Grandes potencias y grandes riesgos: Un Antigua vision china

Un texto de 2.400 años de antiguedad provee a los ciudadanos y líderes de las sociedades que aún están organizados racionalmente de una riqueza de asesoramiento que es muy atractiva pero difícil de seguir en la práctica debido a la degradación institucional y a los malos hábitos populares.

En su famoso libro sobre estrategia, compilado hace 24 siglos, el Maestro chino Sun nos advierte sobre ciertos riesgos que pueden ocurrir incluso para potencias más fuertes,. En este artículo, abordaré dos de ellos. Tienen especial utilidad en el contexto geopolítico del siglo XXI. Su relevancia contemporánea confirma el juicio fundado de muchos acerca del Arte de la guerra como un texto para todos los tiempos.

Desde los 80s, el Sunzi (Sūnzĭ bīngfǎ)–como es llamado también el Arte de la guerra—fue más allá del campo de los estudios de seguridad hacia los campus de las escuelas de negocios y la cultura popular mundial, magnificados por los medios de comunicación social. No nos distraigamos por su fama y sus múltiples aplicaciones, buenas o malas, en cambio focalicemos directamente en dos de sus recetas centrales originales.

Una receta para un estado fuerte (es decir, un estado con poderosas fuerzas armadas) es evitar la dilación. Una gran sección de los Sunzi se ocupa de los peligros y costos de las operaciones de dilación. Esta dilación acarrea un riesgo mortal a los beligerantes, del cual nadie se beneficia, o por el contrario, todos se perjudican.

Mirando el mapa, es evidente que el Oriente Medio—en particular el Levante—es un área de dilación por excelencia con conflictos que fueron librados por décadas, es mas, por siglos, y que tienden a expandirse y multiplicarse. A partir del delineo colonial de las fronteras luego de la Primera Guerra Mundial, pasando por el continuo redibujo durante y después de la Segunda Guerra Mundial, por la inserción del Estado de Israel en 1948, las múltiples guerras desde entonces, Irán, Irak, Kuwait, la península de Sinaí, etc., la fallida invasión soviética de Afganistán, el fiasco de la intervención estadounidense en Irak, las guerras civiles y de secesión en múltiples frentes, el fracaso y colapso de numerosos estados hasta los numerosos despertares y subsiguientes pesadillas, el Levante es el hogar de la dilación sine die—lo que generalmente se denomina la “guerra sin fin”.

Cualquier potencia que intervenga directamente en un área de aguda dilación se arriesga al fracaso o peor: directas y vergonzosas derrotas. Esto le ocurrió a todas las grandes potencias, y la lista es larga: el Imperio Británico, Francia, Rusia, Japón y los Estados Unidos, sólo por nombrar algunos a lo que les dieron—repetidamente—una tremenda paliza.

La actual globalización añade nuevos ingredientes a esta mezcla explosiva: rápida interacción y efectos secundarios, características que siempre han estado presentes en los conflictos de dilación, pero en una menor escala y a un ritmo mucho menor (véanse las brigadas internacionales en la guerra civil española). Actualmente, existe una activa red de guerreros, armas, información, ideología, propaganda y reclutamiento abarcando grandes áreas del mundo a una velocidad asombrosa.

Bajo esas circunstancias, sólo la contención es la estrategia apropiada, manteniendo una firme lista de los intereses prioritarios de la región (es decir, el acceso a las fuentes de energía, libre navegación de las rutas, etc.) y asegurándolos a través de una serie de alianzas temporales y oportunistas con una variedad de actores. La contención es una política para prevenir la propagación de una ideología rival o un sistema socioeconómico contrario en el tablero de ajedrez global. Representa un punto medio entre el apaciguamiento y el ataque. En un contexto de dilación, no hay amigos ni alianzas seguras—tan solo tratos astutos, cínicos y cambiantes, preferentemente a distancia o través de intermediarios o representantes en la escena de la “guerra sin fin”. La paciencia es primordial, la persistencia es esencial, una adecuada inteligencia es lo principal. La utilización de mecanismos de influencia no evidentes ni letales (como son las herramientas financieras) y la capacidad de cambiar la marcha sin previo aviso juegan un papel importante.

