Aquellos polvos trajeron estos lodos: Geometría variable a partir de la nueva guerra europea

La incursión bélica de Rusia en Ucrania pone en jaque toda la arquitectura de seguridad occidental. No era inevitable, pero ahora es fatal.

El ataque ruso a Ucrania estaba entre los escenarios posibles y probables en el Este de Europa.  Lamentablemente es el peor de los posibles.  Como he señalado en artículos anteriores, las tensiones y la crisis fueron creciendo a partir del fin de la Guerra Fría con una decisión estratégica equivocada por parte de Occidente. 

Con el colapso de la Unión Soviética, los Estados Unidos decidieron que la Rusia restante era una potencia de cuarta categoría que no merecía mayor atención en un mundo unipolar en el que  todas las indicaciones apuntaban hacia una hegemonía global incontestable de la superpotencia supérstite. 

La ilusiones que el mundo norteamericano –y por extensión gran parte del mundo europeo–  se hacía correspondían al consenso de Washington sobre el nuevo orden mundial basado en el capitalismo avanzado (yo lo llamo tardío) y la democracia liberal.  El concepto de “neo-liberalismo” capta esa combinación.   Tal proyección era equivocada porque hacía caso omiso de la realidad geopolítica.  Desde la perspectiva neo-liberal, toda posición “realista” (léase Realpolitik en lenguaje académico) era anticuada y descartable: ¿A quién podía interesarle los viejos temas de seguridad, territorio, y garantías de equilibrio de poder en mundo uni-dimensional dedicado al libre comercio, baja regulación, retraimiento del estado frente a las grandes compañías, democracias cada vez mas estables, prosperidad para todos aunque desigual, e intervención militar sólo en casos de gruesas violaciones de los derechos humanos?

Fue bajo estas banderas que Europa se unió con una sola moneda pero sin ir mas allá en lo político, y que la antigua alianza de la OTAN forjada en la Guerra Fría podía avanzar alegremente e incorporar territorios –ahora nuevos países—que en otra época “pertenecieron” a la Unión Soviética.  Así llegaron a cercar literalmente a Rusia e intentar rodearla de una periferia capitalista y democrática, con una presencia militar mas simbólica que real (si no contasen con el poderío militar norteamericano, las fuerzas armadas europeas eran y son débiles)[1]

Esta es la ideología  a la que todavía se aferran las elites de Washington y Londres, y con menos entusiasmo otras elites europeas (cuya memoria histórica las hace mas sobrias).  Durante los años que siguieron a la Guerra Fría, en los que me tocó vivir en Europa, pude observar con cierta exasperación el dominio cultural de esa Pax Americana (Paz con hegemonía de los EEUU) que me parecía en su otra cara una Pax Inscia (Paz necia o inconsciente[2]).

El tiro salió por la culata.  El terrorismo islámico en Manhattan primero sacudió a la sociedad norteamericana y la sacó abruptamente de su zona de confort.  La respuesta fue redoblar la dosis del intervencionismo armado neo-liberal (dirigido en la época por un grupo denominado neo-conservador, que no es mas que la cara bélica del mundo neo-liberal), y meterse en guerras interminables de las que al fin salió perdiendo. 

Durante ese período ilusorio (30 años) el mundo occidental pensaba que avanzaban la democracia y el mercado libre, con garantías de paz, mientras en realidad se preparaban (1) un fuerte retroceso democrático aun dentro de los países centrales, (2) graves crisis de acumulación (ejemplo la crisis financiera del 2008), (3) una creciente y enorme desigualdad social, y (4) el avance de rivales geopolíticos con una visión de poder dura, mas realista, y alternativa –en orden de importancia: China, Rusia, Irán, Norcorea, Turquía y otros países menores en el vagón de cola. 

En la segunda década de nuestro siglo se hizo difícil esconder esa nueva realidad.  En un momento de aparente lucidez la reconoció un presidente norteamericano que llegó al poder desde afuera del establishment de Washington.  Donald Trump intuyó en forma grosera que el juego internacional era otro juego mas duro y sin ilusiones y se entusiasmó con esos otros jugadores, que eran por supuesto mucho mas duchos que él:  Xi, Kim, Putin, Lavrov, Erdogan.  Se volvió agresivo  e impulsivo con los chinos, amistoso con los norcoreanos, y –en palabras de Lenin—un idiota útil (Полезный идиот) con los rusos.  No quiero cargar las tintas, pero el presidente Trump (cuyo retorno al poder en Washington sería una desgracia nacional), me hace recordar la expresión de Gabriele D’Annunzio en otro contexto: È un cretino illuminato da lampi di imbecillità. Todo esto lo comprendió Vladimir Putin –un hombre frio, calculador y estratégico.  Se preparó en forma sistemática para un juego realista de poder, esperó el momento, y cuando éste llegó (pensando que la administración Biden es sólo un interregno débil), dio el proverbial zarpazo del oso ruso.  De ese zarpazo quedará sin duda una Ucrania despanzurrada.  La tragedia pudo evitarse, como advirtieron los pocos Realpolitiker que quedaban en los Estados Unidos: John Mearsheimer[3], Henry Kissinger[4], Stephen Cohen[5]. Pero ya es tarde: Putin cruzó su Rubicón y podemos decir como Julio Cesar: Alea iacta est –la suerte está echada.

