La teoría económica convencional da por sentado que los salarios del trabajador reflejan lo que ellos aportan a la facturación de la compañía. Esta situación contiene algunos puntos realistas sobre oferta y demanda, junto con una cantidad de supuestos injustificados. La simple teoría del siglo XX —poderosa porque es simple, pero también errónea porque es simple— ignora otros factores que, en diversas circunstancias, son al menos igual de importantes en la determinación de los salarios. La teoría económica convencional se centra en la idea que los precios —incluyendo los salarios— son fijados por la intersección de la oferta y la demanda. Los salarios son descriptos como fijados en la intersección donde las personas ofrecen su trabajo al elegir cuánto (y dónde y cómo) trabajar, mientras que la demanda de empleo se deriva de la demanda por los productos de esa fuerza laboral. La teoría se simplifica aun más con los supuestos acerca que los empleadores elijen trabajadores basándose únicamente en bien fundadas expectativas sobre sus habilidades para contribuir al esfuerzo productivo y que los trabajadores están bien informados de los posibles empleos que podrían conseguir. La conclusión de este razonamiento es que todos los trabajadores reciben lo que merecen: su remuneración refleja exactamente lo que ellos aportan a la facturación de la empresa.
Esta descripción contiene algunos puntos realistas respecto a oferta y demanda, junto con un número de infundados supuestos. Normalmente ni los trabajadores ni los empleadores tienen tanto conocimiento como se presume sobre el mercado de productos y el mercado de trabajo. Mientras que los salarios son casi siempre una consideración importante, muchos trabajadores le dan igual o prácticamente igual importancia a un buen número de otras cosas en su elección de trabajo, incluyendo factores como localización, oportunidades de aprendizaje y ascenso, imagen y estatus asociados al trabajo, al empleador particular o al valor social del producto (este último punto es un motivador significativo para muchas personas que eligen involucrarse en trabajos frecuentemente de baja remuneración con organizaciones sin fines de lucro o en áreas como trabajo social). Mientras que la falta de conocimiento perfecto y la presencia de preferencias personales reciben cierto reconocimiento en el viejo modelo, estas complicaciones no son en verdad incluidas. La conclusión del viejo modelo es que los rigurosos supuestos de conocimiento perfecto y las metas definidas de manera simple son lo suficientemente buenos para que, en líneas generales, el mercado de trabajo funcione tal como es descripto, con todos los trabajadores recibiendo exactamente lo que merecen.
Otras ciencias sociales han aportado mucha información mostrando resultados más bien diferentes en los mercados de trabajo. Tal vez sea prudente concluir que el viejo modelo avanza medio camino en predecir resultados. La simple teoría económica del siglo XX —poderosa porque es simple, pero también errónea porque es simple— ignora otros factores que, bajo diversas circunstancias, son al menos igual de importantes en la determinación de los salarios. Estos incluyen poder, externalidades, historia y cultura. Por falta de espacio, aquí sólo comentaré uno de ellos.
El poder en la sociedad está frecuentemente conectado con el estatus legal. Individuos o grupos con una posición que les permite enfrentar o resistir desafíos legales tienen significativamente mayor poder que aquellos que no tienen tal posición. Un buen ejemplo lo proporciona el caso de los inmigrantes ilegales en Estados Unidos. Ellos son vulnerables a amenazas de denuncia a las autoridades de inmigración; y si ellos son maltratados o mal remunerados no pueden elevar su caso ante la ley dado que eso dejaría en evidencia su estatus ante las autoridades de inmigración.
Los sindicatos otorgan a sus miembros el estatus legal que los hace más efectivos a la hora de protestar contra un trato injusto. John Kenneth Galbraith célebremente se refirió a los sindicatos como el saludable ‘poder compensatorio’ contra el excesivo poder empresarial en Estados Unidos. Sin embargo, desde los 70s la membresía sindical en Estados Unidos ha caído dramáticamente. Las razones incluyen la amenaza que las compañías pueden reemplazar mano de obra sindicalizada por mano de obra inmigrante legal o ilegal de menor costo; la amenaza que las demandas sindicales pueden causar que las empresas busquen producir en el extranjero donde los salarios son más bajos y los sindicatos no son un problema (China se distingue por bloquear los intentos de legalizar los sindicatos); y por el aumento del poder político y económico empresarial que coincide con un aun menor poder compensatorio de cualquier tipo.
