El centenario del fascismo y su actual resureccion: La matriz binaria

The New Yorker, enero 2023

Hoy el ser humano unidimensional como prototipo del siglo 21 es un espécimen mas sano, más alto, más global, más informado y más longevo que sus predecesores, pero se deja llevar por las narices con una pantallita ordenadora y conductora, que lo conduce con frecuencia al universo del fascismo.

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En octubre de 2022 se cumplieron 100 años de la marcha sobre Roma, con Benito Mussolini al frente. Allí y entonces nació el fascismo, que se hizo régimen en Europa y floreció en sistemas totalitarios hasta su derrota en la Segunda Guerra Mundial.

En este centenario estamos presenciando precisamente el renacimiento del fascismo, ya no sólo en Europa sino en el mundo entero. La actual reedición del movimiento tiene algunas diferencias significativas con su antecesor. Sin embargo, ambos muestran una raíz común. En este sentido podemos decir que a pesar de su derrota por las armas, el fascismo en realidad nunca murió.

Winston Churchill decía que la diferencia entre la política y la guerra está en que en la guerra se muere sólo una vez. En política la resurrección es frecuente. ¿Dónde anida el fascismo en sus períodos de latencia, hasta que en el momento oportuno hace eclosión? Para buscar una respuesta invito al lector a ver la entrevista filmada de la campaña presidencial de Jair Bolsonaro en el Brasil: https:www.youtube.com/watch?v=SacGDtPbv6Y presentado por UOL Noticias.

Muchos dirán que el fascismo (como reacción de derecha con base popular) anida en las emociones de un pueblo decepcionado por el sistema político –en particular el democrático—bajo el cual se encuentra y que con frecuencia padece. En este artículo yo propongo otra hipótesis: el nido del fascismo no está en el corazón humano sino en su cerebro. Si bien es cierto que, como decía Pascal, le coeur a des raisons que la raison ne connait pas (el corazón tiene razones que la razón no conoce), aquí yo afirmo otra cosa, a saber: un cierto tipo de razonamiento conduce y facilita el odio en el corazón, a través de la polarización.

Se trata de la que podemos llamar la matriz binaria, una forma de razonamiento que funciona con oposiciones simples del tipo negro / blanco, masculino / femenino, nativos / inmigrantes, nosotros / ellos, bueno / malo, y así sucesivamente. Su forma mas abstracta es la lógica de la computación, los “bits” 0/1 de cualquier cálculo algorítmico.

En su lingüística estructural Ferdinand de Saussure distingue entre las relaciones paradigmáticas y las relaciones sintagmáticas.[1] Las primeras son contrastes funcionales. El método semiótico fundado por Saussure incluye la identificación de oposiciones semánticas polares o binarias, por ejemplo “amigo / enemigo,” “público / privado, “unidad / diversidad,” etc. Así podríamos caracterizar los opuestos que se usan en cada cultura, sub-cultura o religión y su frecuencia.

En el pensamiento político el caso mas notable se encuentra en un libro muy importante publicado en 1927 (reeditado en 1932) por Carl Schmitt bajo el título de El Concepto de lo político (Der Begriff des Politischen) en el que sostiene que toda relación política puede reducirse a la oposición “amigo / enemigo.”

Para delimitar lo político, o entender cuál es su dominio, Schmitt intenta hallar una serie de distinciones que puedan servir como criterio para considerar un problema político. A modo de ejemplo, el dominio de lo moral es la distinción entre lo bueno y lo malo, así como para el dominio de lo estético es lo bello y lo feo. En ese sentido, el criterio de lo político es la distinción entre amigo – enemigo. Son todas distinciones binarias, es decir, paradigmáticas. Schmitt fue un pensador muy fértil y celebrado como el teórico del nacional-socialismo alemán. Esa concepción de la política la reduce a una relación de fuerza, y rechaza una definición de la misma como campo de negociación y compromiso, que es la esencia de la democracia. Afirmaba Schmitt que “el enemigo político no necesita ser moralmente malo, ni estéticamente feo; no hace falta que se erija en competidor económico, e incluso puede tener sus ventajas hacer negocios con él. Simplemente es el otro, el extraño, y para determinar su esencia basta con que sea existencialmente distinto y extraño en un sentido particularmente intensivo.[2]