¿Cuál será la consecuencia?  Haré un repaso breve de las posibles secuelas en el mapa geopolítico mundial.  Son sólo escenarios hipotéticos ya que nadie posee la bola de cristal, pero sí podemos sopesar posibilidades.  Además, hare hincapié en la importancia que tiene la calidad de los distintos liderazgos en la nueva geometría de poderes. 

¿Cómo  moverse en el lodazal?

Europa: 

La seguridad de Europa quedará reducida a la defensa de los países principales como Francia, Alemania, Italia, la península Ibérica, etc..  Todos los demás tendrán que arreglárselas  en mayor soledad, a excepción de Suecia y Finlandia, que sin duda pedirán entrar en la OTAN y serán aceptadas como miembros “centrales.” Será una seguridad de círculos concéntricos, con un meollo “duro” y una periferia frágil de geometría variable en países como Hungría y Polonia, y los estados bálticos.  Sería una OTAN que funcionaría en dos segmentos.  No será necesariamente un acto de reducción formal sino una reducción tácita y de facto.  Bajo la amenaza rusa, la capacidad de la Unión Europea y de la OTAN de intervenir en otras partes del mundo mas allá de sus fronteras será poca o nula.

Rusia vs. Estados Unidos:

Un gran peligro es la posibilidad de una confrontación directa entre los EEUU (miembro garante de la OTAN) y Rusia, las dos potencias nucleares mas importantes del planeta.  Las amenazas de una y otra parte serán un juego peligroso de prestidigitación.

Liderazgo:

Dada la primacía militar de la nueva situación y la lógica geopolítica de suma-cero, dentro de Europa esto colocará a Francia en una posición pre-eminente con relación a Alemania, que es un poder económico pero no militar, e impulsará la necesidad de un arreglo post-Brexit con el Reino Unido, poseedor de otra nutrida fuerza militar europea, junto con Francia.  Por su parte Turquía tendrá una relación mas positiva dentro de la OTAN, aunque seguirá jugando a dos puntas, un poco como la India. 

La nueva situación tendrá repercusiones políticas internas en cada país afectado.  En cada uno de ellos se hará necesario un equipo gobernante firme y realista, no pacifista pero negociador, para alejar la tentación –en los extremos de izquierda y derecha—de “tolerar” o simpatizar con el régimen de Putin.  Rusia tratará de aprovechar cada fisura en los países europeos –dentro de cada uno y entre ellos—para aumentar las grietas. En Francia es importante la re-elección probable de Emmanuel Macron –única figura estadista de talla, aunque mucho menor que la de De Gaulle.

El dilema norteamericano:

En los Estados Unidos –clave esencial de la nueva guerra fría en Europa— el retorno al poder del ala populista del partido Republicano sería desastrosa, con o sin Trump.  Su postura puede resumirse así: aislacionismo belicoso con China pero favorable a Rusia.[6] En su retórica nacionalista aprovechará los errores antiguos del establishment en Washington y los denunciará para alejarse de Europa, acercarse a Rusia, y provocar bravuconadas con China.  Esta postura es contraria, a mi juicio, a los verdaderos intereses estratégicos de largo plazo de los EEUU. Seré duro en mi apreciación: siguiendo a Borges en el tema del traidor y del héroe[7], esa postura de la derecha populista americana es una traición disfrazada de nacionalismo heroico.

La última frontera de Occidente y la doble guerra fría:

El desafío de Occidente es muy grande y fuerte: defender sus valores y sus últimas fronteras en un mundo que le exige la retirada estratégica y prepararse a un condominio planetario con China.[8]  Para peor, sus enemigos no están sólo afuera. La doble guerra fría que se prepara comporta un riesgo existencial para toda la civilización humana.


[1] El mas grande estratega norteamericano del siglo 20, George Kennan, hizo una apreciación exacta de la situación en 1998.  Su opinión ha sido recientemente reproducida en el inteligente artículo de Thomas Friedman en  The New York Times https://www.nytimes.com/2022/02/21/opinion/putin-ukraine-nato.html

[2] En forma de ficción, puse esta inconciencia en mi novela Innocents Abroad, en el episodio titulado “The Last Supper,” Fulton Books, Philadelphia: 2021.

[3] https://www.youtube.com/watch?v=JrMiSQAGOS4

[4] https://www.washingtonpost.com/opinions/henry-kissinger-to-settle-the-ukraine-crisis-start-at-the-end/2014/03/05/46dad868-a496-11e3-8466-d34c451760b9_story.html

[5] War with Russia?: From Putin & Ukraine to Trump & Russiagate, New York: Hot Books, 2019.

[6] Mi apreciación de Trump en política exterior resulta lapidaria en ingles: A Russian stooge and a Chinese hawk.

[7] https://www.cec.uchile.cl/~peabingenieria/comagui/Comprensi%F3n%20Lectora/Tema_del_Traidor_y_del_Heroe.pdf

[8] Una política exterior inteligente exige un nuevo acercamiento y diálogo con China, a quien el belicismo ruso molesta a sus planes de avance en Eurasia, que son economicos y mas pacificos.   La actual solidariedad ruso-china es oportunista.  Como el Rio de la Plata, es ancha pero poco profunda.

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