Cuando los trabajadores carecen de poder de negociación lo que se gana en productividad laboral puede ser desviado más hacia ganancias que a salarios. Es cada vez más extensamente reconocido que los avances en productividad laboral alcanzados en el último cuarto del siglo XX se tradujeron principalmente en mayores ganancias corporativas, con muy poco siendo destinado a aumentar los salarios de los trabajadores y una cantidad desproporcionada yendo a la alta gerencia.
Otro conjunto de temas bajo el rubro poder tienen que ver con género y etnia. Este asunto puede ser brevemente resumido aclarando que cualquier tipo de trabajo que se asocie predominantemente con un grupo que carezca de poder político/cultural/económico en la sociedad como un todo, tendrá menor estatus y menor remuneración.
Tomando en cuenta este muy breve resumen de la teoría salarial existente y las realidades que encara, ¿cómo se vería una más útil y realista teoría salarial?
Por sobre todo, comenzaría con un objetivo explícito, reemplazando el objetivo implícito de la teoría existente que es que el salario debería ser igual al ingreso marginal producido por el trabajador (es decir, el valor de mercado del resultado producido por la última unidad de trabajo en la categoría a la cual pertenece el trabajador). El objetivo alternativo para la teoría económica acorde a la nueva economía debiera ser que la remuneración del trabajo debería acercarse al valor humano que tiene para la sociedad lo producido por el trabajador. Luego de una breve exposición de este objetivo abordaré muy brevemente la economía de alcanzarlo; es decir, cómo los flujos de dinero en una economía organizada para este fin diferirían de los que se observan hoy en Estados Unidos.
Nunca será posible, o incluso deseable, lograr por completo esta meta. Para empezar, es imposible hacer cálculos exactos del valor humano. Los esfuerzos para avanzar hacia esta meta debieran hacerse más bien en términos generales, lo cual requeriría un gran debate acerca de los valores de cada sociedad. El punto fuerte más práctico para movernos en dirección a la meta de alinear los ingresos del empleo con los valores humanos probablemente se relacione con el concepto de ingreso básico.
En mi ensayo ‘Ingreso Básico para una Nueva Economía’ propongo un sistema que, en primer lugar, dependa del tamaño y composición de cualquier hogar. Una parte del propuesto sistema ‘BICS’ [[BICS por el inglés Basic Income/Core Support.]] (Ingreso Básico / Soporte Central) compensaría a los trabajadores “centrales” [[El término ‘Central’ es uno que propuse alrededor de 1998, mientras trabajaba con Edgar Cahn en el desarrollo de herramientas conceptuales para sistemas de la banca Time (también en ese momento acuñé la frase, ‘capacidades inutilizadas y necesidades no cubiertas.’). “La economía central’ (o ‘la esfera central’) se ha implementado ampliamente desde ese entonces, incluso en los libros de texto que he escrito , donde la esfera central se define como el sitio donde las personas generalmente crían niños, preparan comidas, mantienen viviendas, organizan tiempo de ocio, y cuidan a levemente (o a veces crónicamente) enfermos individuos.]] por su trabajo en cinco áreas: preparación de comidas, mantenimiento del hogar y manejo de las finanzas del hogar, así como por las horas de atención requerida por los niños de cada edad y por los miembros mayores o enfermos del hogar que requieran asistencia de terceros. La parte de ‘Ingreso Básico’ de un sistema BICS calcula los insumos adquiridos que se necesitan (según el tamaño y composición del hogar) para proveer alimento, vestimenta y vivienda, incluyendo el mobiliario y los servicios públicos del caso. Como hoy se lo concibe, el monto total del BICS no sería mayor al mayor de sus dos elementos. Lo más importante, el componente Soporte Central se identificaría como tal para asegurar que todos los miembros del hogar sean conscientes de este trabajo, tan frecuentemente invisible para quienes no lo realizan; y se haría un esfuerzo para asegurar que esta parte se destinase a los individuos que en efecto hacen este trabajo. [[El sistema, como se explica en el ensayo, no da por sentado que son solamente las mujeres quienes realizan este trabajo pero presenta supuestos de base que potencialmente involucran a todos los miembros del hogar entre las edades de 12 y 82. Esta es una invitación a que los hogares debatan quien está de hecho haciendo el trabajo y quien, por ende, debiera recibir y administrar el ingreso.]]
