Amanece Agosto en Buenos Aires con caos. Un medio de transporte que no transporta desequilibra la rutina de la urbe y deja al descubierto que ese equilibrio pende de un hilo. Miles de vidas, recorridos, trabajos y empresas pierden el eje: no anda el Subte. La política, caracterizada por el conflicto, se ahoga en su propia esencia y todo se profundiza. Pasan los días y no hay subte. Los cuerpos, acostumbrados a trasladarse de memoria, sin necesidad de pensar su recorrido, entran en crisis. No hay subte. Los colectivos se llenan. El tráfico se multiplica y afecta el bien más preciado en las ciudades, el tiempo. La diferencia entre una persona que vive en una gran ciudad respecto a las demás personas es que estas segundas tienen para sí una inmensa cantidad de tiempo que las primeras invierten en trasladarse de un lado a otro. No hay subte. Las ciudades grandes tienen un lado y tienen otro. El traslado de un lado a otro colapsa. Se vive peor porque lo que escasea de tiempo abunda en problemas para el hombre de ciudad. No hay subte. Parecen escasear soluciones. Respiras. Inhalas, exhalas, sentis que se infla el pecho a la altura del nudo de la corbata. Sale Opinión Sur Joven en su versión de Agosto 2012. Tarda pero sale. Con nueva web, con nuevo diseño pero con las mismas ideas de siempre. Pensar. Buscar solucionar. Ser un factor de propulsión al progreso individual y colectivo.  Opinión Sur Joven sale igual a la calle.