrar las familias pobres e indigentes a la comunidad de la que son parte, con los mismos beneficios, derechos y obligaciones que los demás sectores sociales; incluyendo participar de actividades productivas sustentables y acceder a los sistemas de educación, salud y seguridad social existentes. Este objetivo no es fácil de lograr pero debe estar siempre presente como referencia para enrumbar los esfuerzos descartando aquello que termine reproduciendo las duras circunstancias de la pobreza e indigencia.

Muchas veces las acciones con pobres e indigentes apuntan a paliar sus necesidades y carencias, lo cual en el mejor de los casos es logrado solo parcialmente. Es verdad que la pobreza, y muy particularmente la indigencia, constituyen situaciones de emergencia y, por tanto, las acciones que se emprendan para encararlas no admiten dilaciones. Sin embargo, aun en emergencia es posible concebir soluciones que apunten a transformar las condiciones que hacen que la pobreza e indigencia se reproduzcan y perpetúen.

Casi todos los programas orientados a encarar la pobreza e indigencia incluyen algún tipo de subsidios. Una opción es dedicar esos recursos a cubrir carencias inmediatas y otra muy distinta es, además, financiar una transición económica, psicológica y socio-organizativa. En esta perspectiva, parte de la capacitación, asistencia y financiamiento se dedica a movilizar la población pobre e indigente para que pueda emplearse o realizar actividades por cuenta propia. Bien encarados, los programas para abatir pobreza e indigencia pueden ayudar no sólo a adquirir capacidades laborales sino también a insertarse productivamente en actividades sustentables. Mal concebidos, los programas de ayuda pueden hacer daño porque, sin proponérselo, instalan una cultura de dádiva, de recibir sin participar en soluciones que apunten a cambiar la situación carencial.

Hay aquí un espacio para explorar e innovar. Los riesgos son grandes; múltiples las tensiones que habrá que resolver. Tanto administrar subsidios puede llevar a relaciones de sujeción, como resulta peligroso encarar actividades productivas sin la experiencia y capacidad de gestión que son requeridas. Habrá que encontrar fórmulas que permitan superar estas duras restricciones.

Fortalecer el ser humano

Lo crítico de cualquier intervención es fortalecer las personas pobres e indigentes en su voluntad de transformar su situación. Ésta es una condición imprescindible aunque no suficiente ya que se requiere contar con factores de apoyo en otros campos, algunos de los cuales se detallan más adelante. Fortalecer las personas y sus familias implica cubrir las más básicas necesidades, trabajar sobre la autoestima y la confianza en su propia capacidad, transformar actitudes nihilistas en voluntad de encarar cambios, capacitar para facilitar una promisoria inserción productiva, promover la adopción de valores de desarrollo sustentable. Los programas con pobres e indigentes suelen incluir algunos de estos componentes. Este artículo propone que en todo cuanto sea posible esos esfuerzos no se realicen aislados sino integrados a experiencias concretas de inserción productiva. Veamos la lógica de este enfoque y su eventual mayor efectividad.

Promover una promisoria inserción productiva

Se trata de promover la inserción productiva de pobres e indigentes en emprendimientos y sectores promisorios; no orientarlos a que se mantengan en nichos de actividades de muy baja rentabilidad. Esto implica un cambio paradigmático de la mayor trascendencia pero también un enorme desafío ya que es muy difícil, casi imposible, que puedan hacerlo por su propia cuenta.

En verdad, resultaría ingenuo creer que, por su propio esfuerzo, pobres e indigentes pudieran salir de su miseria nada menos que para integrarse en actividades promisorias. Su situación carencial se expresa también como una enorme brecha de conocimientos, de capacidad de gestión, de acceso a información, de contactos, patrimonial, de apoyo crediticio, de experiencia emprendedora. Constituyen pasivos imposibles de remontar aisladamente ni tampoco asociándose sólo con sus pares. Es que hay otros actores que operan en condiciones muchísimo más ventajosas. Se impone concebir otro tipo de emprendimientos capaces de integrar pequeños productores surgidos del universo de la pobreza y de la indigencia con socios estratégicos conocedores del mercado, de cómo se organizan y se conducen organizaciones económicas modernas, unidades productivas competitivas. No vale lanzar pobres e indigentes a penosas aventuras productivas, ni en forma aislada ni conformando asociaciones sólo entre ellos; no se trata de reproducir guetos de pobres e indigentes.