¿Cómo se relacionaría tal programa con el valor humano del trabajo? Para dar un ejemplo, atender a un niño debería ser más valorado que lo evidenciado por los salarios de niñeras y personal de guarderías. Sugeriría, asimismo, que la sociedad a través del gobierno no debiera procurar diferenciar entre un cuidado de niños realmente excelente y aquel que es bastante menos bueno (excepto para establecer estándares como por ejemplo para guarderías). Esto, de hecho, puede ser parcialmente librado al mercado; si cada familia recibe una cantidad que la sociedad considerase razonable en relación a las edades de sus niños, entonces los padres podrían elegir quedarse con el ingreso para sí mismos o dárselo a otros, que competirían por estos trabajos en base a idoneidad y afectuosidad en el cuidado.
Consideremos otro ejemplo referido a los extraordinariamente bien remunerados administradores de dinero que contribuyen poco o nada a la economía real pero se llevan grandes salarios con sólo mover dinero de un lado al otro. La sociedad podría decidir exigir muy altos impuestos a las personas que trabajan en el sector financiero; no tan altos como para que fuese imposible ganarse la vida en ese sector pero haciendo que sea imposible volverse muy adinerado de esa manera. Idealmente el banquero local en Portland, Maine, que acompaña a un potencial prestatario a visualizar el negocio que quiere hacer crecer, ganaría no menos que el banquero de Wall Street que empaqueta hipotecas en paquetes que no pueden ser comprendidos plenamente por inversores que, a su vez, no tienen relación alguna con la actividad.
Si deben hacerse cambios para que el cuidado de los niños sea mejor remunerado y los administradores de dinero no reciban una tan alta compensación, ¿qué diríamos acerca de los artistas? Yo sugeriría que la discusión social se diese según los siguientes lineamientos. Cierto arte es necesario y extremadamente valioso pero también hay muchas personas que estarían felices de pasar su tiempo produciendo arte que muy pocos valorarían, al tiempo que no estarían produciendo resultados humanamente valiosos. Una elevada compensación para todos los posibles artistas sería difícil de costear para cualquier sociedad. La selección de los “mejores” artistas por parte de funcionarios gubernamentales o incluso por los directores de museos, no pareciera (considerando las modas elitistas del arte hoy en día – aquí estoy mostrando mi prejuicio) que pudiera llevar a escoger una elección justa o particularmente conducente a la producción de arte humanamente valioso. Por ende mi propia sugerencia sería que los artistas recibieran un “ingreso básico” como los BICS, tal como el resto de la población, y que el ingreso por sobre esa cantidad dependiera que produjesen obras que las personas quisieran efectivamente comprar (contando con el mercado para manejar esto) o trabajando en otros empleos, como los artistas hacen ahora.
Esta discusión se ha desplazado rápidamente de la teoría a la implementación. Los ejemplos antes mencionados pretenden ilustrar el objetivo, descripto más arriba, de alinear mejor las remuneraciones del trabajo con el valor humano que tiene para la sociedad lo producido por el trabajador. Estos ejemplos parecieran darle al gobierno un rol muy significativo en materia de establecer impuestos y otorgar subsidios. Mientras que uno de los casos expuestos (el de la gestión financiera) sugiere un flujo de dinero hacia el gobierno en forma de impuestos, los otros casos (el cuidado de niños y la producción de arte) implican considerables subsidios de parte del gobierno a individuos o (posiblemente) familias. Si los gobiernos no fuesen a acumular deudas tremendamente elevadas, tendrá que haber una igualación de los flujos hacia y desde el gobierno. Resolver esto es un proyecto enorme, que no se intentará encarar en este ensayo.
Opinion Sur



