Resumen: en geopolítica no debemos desestimar hechos que podrían parecer inconsecuentes pero que traen a veces una larga secuela tanto positiva como negativa.
Soy nauta y esta es época de huracanes en el hemisferio norte. En el mes de septiembre los marinos de mi región (41° 29′ 24″ N / 71° 18′ 47″ W) deben estar alerta a la formación de tormentas tropicales en la costa Oeste de África, que al sumarse a otras variables, pueden transformarse rápidamente en violentos huracanes que llegan hasta el Caribe y luego suben a lo largo de las costas norteamericanas hasta disiparse en Canadá.
La meteorología no ha avanzado lo suficiente como para hacer predicciones precisas de la intensidad y trayectoria de estos vendavales destructivos. Las computadoras ofrecen algunos modelos probabilísticos, pero estas tormentas tremendas siempre nos deparan sorpresas.
La razón de esta imprevisibilidad es la siguiente. Si en un sistema se produce una pequeña perturbación inicial, mediante un proceso de amplificación, podrá generar un efecto considerablemente grande a corto o mediano plazo de tiempo. Ejemplo: una perturbación inicial en la costa africana puede desencadenar una gran destrucción en la ciudad de Nueva York. Esto sucedió con el huracán Sandy.
Hoy podemos modelar matemáticamente esta dinámica y sus efectos. Sin entrar en fórmulas arcanas, la idea es la que sigue. Dadas unas condiciones iniciales de un determinado sistema dinámico caótico (más concretamente con dependencia sensitiva a las condiciones iniciales) cualquier pequeña discrepancia entre dos situaciones con una variación pequeña en los datos iniciales, acabará dando lugar a situaciones donde ambos sistemas evolucionan en ciertas formas completamente diferentes.
Para el lector matemático, el diagrama que sigue es del atractor extraño que posee el modelo de Lorenz para el tiempo atmosférico para los valores r = 28, σ = 10, b = 8/3. Por mera casualidad este «atractor» del modelo tiene forma de mariposa.
La idea es antigua, y hoy se llama “efecto mariposa” en la teoría del caos. El nombre proviene de las frases: «el aleteo de las alas de una mariposa se puede sentir al otro lado del mundo» (proverbio chino) o «el aleteo de las alas de una mariposa puede provocar un Tsunami al otro lado del mundo», así como también «El simple aleteo de una mariposa puede cambiar el mundo«.
Se dice que Arquímedes sostuvo, en la antigua ciudad de Siracusa, “Dadme un punto de apoyo y moveré el mundo.” La idea de una palanca es la primera formulación rigurosa de los efectos desproporcionados de una acción. Estos efectos, perfectamente calculables en la física de Arquímedes, ocurren en tiempo real y corto. Para calcular los efectos desproporcionados en secuencias largas de tiempo a partir de variaciones pequeñas en los datos iniciales habría que esperar a la teoría del caos contemporánea.
El lector se preguntará a esta altura ¿qué tiene todo esto que ver con la geopolítica? Pues bien, la geopolítica trata de las relaciones de poder entre países y regiones. Entre ellos los hay grandes y pequeños, poderosos o débiles, centrales o marginales, independientes o dependientes. A veces las relaciones y los efectos entre unos y otros, a lo largo del tiempo y en distintas coyunturas nos deparan sorpresas. También en este campo hay efectos desproporcionados en el tiempo a partir de variaciones en los datos iniciales de un proceso histórico, es decir a partir de acciones y decisiones que en un principio parecen insignificantes o de signo contrario a los resultados posteriores. Un ejemplo esclarecedor de este tipo de razonamiento sobre las consecuencias alternativas de un hecho histórico lo dio el gran sociólogo Max Weber.
Weber se preguntaba si el curso de los acontecimientos que analizaba habría permanecido inalterado o hubiese sido diferente del que conocemos. Con el fin de ilustrar la disyuntiva, Weber ofreció un ejemplo que tomo del historiador Eduard Meyer en la historia antigua. En la batalla de Maratón (en el año 490 antes de nuestra era) se impusieron los griegos a los persas. Entender con mayor perspectiva la trascendencia de este suceso requiere, sobre la base de los conocimientos disponibles, plantear la posibilidad objetiva en torno a cómo podrían haber transcurrido las acciones si hubiesen vencido los persas. El peso atribuido a la importancia del triunfo griego radica en que, de lo contrario, en Grecia hubiera prevalecido una teocracia, como de hecho ocurrió en otros lugares donde los persas resultaron victoriosos. El triunfo de los griegos en la batalla de Maratón, por consiguiente, cobró visos de significado especial para la supervivencia de los valores de los que es heredera la cultura de Occidente. Una batalla en un pequeño rincón del mundo helénico tendría efectos desproporcionados y definitorios para el destino de toda una civilización posterior, desde Roma hasta el mundo occidental de hoy en día.