La definición de Schmitt se distingue nítidamente del pensamiento de otro teórico famoso, Norberto Bobbio (Teoría general de la política)[3] para quien la gran contribución del pensamiento occidental es la idea de democracia como forma de gobierno dirigido por la razón en el diálogo y la libertad entre iguales, mas allá de la lucha y la dominación. Es una concepción de lo político asociada a la paz y a los derechos humanos.

Para un fascista, toda reflexión es síntoma de debilidad. La acción se antepone a todo razonamiento. El poeta Antonio Machado captó bien esta actitud en la España de su época (la fascista): “De diez cabezas, nueve embisten y una piensa.” Coincidiendo con Machado, y también a propósito de aquella España (la de Franco en ese momento), Jorge Luis Borges compuso esta frase famosa: “Hablan con el aplomo de quien no conoce la duda.” [4]

Esta prioridad de la acción por sobre la reflexión ha conducido a muchos a igualar el fascismo con el irracionalismo en política. En su –por lo demás excelente– ensayo sobre el fascismo primigenio (Ur-fascismo), Umberto Eco escribió: El irracionalismo depende también del culto de la acción por la acción. La acción es bella de por sí, y, por lo tanto, debe actuarse antes de y sin reflexión alguna. Pensar es una forma de castración. Por eso la cultura es sospechosa en la medida en que se la identifica con actitudes críticas. Desde la declaración atribuida a Goebbels («cuando oigo la palabra cultura, echo la mano a la pistola») hasta el uso frecuente de expresiones como «cerdos intelectuales», «estudiante cabrón, trabaja de peón», «muera la inteligencia», «universidad, guarida de comunistas», la sospecha hacia el mundo intelectual ha sido siempre un síntoma de Ur-Fascismo. [5]

Sin embargo, hay un método detrás de la aparente locura, y se llama razonamiento binario, aquél que Max Horkheimer llamaba “razón subjetiva”[6] y que hoy cunde por doquier en las pequeñas pantallas del IPhone y sus múltiples aplicaciones (Apps). Permite el cálculo rápido e irreflexivo en un mundo abocado a la acción inmediata y subjetivamente “eficaz,” cada vez mas dependiente de la inteligencia artificial. Es por este motivo que las redes sociales son el ámbito predilecto de las movilizaciones populistas, en muchos países mayoritariamente de derecha fascista.

Las redes sociales de nuestra época hacen uso frecuente de los opuestos simples. En términos semióticos rechazan el sintagma (frases lineales y a veces complejas) a favor de paradigmas simples. Por ejemplo, los fascistas interpretan el feminismo como una simple oposición invertida mujer / hombre y la rechazan a favor de la tradicional dominación del hombre sobre la mujer. Lo mismo sucede con la oposición binaria blanco / negro o nativo / extranjero. Estas oposiciones binarias son la base de clasificación de una cultura. El lingüista Roman Jakobson llamaba a tal característica (presencia / ausencia de un elemento) marcación.[7] El discurso fascista hace uso frecuente de la marcación de una característica distintiva a un significante antes desmarcado. Por ejemplo, antes de la irrupción del nazismo en Alemania, la asimilación cultural de los judíos significaba que el judaísmo estaba desmarcado. Los nazis hicieron una intensa campaña de marcación del judaísmo (oposición judío / no-judío) para movilizar a la masa en contra de ese grupo étnico y promover su persecución y eventualmente su exterminio. En otras palabras, los fascistas hacen uso de oposiciones binarias para cultivar el odio en la polarización. Es una forma particular de su política de identidad.

