Esta es una nota corta y tajante. El destino de Europa está en manos de incompetentes que se hacen los sabios. Son como el maestro ciruela: quieren enseñar pero no tienen escuela.
En cada uno de los órdenes en los que les toca actuar, los líderes europeos de hoy han demostrado, lamentablemente, indecisión, ofuscamiento, escamoteo, disimulo, y negación de todo desafío, con una crueldad que se disfraza de distracción. Tienen ojos que no quieren ver, oídos que no escuchan, y labios que sólo articulan eufemismos. No podemos evitar la referencia a la tan conocida imagen de los tres monos sabios.
La fatiga moral: ojos que no ven.
Los ojos prefieren no ver al aluvión demográfico que se cierne sobre las costas meridionales del Mediterráneo europeo. Mientras los mandatarios europeos se tapan los ojos, con la boca profieren un argumento digno de una escuela de negocios pero esta vez proyectado sobre los millones de personas desesperadas que hoy se largan en botes precarios en busca de un mínimo de seguridad y supervivencia en algún país europeo. Ellos provienen no sólo del norte de África –tierra desolada por la guerra civil—sino desde el Asia lejana o desde el África por debajo del Sahara. Sin un estado que ordene la zona tribal que alguna vez fue país en Libia, son víctimas del tráfico mas vil y despiadado.
Hasta el año pasado, la guardia costera italiana salía en busca de náufragos por todo el mar, en una operación de rescate tan generosa como costosa. Pues bien, la Unión Europea, que se precia de ser solidaria y defender los derechos humanos, decidió cortar el presupuesto de esa operación –denominada Mare Nostrum—con el argumento de que el rescate, al disminuir el riesgo de muerte de los desesperados, incentivaba su migración, y un mayor caudal de refugiados no sería bien visto ni por los guardianes del presupuesto ni por los votantes europeos que hoy se inclinan hacia la xenofobia, el racismo, y el miedo a la infiltración terrorista.
Cabe preguntarse, ¿es con esos ingredientes que se construye una unión mas fuerte y legítima? El lema de esta des-unión europea sería “sálvese quien pueda.”
El error económico: oídos sordos.
Los oídos de la dirigencia son sordos a todo argumento que sostenga que su modelo económico de una supuesta recuperación de la crisis –la tan mentada austeridad—es pro-cíclico, genera deflación, produce depresión, e irónicamente aumenta el peso de la deuda en los endeudados.
El argumento que prefieren no escuchar no es ni improvisado ni peregrino. Ha sido formulado por lo menos por dos premios Nobel de la ciencia económica, y se puede encontrar en cualquier manual introductorio de primer año de esa carrera.
Con la boca repiten el argumento formulado por los países del Norte europeo para disciplinar a los países del Sur, a quienes prestaron cuantiosas sumas en forma irresponsable. Pero olvidan que en el tango de la deuda se necesitan dos para bailar. Si los países receptores dilapidaron los préstamos en proyectos atrabiliarios, con abultada corrupción, quienes se los facilitaron lo sabían perfectamente bien. Cuando llegó la hora de la bancarrota de los deudores, los acreedores usaron fondos comunes para salvar a sus propios bancos y procedieron a sermonear a los deudores sobre su falta de moral.
Hay algo mas e inquietante en esta actitud. Los monos sabios no quieren observar a toda una generación de jóvenes europeos a quienes han dejado en la mas desoladora intemperie. Para eso destapan sus oídos pero se cubren los ojos otra vez. El tiempo pasa y pronto los jóvenes dejarán de serlo. Toda una generación perdida: es mejor no verla. Si emigran, mejor.
La falsedad estratégica: la boca que no dice.
Con la boca cerrada y calladitos, los miembros de la Unión Europea fueron acercándose a Rusia escudados por la OTAN, pero al mismo tiempo recortaban sus presupuestos militares. La mayoría de los pertrechos modernos de la Unión podrían exhibirse en dos portaaviones norteamericanos.
Cuando los rusos se alarmaron, los europeos dijeron que avanzaban en son de paz, sabiendo muy bien que una organización militar que se acerca a una zona de la periferia de seguridad rusa –cualquiera sea el régimen imperante en ese país—provocaría una respuesta fuerte. Cuando ésta se produjo con el zarpazo del oso ruso en Ucrania y con la anexión de Crimea (parte central del mito fundacional eslavo de la vieja Rusia), abrieron la boca para hablar de agresión y disponer sanciones económicas (porque las militares no alcanzarían). No es buena política exterior amenazar a una potencia con un tanque de cartón.
Conclusión.
Y así los monos sabios caminan como sonámbulos sobre un techo averiado, sin darse cuenta de que se pueden caer. Mi conclusión es tajante: el destino de Europa (o lo que quede de ella después de la inminente expulsión de Grecia y de la fragmentación electoral en varios países) está en manos de incompetentes.
Opinion Sur