Hoy existe moderna ingeniería de negocios aplicable para movilizar personas pobres e indigentes transformándolas en productores de organizaciones de porte medio capaces de acceder a buenas oportunidades de mercado. Esas ingenierías incluyen los sistemas de franquicias, los conglomerados de cooperativas, los consorcios de comercialización, las agroindustrias locomotoras, los supermercados comunitarios, entre muchas otras. Todas ellas pueden servir para conformar emprendimientos inclusivos.

Características de los emprendimientos inclusivos

En un emprendimiento inclusivo los pequeños productores participan de su propiedad y de sus resultados asociados con un socio estratégico que aporta desarrollo tecnológico, acceso a contactos, a mercados, a formas modernas de estructurar y gestionar unidades productivas. Hoy en día en una economía basada en el conocimiento, el valor agregado no financiero pesa tanto o más que el capital financiero.

La forma como se estructura la propiedad de un emprendimiento inclusivo debe ser tal que posibilite su capitalización, asegure los derechos de los pequeños productores que se integran, no trabe sino facilite una efectiva gestión económica y garantice la vigencia de valores de desarrollo sustentable. Se necesita conciliar los intereses y la participación del pequeño productor con la viabilidad económica y organizativa del emprendimiento, asegurando la agilidad gerencial requerida para una efectiva toma de decisiones.

En un emprendimiento inclusivo el contacto de culturas diferentes y la existencia de una diversidad de intereses presentan desafíos y tensiones que son necesarios encarar con propiedad. La perspectiva de la pequeña producción en la que las funciones ejecutivas son asumidas por una persona o una familia, no es la misma que la de una organización económica de mayor tamaño donde se impone la división especializada de funciones. De igual modo difieren los valores, actitudes y reacciones frente al éxito, el esfuerzo y la adversidad. Habrá que trabajar entendimientos y superar desencuentros entre quienes procuran sumar esfuerzos para transformar en un valioso activo la diversidad cultural y de intereses.

De existir subsidios como parte de un régimen promocional, la idea es que sirvan para organizar el proceso de establecimiento y primeros pasos del emprendimiento inclusivo de modo que luego de un cierto tiempo bien acotado se sostenga con ingresos obtenidos de su propia actividad productiva, tal como los demás actores económicos.

De ser exitoso, el emprendimiento inclusivo puede jugar un papel estratégico adicional: se transforma en un nodo de acumulación; es decir, sus eventuales excedentes podrían ser aplicados a otras iniciativas productivas de la misma cadena de valor, viabilizando proyectos que hoy no logran materializarse.

La conformación de emprendimientos inclusivos implica una fuerte innovación respecto a las unidades productivas tradicionales que emergen espontáneamente en el mercado ya que su propósito es, al mismo tiempo, integrar personas pobres e indigentes, lograr buenos resultados y practicar valores de desarrollo sustentable. Frente a tamaño desafío, ¿cómo y quién podría encarar la promoción de este tipo de emprendimiento?

Instrumentar la intervención: desarrolladoras de emprendimientos inclusivos

El conocimiento necesario para establecer y conducir exitosamente un emprendimiento inclusivo ya está disponible en el mercado; sin embargo, son pocas las oportunidades en que ese conocimiento, y las condiciones financieras y organizativas requeridas para transformarlo en actividad productiva, lleguen con efectividad a la base de la pirámide social. Las personas pobres e indigentes acceden a conocimiento residual y de descarte con lo que, además de la brecha económica y de gestión, suman en su contra una inmensa brecha de información y de conocimientos más allá de su propia subsistencia. Cerrar esta brecha constituye hoy uno de los mayores desafíos para abatir pobreza e indigencia.

Una Desarrolladora de Emprendimientos Inclusivos es capaz de canalizar experiencia y conocimiento de excelencia a comunidades de pequeños productores que hoy enfrentan tremendas desventajas por su aislamiento y mínima escala. Su trabajo es identificar promisorias oportunidades económicas y organizar la forma de aprovecharlas en base a establecer alianzas con socios estratégicos que aporten contactos, información, acceso a mercados, a financiamiento, a moderna gestión e ingeniería de negocios.

