Después del terremoto y tsunami de Japón, muchos se preguntan qué sucederá frente a los riesgos de radiación de los reactores que resultaron dañados durante la catástrofe. Algunos países planean continuar desarrollando energía nuclear, y otros, están pensando en volcarse a energías alternativas.

El 11 de marzo a las 14.46 hs un terremoto de magnitud 9.0 en la escala de Richter sacudió por completo a la costa noreste de Japón provocando un tsunami con olas de hasta diez metros en la ciudad de Sendai, la capital de la prefectura de Miyagi y la mayor ciudad de la región de Tohoku.

Todo el lugar quedó reducido a escombros: el agua arrastró lo que se interpuso en su camino, desde casas, autos y barcos hasta granjas y edificios. El resultado fue la muerte y desaparición de alrededor de 21.000 personas. Los medios y los especialistas creen que la tragedia podría haber sido peor, pero dado el entrenamiento de los japoneses para este tipo de ocasiones, se lograron salvar muchas vidas.

«Ésta es la mayor y más difícil crisis en Japón después de la Segunda Guerra Mundial», afirmó el Primer Ministro Naoto Kan, haciendo referencia a los bombardeos atómicos de Hiroshima y Nagasaki.

Sin embargo, la tragedia aún no terminó. Hoy debe enfrentar además de su reconstrucción, la amenaza de radiación de los seis reactores de la planta Fukushima, que resultó dañada luego del terremoto.

Fukushima radioactiva

El 22 de marzo una explosión en la planta nuclear de Daiichi, situada en la prefectura de Fukushima a 250 kilómetros al norte de Tokio, estremeció no sólo al pueblo japonés, sino también a las grandes potencias del mundo. La descarga afectó a los seis reactores de la planta nuclear, generando una situación de amenaza radiactiva.

Todavía los ingenieros japoneses continúan trabajando para evitar que el riesgo de radioactividad se propague. Ante el temor de que se origine alguna filtración de material radiactivo para los habitantes de Fukushima, se ordenó la evacuación de la zona y se decidió ampliar la franja de peligro a 30 kilómetros alrededor de la planta nuclear. Las últimas lecturas realizadas por los especialistas desde un área a 10 kilómetros de la zona de exclusión revelaban un nivel de 110 microsieverts por hora en el aire, número muy por debajo de un nivel de riesgo, pero mayor a los niveles estándares de la zona.

A nivel mundial, las consecuencias de Fukushima tuvieron repercusión y se comenzó a replantear la utilización de las centrales nucleares como fuentes para producir energía. En Europa ya se está hablando de «pruebas de resistencia», que van a estar destinadas a evaluar los aspectos de seguridad en más de 143 plantas de energía nuclear en la Unión Europea (UE). Todavía falta decidir cuáles serán los criterios con los que se analizarán las centrales, pero se espera que estén listos para junio. Todas las pruebas deberán finalizar antes de diciembre.

Según el ministro de energía de Hungría, Tamas Fellegi, cuyo país ocupa la presidencia alterna de la UE, las pruebas de resistencia abarcarán las características sísmicas de las áreas donde se encuentran plantas nucleares, las posibilidades de inundación, el diseño técnico y las características de los sistemas de enfriamiento, los arreglos del sistema de apoyo, la edad de las plantas de energía, los tipos de reactor y la resistencia a eventos provocados por los seres humanos.

Como contracara, Estados Unidos negó que vaya a realizar cambios inmediatos en sus plantas. Funcionarios nucleares estadounidenses dijeron que aunque la crisis nuclear japonesa es grave, parece estar estabilizándose y no obligaría a hacer ninguna modificación inmediata en sus plantas atómicas.

Energía nuclear en el mundo

El debate está planteado y algunos países evalúan cerrar sus centrales nucleares. Los críticos argumentan que si bien es una forma limpia de generar electricidad, es demasiado costosa y peligrosa, y a largo plazo puede ser un problema para el medio ambiente por sus residuos altamente contaminantes.

Claro que con la energía nuclear no se producen emisiones de gases de efecto invernadero, como sucede con la producción de energía con petróleo, carbón o gas, que son una fuente enorme de contaminación. Desde que se firmó el Protocolo de Kyoto, los países deben controlar sus emisiones de gases de efecto invernadero para evitar pagar costosas multas.

Según la Agencia Internacional de Energía Atómica (AIEA), operan en el mundo 442 reactores nucleares, que en conjunto producen el 17% de la energía eléctrica que se consume en todo el planeta. En Japón, cerca del 80% es producida por las centrales nucleares. Yukiya Amano, director general de la AIEA, destacó que la energía nuclear sigue siendo una opción viable para muchos países como una fuente estable y limpia de energía.

En Europa la energía nuclear también sigue siendo muy importante. En Francia por ejemplo, el 78% de la electricidad proviene de plantas nucleares, y además, se planea la construcción de una gigantesca central atómica para exportar energía a otros países. Pero mientras algunos países europeos piensan en seguir invirtiendo en ella, otros se replantean si volcarse a la producción de energías alternativas, como Irlanda o Austria.

Un continente donde la energía nuclear también es una opción elegida por muchos es Asia. Sólo China planea la construcción de 50 plantas nucleares en las dos próximas décadas; India tiene 15 centrales funcionando y otras ocho en construcción.

La disyuntiva de estos países sobre la utilización de la energía nuclear gira en torno a dos líneas: por un lado, deben afrontar el problema de los residuos y su almacenamiento. El combustible generado y gastado en las centrales nucleares tiene una elevada radiactividad, y un periodo de enfriamiento que se calcula entre 20.000 y 100.000 años. Y por el otro, a la hora de determinar cuál es la energía que produce menos emisiones de gases de efecto invernadero, la nuclear se lleva el premio. Producir un kilovatio/hora con energía nuclear supone emitir a la atmósfera cero gramos de carbono. La energía eólica produce entre 5 y 10 gramos; la biomasa entre 10 y 20; el hidrógeno hasta 60 gramos; la solar entre 30 y 60 gramos, el gas natural entre 120 y 180 gramos; el petróleo entre 220 y 245 gramos; y el carbón entre 260 y 355 gramos.

La reconstrucción

Una vez controlada la crisis nuclear, Japón deberá planear su reconstrucción. Se estima que los daños producidos por el terremoto y el tsumani ascienden a US$ 235.000 millones, lo que equivaldría al 2,5% y 4% del Producto Interior Bruto (PIB) japonés.

El Banco Mundial anuncia que el país asiático tendrá una desaceleración de su economía, aunque sólo será temporal, ya que se estima que volverá a crecer en el segundo semestre de 2011. Según este organismo la reconstrucción tardará al menos cinco años.

No hay dudas de que Japón podrá reponerse a esta crisis. Actualmente es la tercera potencia industrial del mundo. Junto a los Estados Unidos, es el líder de la producción de alta tecnología (electrónica e informática, industria aeroespacial, biotecnología, óptica, mecánica de precisión). Y a la vez, mantiene el primer lugar en la producción automovilística y naviera. Sólo habrá que esperar a ver de qué manera lo hace y cuánto tiempo le llevará.

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+Info

Terremoto y crisis nuclear en Japón. Algunos datos más.

Protocolo de Kyoto

Agencia Internacional de Energía Atómica (AIEA)

Imágenes del Tsunami captadas por ciudadanos en Japón

La explosión de la planta nuclear en Japón