El status marcado o desmarcado se aplica tanto al significante como al significado. Tal operación, muy conocida en el caso del anti-semitismo, hoy cunde por las redes sociales en muchas otras oposiciones binarias. Se trata de “colgar el cartelito” de discriminación y rechazar lo desmarcado (base de toda reflexión y pensamiento complejo) como “camaleónico,” “débil,” “decadente” o “subversivo.” La operación mental consiste en la reducción de toda ambigüedad, complejidad, o dialéctica a una marcación fuerte de términos opuestos.

En el caso citado de Carl Schmitt como vimos, la política es reducida a la oposición tajante amigo / enemigo. La noción de soberanía es reducida al golpe de estado y la dictadura como ejercicio supremo de marcación. Hacer política significa en ese ámbito tomar el poder y eliminar al enemigo. Todo juego democrático de negociación, diálogo y compromiso es despreciado en aras de un decisionismo paradigmático tajante. Se promulga el “cortar por lo sano” como modo de hacer política.[8]

En mi hipótesis esta forma de razonamiento anti-democrático tiene su base en el uso cada vez mas difundido de oposiciones binarias, y estas están enraizadas en el comportamiento mediatizado por los algoritmos. Estos son casi indispensables de nuestro uso cotidiano de “pantallitas” con decisiones múltiples y aceleradas. Por esta razón el pronóstico político no es nada halagüeño. La verdadera reflexión parece quedar marginada en ambientes cada vez mas reducidos. Hoy el “hombre masa” del que hablaba Ortega y Gasset es un ser híper-informado pero incapaz de pensar con profundidad y serenidad.[9]

Para que el lector no desespere, le diré que la reflexión y la democracia no morirán. La reacción fascista encuentra muchas resistencias y comete muchos errores. Hasta hay un rayito de esperanza en el futuro desarrollo de la inteligencia artificial, que hasta hoy se basaba sólo en el cálculo binario.

Estamos ante el umbral de la computación cuántica, que a su manera habrá de potenciar nuevamente el pensamiento complejo, dialéctico y multidimensional. [10] Por ahora, hagamos descansar las pantallitas, dejemos la matriz binaria y cultivemos la duda. No dejaremos que futuros extra-terrestres nos consideren simios teledirigidos.


[1] F. de Saussure, Curso de lingüística general (Cours de linguistique générale) publicada en 1916,

[2] https://www.amazon.com/-/es/Carl-Schmitt/dp/8420683833

[3] https://www.academia.edu/27444623/NORBERTO_BOBBIO_Teor%C3%ADa_General_de_la_Pol%C3%ADtica

[4] Hoy hasta los niños sucumben a la agresión armada, que es el binarismo mas terrible. Ver al respecto https://rebelion.org/aprenden-primero-a-disparar-y-despues-a-leer/

[5] Ver https://www.bloghemia.com/2021/09/las-14-caracteristicas-del-fascismo-por.html

[6] http://www.archivochile.com/Ideas_Autores/horkheimerm/esc_frank_horkhe0003.pdf

[7] Consultar http://www.humanindex.unam.mx/humanindex/consultas/detalle_capitulos.php?id=11276&rfc=SUFLTjQ3MDcyNQ==

[8] La locución “Cortar por lo sano” surgió en la Edad Media. En esa época, si un paciente tenía una herida muy profunda, la solución inmediata que encontraba el médico para que el paciente no perdiera la vida era la amputación.

[9] https://www.researchgate.net/publication/303280102_EL_HOMBRE_MASA_EL_HOMBRE_UNIDIMENSIONAL_Y_LA_IGNORANCIA_EN_RED

[10] https://www.ibm.com/mx-es/topics/quantum-computing.

En la computación un bit usual es el equivalente a dos estados según el paso de corriente: encendido (1) o apagado (0). El término bit se usa para la computación digital tradicional. Un bit cuántico es la representación del bit en función de las propiedades de la mecánica cuántica (Quantum bit). Una partícula cuántica sufre de una propiedad llamada superposición, donde antes de que la midamos, puede tener todos los estados a la vez. En el caso de un Qúbit, este puede poseer los estados 1 y 0 a la vez y sus números intermedios. En una metáfora literaria, el Aleph de Borges seria el bit cuántico por excelencia.

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