La Desarrolladora no se limita a inventariar lo que las personas pobres e indigentes han venido realizando sino que procura identificar lo nuevo que, con apoyos catalizadores, se podría encarar en el futuro inmediato. Explora así nichos de mercados en expansión en busca de oportunidades para desarrollar negocios que incluyan a familias pobres e indigentes. Luego analiza cómo establecer un emprendimiento inclusivo que aproveche alguna de las oportunidades identificadas y, en función de ello, identifica participantes, explicita propósitos, apoyos requeridos y criterios que podrían adoptarse para asegurar una justa distribución de resultados. Es así esencial que el equipo de la Desarrolladora reúna en su seno una doble experiencia: la del universo de la pobreza y la indigencia de modo de comprender y saber operar con ese segmento poblacional, y la del mundo de los negocios para poder identificar oportunidades que otros no ven o no sabrían cómo aprovecharlas.

El foco del accionar de una Desarrolladora es integrar pequeños productores dedicados a actividades de baja productividad y pobres resultados en eficientes organizaciones económicas de porte medio. Basada en moderna ingeniería de negocios y en consulta con los actores participantes, se escoge un socio estratégico y se definen una apropiada estructura del emprendimiento, las calificaciones que debiera tener el equipo gerencial y el acompañamiento que la Desarrolladora estará en condiciones de ofrecer. Con esos elementos se selecciona el equipo gerencial del emprendimiento inclusivo, que es quien lidera la formulación de un primer plan de negocio. Una vez aprobado y obtenidos los recursos necesarios, se inician actividades.

El financiamiento de una desarrolladora de emprendimientos inclusivos contempla dos instancias bien diferenciadas: una abarca la promoción, el establecimiento y el inicio de operaciones; la otra, el funcionamiento regular de la desarrolladora una vez superada la fase inicial. Las opciones de financiamiento de la primera fase son muy diversas ya que dependerán de las singulares circunstancias que presente cada situación. Es posible que el sector público estuviese dispuesto a subsidiar el arranque de una desarrolladora o que la iniciativa provenga de organizaciones gremiales, empresariales o de la sociedad civil quienes, por sí o en forma asociada, encarasen sostener los dos primeros años de vida. En cambio, pasado el período inicial, la desarrolladora debería financiarse con ingresos genuinos que pueden ser: (i) participación en los resultados de los emprendimientos inclusivos que ayudó a establecer; (ii) honorarios por consultorías de asistencia técnica a emprendimientos inclusivos (tanto de su propio portafolio de proyectos como de otros ya establecidos que soliciten su intervención); (iii) aportes de capital de sus fundadores o de nuevos contribuyentes; (iv) otras modalidades de financiamiento de corto y mediano plazo.

El apoyo de contexto

Ninguna empresa u emprendimiento opera en un vacío económico e institucional; las circunstancias de contexto siempre condicionan su trayectoria y viabilidad. De ahí que resulte crítico no limitarse a encarar la pobreza y la indigencia desde la perspectiva de una acción de apoyo directo a iniciativas como las sugeridas en este artículo; es igualmente crítico disponer de un contexto favorable. Esto incluye asegurar que (i) el gasto público incluya a pobres e indigentes como destinatarios de infraestructura social y productiva, (ii) el sistema tributario contemple un régimen promocional para los primeros años de funcionamiento de los emprendimientos inclusivos, (iii) el mercado de capitales genere productos especiales que ayuden a financiar su formación de capital, (iv) el sistema científico y tecnológico se movilice en su apoyo, (v) las empresas líderes de cadenas productivas se relacionen con los emprendimientos inclusivos ejerciendo plenamente su responsabilidad mesoeconómica, (vi) la opinión pública y los medios valoren y alienten el esfuerzo de los emprendimientos inclusivos.

No se resuelve la pobreza y la indigencia con “programas especiales” desconectados de las políticas macroeconómicas y de la acción responsable de las empresas líderes de cadenas productivas. Es un despropósito definir por un lado las políticas nacionales e ignorar como se desarrollan las tramas productivas y, luego, plantear por separado un espacio específico de lucha contra la pobreza. La pobreza y la indigencia pueden ser abatidas siempre que el sector público nacional y local y un buen número de actores del sector privado y de la sociedad civil asuman el papel que cada quien está llamado a jugar en función de sus conocimientos y responsabilidades.

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