La primera guerra mundial comenzó con un acto terrorista en Sarajevo. El asesino del archiduque pudo haber fallado en su intento, y aun cuando logró su propósito, las potencias pudieron haber evitado el conflicto. A veces una mera contingencia produce efectos que a la larga parecen ser predestinados. El efecto mariposa funciona tanto para nuestras biografías como para el destino de pueblos enteros. ¿Qué habría sido de mi vida si no hubiera sabido de una beca de estudios en los Estados Unidos, o hubiera estado enfermo el día en que debía aceptarla? ¿Qué habría sido la historia argentina sino hubiera habido una reunión de vecinos el 25 de mayo de 1810, o una manifestación masiva el 17 de octubre de 1945?
La historia está llena de ejemplos de sucesos que parecieron insignificantes en su momento pero decisivos a largo plazo. El problema es que en general no nos damos cuenta de ello sino en forma retrospectiva. No hay clarividencia en el alba; solo sabiduría en el atardecer. Como dijo Hegel, “el búho de Minerva levanta vuelo al caer del sol.” Sin embargo, la conciencia de que hay muchos aleteos de mariposa, nos sirve para diseñar mejores estrategias a través de un mapa de alternativas.
En nuestra era de la globalización, una cosa es cierta: se han comprimido enormemente el tiempo y el espacio. El lema de “allá lejos y hace tiempo” ya no es válido. Para nuestro argumento esto significa que no sólo hay ocasionales “aleteos de mariposas” sino que estos son múltiples, simultáneos y entrecruzados. Nuestra civilización planetaria ha conseguido hace más fácil lo que antes era complicado, pero a un precio: aumenta la complejidad y disminuye la previsibilidad. Complicado y complejo no son la misma cosa. Hoy es mucho más fácil comunicarse a distancia, pero mucho más difícil saber a dónde nos llevan las redes de comunicación, colectiva e individualmente.
En la “sociedad de riesgo” contemporánea, es difícil ver venir una crisis, y menos aun trazar sus origines, con frecuencia anodinos, y al mismo tiempo no sabemos si esa misma crisis se junta o no con otras de las mismas características. En las páginas de Opinión Sur hemos escrito mucho sobre la situación geopolítica europea. En la clave de este artículo podemos resumirla así: a la crisis demográfica se suman la crisis política (déficit de democracia y legitimidad), la crisis monetaria, la crisis fiscal de la periferia europea (bancarrota griega) y últimamente la crisis humanitaria de refugiados del norte de África. Son crisis de orígenes diversos y hasta lejanos, de dinámica y naturaleza distinta, con ventajas y beneficios difíciles de discernir, pero que convergen en el tiempo y en el espacio a una velocidad que supera la toma de decisiones por parte de un liderazgo débil y dubitativo.
A propósito de la primera guerra mundial y su origen anodino en los Balcanes, Churchill acuñó la famosa frase sobre esos países pequeños e inestables: “Producen más historia de la que son capaces de consumir.”
Hoy esta frase se aplica no solo a pequeños países periféricos sino a todos.
Pero no desesperemos. A veces la humanidad le debe un favor a quien produce más historia de la que es capaz de consumir. Los ejemplos no faltan. Los guerreros de Maratón, muy inferiores en número a sus enemigos, frenaron el desarrollo de la civilización persa. El pequeño Vietnam supo, a través de varias décadas, poner límites a la arrogancia imperial de grandes potencias. Derrotó a China, a Francia y a los Estados Unidos. La pequeña Cuba puso límites a la arrogancia imperial norteamericana durante medio siglo. La pequeña Suiza pudo hacerse banquera del mundo. No desatendamos los peligros de la desproporción, pero no desestimemos tampoco sus ventajas.