La anexión de Crimea por parte de la Confederación Rusa no es el primer salvo de una nueva guerra mundial, pero sí es síntoma de una creciente desarticulación del orden geopolítico existente y por ende aumenta la probabilidad de errores de cálculo estratégico por parte de muchos actores. Esos errores generalmente conducen a una guerra.Quienes hayan seguido los artículos de Opinión Sur sobre geopolítica pueden hoy armar la primer figura de un rompecabezas sobre el riesgo de un conflicto armado de carácter mundial. La imagen que resulta de este ejercicio es inquietante pero por suerte, y hasta el momento, es provisoria. En esta nota presento los trazos de esa imagen, tratando de unir una decena de factores y tendencias –algunas coyunturales; otras mas profundas y de largo plazo—que pueden entrecruzarse en forma alternativa y modular, como las figuras de un caleidoscopio.
1. El modelo vigente de globalización no da una buen imagen de futuro sino se parece cada vez mas a un ancien regime. Esta globalización no es sostenible, por varias razones, a saber: Hay una desigualdad creciente dentro y entre casi todos los países. A esta tendencia la acompaña un proceso de desarticulación y des-inserción productiva en la sociedad. Las nuevas formas de acumulación separan, por un lado, a una elite financiera del resto de la economía real, y por otro, dentro de esta ultima, se produce también una rápida concentración de beneficios por medio de nuevas tecnologías que producen bienes y servicios de bajo costo marginal para sectores masivos que no consiguen trabajo. Las elites se renuevan y prosperan por estar ubicadas en nodos estratégicos, pero el resto de la sociedad se encuentra cada vez mas en estado de prescindencia.
2. Los sistemas políticos marchan a la zaga de la tendencia anterior. Ni gestionan ni mitigan el cambio de estructuras. Todos los sistemas, desde los mas autoritarios hasta los mas democráticos fueron diseñados para otra época. Hoy solo atisban a orquestar la negación, el disimulo, y la postergación de casi todos los problemas de fondo. No producen liderazgos a la altura de las circunstancias.
3. Los viejos centros de poder están en plena decadencia, con grandes dificultades de reforma y adaptación. Entre ellos incluyo a los Estados Unidos, Japón, Europa y los ex sistemas soviéticos.
4. Las potencias emergentes tienen un enorme déficit de hegemonía. Ni quieren ni pueden ofrecer modelos alternativos de desarrollo, y se muestran profundamente reacios a tomar la directiva. Esto vale para los anteriormente llamados BRICs.
5. Los grandes movimientos demográficos y de movilización social, política y religiosa en los países que antes se llamaban “en desarrollo” o del “Tercer Mundo” , a diferencia de las revoluciones del siglo veinte, no generan nuevos centros de poder. Esta tendencia es muy visible en África y en el Medio Oriente.
6. El fin de la Guerra Fría no ha dado paso ni a una paz estable ni a una solida hegemonía por parte de la superpotencia supérstite. Esta última está inmovilizada por disensión política interna, desarticulación social, desarticulación productiva, y una tendencia a caer en graves errores estratégico/militares.
7. El estado de prescindencia en el que han caído grandes sectores sociales tanto en países ricos como en países pobres, que hoy se resume en un alarmante aumento de “mano de obra desocupada,” se traduce en lo político en dos tipos de movilización. Siguiendo los conceptos del sociólogo Gino Germani, podemos llamarlas movilización primaria y movilización secundaria. La primera se hace visible en los países del norte de África y en el Medio Oriente. La militancia armada y la adhesión a ideologías extremas compensan la falta de oportunidades económicas y participación social constructivas. La segunda se hace visible en las sociedades europeas, donde vastos sectores en plena movilidad social descendiente adhieren a ideologías reaccionarias y xenófobas.
8. La ausencia de un orden mundial o bien colaborativo o bien hegemónico genera una actitud por parte de los gobiernos y de las personas de un “sálvese quien pueda.” Aumenta por lo tanto el número de focos de tensión y de violencia, que podemos calificar ocasiones de tentación y oportunismo bélicos. Tal es el caso de la reciente anexión de Crimea por parte de Rusia, que no es tan grave en si misma, sino como “luz verde” a una serie de países y regiones que se ven autorizados a embarcar en aventuras bélicas regionales.
9. A su vez, la multiplicación de focos de tensión y el oportunismo bélico aumentan en forma exponencial la probabilidad de errores de cálculo entre los actores sociales y estatales. El error de cálculo es el factor precipitante de todas las guerras.
10. Cada una de las tendencias anteriores es reversible en forma puntual o simultánea, previa concientización y predica, tarea a la que estamos abocados desde nuestra modesta publicación.