Sin embargo, ninguna de estas características para evitar la dilación funcionan bien en sociedades abiertas, bajo el escrutinio del público y los medios de comunicación. Especialmente en el caso de los Estados Unidos—aún la nación más poderosa de la tierra—el pueblo se ha habituado a esperar batallas decisivas, apoyar guerras justas y honrar a sus héroes. Es la guerra de Hollywood. Éste es un serio impedimento a la búsqueda de estrategias apropiadas y nos conduce hacia otro de los principios centrales de estrategia del trabajo del Maestro Sun.

Esta receta del Sunzi pone énfasis en lo intelectual, en tanto opuesto a lo heroico, como las cualidades de estadista y comando. Las cualidades intelectuales permiten al líder acceder al “panorama general” y conducir al país en el despliegue de los instrumentos de acción apropiados. El Maestro Sun llamó a esta cualidad “evaluación exhaustiva”. De hecho, existe un Director de Evaluación Estrategica dentro del Departamento de Defensa de los Estados Unidos, cuya función es descubrir las lecciones que pueden ser de utilidad en la producción de estrategias norteamericanas.

¿Qué significa el término “evaluación neta” o “estratégica”? En general, implica un análisis de la interacción de dos o más sistemas de seguridad nacional, usualmente el propio país y su enemigo potencial, tanto durante tiempos de paz como de guerra.

Evaluación neta se divide en varias categorías, la principal llamada por el Maestro Sun “la fortaleza espiritual del estado”, entendiendo por ello la habilidad de movilizar, hacer sacrificios y resistir los intentos rivales para socavar su determinación. Las otras categorías (clima, terreno, mando y doctrina) son muy importantes pero quedan en la nada si falla la primera.

Se ha dicho en repetidas ocasiones que las democracias son lentas para movilizarse ante una amenaza a la seguridad nacional, pero cuando finalmente lo logran, demuestran una determinación imparable. Su fortaleza espiritual es mantenida en reserva, pero cuando es necesario se despliega de manera masiva. Esta característica apareció en numerosas ocasiones durante el siglo XXI, muy especialmente en referencia a Estados Unidos.

Sin embargo, en el siglo XXI vivimos en una era que los cientistas políticos llaman “post-democracia”. En efecto, la democracia en los países afluentes delegó su poder en una plutocracia con entretenimiento para una base popular consumista. Si en el siglo XIX, la Inglaterra Victoriana fue ridiculizada como una “nación de tenderos » [1]” en el siglo XXI, Estados Unidos puede ser llamada una “nación de compradores [2]” que han subcontratado a profesionales y contratistas —y cada vez más a robots—en lugares lejanos para que se ocupen de la defensa del país. Terreno fértil para que actores beligerantes en zonas de dilación intenten cebar a la potencia de contención para que intervenga directamente, a través de una serie de provocaciones más o menos espectaculares (es decir, actos terroristas) que se aprovechan de los miedos de los pacíficos consumidores. El objetivo primordial y común a los terroristas es doble: atraer a la potencia a una lucha prolongada en su terreno y provocar un “cambio de sistema” en la patria del poderoso: de una sociedad abierta a un estado de cuartel, convirtiendo a Atenas en Esparta.

Ya en el remoto periodo de la historia china cuando el Sunzi fue escrito el mando no estaba más basado en el pedigrí aristocrático; era una empresa intelectual, basada en la habilidad de probar y procesar los elementos de la evaluación estratégica y elaborar una estrategia con sus sutiles variaciones. En nuestros días, de una disfuncionalidad post-democrática en la política-de hecho un periodo de generalizada reacción política en Europa, Rusia y los Estados Unidos—en vez de mando apropiado como Sunzi quería, el liderazgo puede caer en manos de políticos mediocres, de impulsivos asesores que prefieren la grandilocuencia a la estrategia fría y con un pueblo asustado listo para apoyar “cruzadas” ridículas. Si ese día llegara, entonces, incluso las mayores potencias se encontrarían frente a su propia desaparición.

Notas

[1] L’Angleterre est une nation de boutiquiers.»—Napoleon I

[2] “Los aliento a todos Ustedes a que salgan más de compras” —George W. Bush después de los ataques del 11 de septiembre.

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *