De una trampa a otra, hasta la desolación final

Desolación: Imagen de lo que fue un gran lago en el estado de Utah y que se repite en otros rincones del planeta: (New York Times)

Se busca reemplazar la Trampa de Tucídides por otra mas amplia y apta a la situación geopolítica actual.

Tratando de entender la creciente rivalidad entre los Estados Unidos y China, el politólogo  de Harvard Graham T. Allison recurrió al historiador griego Tucídides y su famosa narrativa sobre las guerras del Peloponeso, en particular la rivalidad entre Esparta y Atenas.[1]  Según esa lectura de aquel texto ejemplar, la antigua guerra que dejó a ambas ciudades griegas exhaustas (Atenas vencida y humillada y Esparta sin ningún legado cultural o político equivalente al de su rival),  fue inevitable porque el creciente imperio ateniense era percibido por Esparta (potencia militar ya establecida) como una “amenaza existencial” (para usar la repetida expresión de Vladimir Putin en referencia a la extensión de la OTAN en su periferia). Para varios críticos, la lectura de Tucídides por Allison es algo tendenciosa, porque la paranoia de Esparta no estaba bien fundada y el mismo Tucídides sostuvo que la percepción de amenaza existencial era exagerada y que había alternativas a una guerra a ultranza con consecuencias nefastas para todos[2]

Sin embargo, la llamada “Trampa de Tucídides” cundió como un reguero de pólvora en el ambiente académico y llegó al gran público a través del periodismo occidental y en referencia a la “amenaza china.” Hoy se ha vuelto un lugar común entre los estrategas de Washington.  Debo señalar al respecto que esta percepción es compartida en los Estados Unidos por ambos partidos con sólo diferencias de estilo (torpe y estridente en el caso de Trump y sus republicanos, y algo mas sereno pero igualmente obcecado en el equipo de Biden y sus demócratas).

Paragonar a los Estados Unidos con Esparta, cuando en su propia imagen quieren parecerse a Atenas como una república democrática y liberal, parece un despropósito.  La contradicción, sin embargo, es puramente superficial, por varias razones.  Con respecto a América Latina, y por extensión a todo el Sur global, la política exterior norteamericana ha sido históricamente despectiva y con frecuencia brutal y guerrera.  El complejo industrial-militar del que hablaba elocuentemente el general Eisenhower no vaciló nunca en usar la mano dura de Esparta en países como Vietnam, Chile, o Iraq.  Por otra parte, comparar a la surgente potencia china con el auge de Atenas en su período de expansión parecería también un despropósito, hasta cuando se nos ocurre releer La República de Platón, y ver que la propuesta del filósofo es un esbozo anticipado del organigrama del Partido Comunista Chino.

Como diría el mismo Tucídides, la tesis de una guerra inevitable entre Estados Unidos y China es tendenciosa, exagerada, y peligrosa. ¿Podemos reemplazar la “trampa de Tucídides” por una expresión mas acorde con la tensión entre Estados Unidos y China, y otras tensiones en el mundo actual? Lo dudo, porque la expresión se ha solidificado y ha pasado de ser una metáfora hipotética a un axioma del discurso común y corriente. Sin embargo lo intentaré.

 En mi búsqueda de alternativas encontré una buena referencia en la opinión de un ex- diplomático de Singapur, Kishore Mahbubani, que compara a las dos potencias (USA/China) con “dos tribus de grandes simios que persisten en pelearse por la ocupación de territorio mientras la selva que los rodea se está quemando.” [3] El resultado previsible es la desolación.  Tampoco sirve la “trampa de Tucídides” para entender la nueva ambición imperial de una Rusia sometida a Valdimir Putin, ni el chantaje de Turquía con la UE bajo Recep Tayyip Erdoğan, ni la ambición nacionalista de la India bajo el hinduista Narendra Modi.  Hemos vuelto hacia atrás, a una época de imperios. 

Así me remonto otra vez a la antigüedad clásica y encuentro la siguiente descripción del Imperio romano por el jefe caledonio Calgaco, citado luego por el historiador Tácito en sus escritos. Refiriéndose a la dominación imperial contra la que previene a los suyos, el jefe rebelde britano dice: «Son los saqueadores del mundo; ahora que ya han devastado todas la tierras, miran al mar: si el enemigo es rico, son avaros; si es pobre, ambiciosos, porque no los han saciado ni sus conquistas a Oriente ni a Occidente.  Son los únicos que desean las tierras ricas y pobres por igual: A expoliar, asesinar y robar lo llaman, con falsas palabras, imperio; y a la desolación que han provocado la llaman paz».[4]  Hoy podrían ser las palabras de un ucranio frente a Rusia, de un afgano frente a los EEUU, de un sirio frente al tirano Bashar Hafez al-Assad, de un kurdo frente a Turquía, de un uigur frente a Xi Jinping, y así sucesivamente, de cualquier víctima de la geopolítica actual frente a los poderosos de la tierra.  Con la diferencia que hoy en vez de lanzas y espadas estos poderosos tienen ojivas nucleares, y la devastación ambiental cubre a todo el planeta. 

Siguiendo a Mahbubani y a Tácito, podríamos llamar a este riesgo fatal de la geopolítica de nuestros tiempos la Trampa de Calgaco.  La ventaja de esta expresión reside en que se puede aplicar tanto a la rivalidad China-USA como a la nueva guerra fría entre los Estados Unidos y Rusia, y a tantas disputas que asolan al mundo por doquier.  Lo que está en juego es nada menos que la Tercera Guerra Mundial.  No se trata sólo del peligro de algún intercambio nuclear con efectos devastadores,  sino también de una necia distracción en la urgencia de un medio ambiente que arde.  En resumen: la irresponsable ambición  de los liderazgos conduce directamente a la desolación.

Los ejemplos de irresponsabilidad en las dirigencias son muchos y deslumbrantes.  Aquí he de enumerar algunos.

  • La pequeña y autoritaria Croacia, que fue alegremente incorporada a la OTAN en su provocadora extensión territorial (no hay que confundir esa extensión, sin duda irresponsable, con una ”amenaza existencial” en la paranoia del equipo Putin), hoy quiere modificar su ley fundamental para permitir su propia evolución hacia una autocracia.  Como esa pretensión no condice con los valores de la Unión Europea, que la rechaza, Croacia amenaza con vetar la solicitud de incorporación a la OTAN por parte de Suecia y Finlandia.
  • Turquía, miembro de la OTAN pero no de la UE, se presta también al chantaje y quiere impedir esa incorporación a causa el buen trato que tanto Suecia como Finlandia has dispensado a la diáspora kurda.
  • Los Estados Unidos quieren convencer a los países latinoamericanos a permanecer en su patio trasero y someterse a su voluntad.  Lo hace en nombre de valores democráticos. Los alega para excluir de la cumbre de las Américas a países cuyos regímenes le son contrarios, y pregonar una futura ayuda económica, que representa una proporción mucho menor de las inversiones chinas.  Ya no puede seguir los consejos imperialistas de Theodore Roosevelt “speak softly and carry a big stick,” [habla con suavidad pero muestra un garrote]. Hoy habla fuerte pero muestra un palito.  La que habla con suavidad y muestra un garrote es China.  Por otra parte, el evangelismo democrático norteamericano es capaz de hacer una excepción en el caso de Venezuela, a cambio de petróleo.
  • La Federación Rusa trata de disfrazar su fracaso militar en Ucrania con un chantaje distinto:  levanten algunas sanciones y les dejo transportar granos a los hambrientos países africanos.
  • El Partido Comunista Chino insiste en que su sistemática destrucción de la cultura uigur y el adoctrinamiento forzado de esa población son un bien para todos, algo así como la sabia administración de fármacos al ganado.

No quiero multiplicar ejemplos, sino mostrar que las actuales dirigencias de potencias grandes y de países menores mienten y disimulan su falta de voluntad racional y de estrategias razonables  y sólo procuran aumentar y consolidar su poder. Evitan tratar en conjunto los desafíos de salud, igualdad, y medio ambiente que los enfrentan a todos.  Frente a ellos, sólo saben declarar frases altisonantes cuando se dan cita en las cumbres, pero no actuar. Entretanto, aumenta la desolación del planeta. Como dice la expresión popular italiana «tra il dire e il fare c’è di mezzo il mare» (“Entre el decir y el hacer hay un mar de por medio”).[5]


[1] https://www.hks.harvard.edu/sites/default/files/centers/mrcbg/files/Allison%2C%202015.09.24%20The%20Atlantic%20-%20Thucydides%20Trap.pdf

[2] El texto entero se puede leer en https://helenika.files.wordpress.com/2014/04/tucidides-historia-de-la-guerra-del-peloponeso.pdf

[3] Citado en el artículo de Peter Beinart, “A Biden Team’s Costly Harmony,”  The New York Times, 06.06.2022, p. A16.

[4] Publius Cornelius Tacitus, De vita et moribus Iulii Agricolae (AD 98).

[5] El planeta es capaz de sobrevivir a una Tercera Guerra Mundial, pero nosotros, no.  Si sucediese, sería una trampa final, anticipada por el gran físico Enrico Fermi (la trampa o paradoja cósmica de Fermi, que afirmaba que las civilizaciones avanzadas terminan por auto-destruirse).

https://www.nationalgeographic.com.es/ciencia/paradoja-fermi-y-existencia-vida-extraterrestre_14031

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