Además de los perjuicios ambientales, el cambio climático, producido en parte por el deterioro de la capa de ozono puede generar trastornos en la piel. ¿Por qué se producen y cómo combatirlo? ¿Qué precauciones tomar y cómo detectarlo a tiempo?

Se acerca el verano en el Hemisferio Sur, y con él, el tema de siempre: el cuidado del sol, la bendita estrella, que parece ser cada vez más agresiva. Playa o montaña en esta época del año, y cada vez más, se nos plantea el mismo desafío: cómo broncearnos y no morir en el intento.

Desde unos años, la Tierra viene experimentando un cambio climático producido -entre otras cosas- por el peligroso adelgazamiento de la capa de ozono, con la consecuente filtración de los rayos ultravioletas que perjudican la piel. La peor cara de ese problema es la posibilidad de terminar sufriendo cáncer.

Esa capa vital

El ozono es un delgado escudo de gas que rodea a la Tierra entre los 19 y los 23 kilómetros por sobre su superficie, en la estratosfera, y la protege de los rayos solares. Está conformado por el efecto de la luz solar sobre el oxígeno, y es la única sustancia en la atmósfera que puede absorber la dañina radiación ultavioleta (UV-B), gracias a lo cual se hace posible la vida en el planeta.

Desde 1974, los científicos advierten acerca de su progresiva destrucción, causada por sustancias químicas hechas por el hombre, tales como los clorofluorocarbonos.

Para colmo, existe un crecimiento constante de la emanación de sustancias que destruyen el ozono en la estratosfera. La mayoría de ellas proviene de fuentes industriales, o sea, de la actividad humana.

La consecuencia de la disminución del ozono sobre la superficie terrestre es el aumento de los niveles de radiación ultravioleta-B, que daña a los seres humanos, a los animales y las plantas. Antes, justamente, decíamos que sin la protección del ozono no habría vida en la Tierra. La peor cara del problema es, sin dudas, el cáncer de piel. De hecho, el 90 por ciento de los casos que se dan de esa enfermedad son provocados por la radiación ultravioleta proveniente desde el sol.

“La pérdida de capa de ozono es una de las principales causas del crecimiento del cáncer de piel”, explica a Opinión Sur Jovenel profesor y doctor Ricardo Galimberti, Jefe del Servicio de Dermatología del Hospital Italiano de Buenos Aires y presidente del Congreso Mundial de Dermatología que se realizó en septiembre último.

“Como consecuencia del cambio climático hemos podido observar un mayor número en las consultas con desarrollo de cáncer cutáneo. Las estadísticas que se obtuvieron en la última campaña de prevención, desarrollada por la Sociedad Argentina de Dermatología fue clara: se comprobó el aumento de los casos clínicos de cáncer de piel”, asegura.

Galimberti explica que esta enfermedad es “una alteración cutánea que se caracteriza por una proliferación desmesurada e incontrolable de las células epiteliales con posibilidades destructivas e invasivas”. Este crecimiento anormal de las células dermis, se presenta de tres maneras: el carcinoma vasocelular, el espinocelular, y el melanoma.

El médico consultado aclara que, tomado a tiempo, tiene grandes posibilidades de curación. “La consulta temprana esfundamental porque previene que el cáncer cutáneo sea agresivo”, agrega.

Pero los cambios climáticos no son los únicos responsables de esta tendencia: además de las modificaciones del ecosistema, hay tendencias sociales funcionales a las enfermedades cutáneas. “Ciertos hábitos culturales, como la vida al aire libre, la concurrencia masiva a las playas y el uso de ropa que cada vez protege menos la superficie de la piel favorecen el aumento de casos de cáncer”, opina Galimberti.

¿Cómo detectar si nos aparece? Las expresiones más usuales son una herida pequeña que no cicatriza o un lunar que cambia de color, tamaño o forma, y pica, duele o sangra; también puede ser un síntoma la presencia de un nuevo lunar, mancha o verruga.

El cuidado debe ser constante, ya que la radiación solar suele tener un efecto sumatoria, lo que hace que la permanente exposición facilite una mayor acumulación de los rayos agresivos.

“La mejor prevención es la consulta y el tratamiento dermatológico. El médico, al observar la piel del paciente, sabrá determinar cuáles son las acciones preventivas necesarias”, explica Galimberti.

No está de más recordar, y menos en una nota sobre el tema, los típicos consejos para resguardarse de los rayos ultravioletas: buscar sombra en los horarios de mayor radiación (de 10 a 16); usar ropa clara, viseras y anteojos para proteger la cabeza y los ojos; usar cremas con un factor de protección mayor a 15; y si la exposición es por tiempo prolongado, replicar cada dos horas. Y nunca exponer al sol a los menores de un año, dado que su piel no está suficientemente pigmentada para recibir los rayos de nuestra estrella.

Está en todas partes, pero atiende en Argentina

Si bien la fuerza de los rayos solares se nota en todo el planeta, la combinación de la latitud geográfica –próxima al polo, donde la capa de ozono es más fina en comparación con las regiones más cercanas al Ecuador- no favorece al Cono Sur americano.

Pero al margen de las cuestiones geográficas que perjudican por igual a todo el Sur de América Latina, en la Argentina hay un factor adicional que complica la situación, especialmente en las provincias del centro y sur. “Estamos más expuestos a las radiaciones solares debido a la predisposición genética de sus habitantes, que tienen una herencia europea importante, lo que los hace proclives a padecer enfermedades cutáneas”, explica Galimberti.

Aparentemente, junto con los australianos, que tienen un fototipo muy blanco y desarrollan una intensa vida junto al mar, los argentinos somos los más expuestos a estos cambios climáticos y sus consecuencias.

Parece entonces que, además de todos los males medioambientales que aquejan a nuestro planeta -y que fuimos desarrollando sucesivamente en La sección Medio Ambiente deOpinión Sur Joven– tenemos la mala suerte de tener que sobrellevar la furia de los rayos ultravioletas. No es un tema menor: el Programa de Naciones Unidas para el Medio Ambiente (PNUMA) pronostica que a una tasa anual de 10 por ciento de pérdida de ozono durante varias décadas, el aumento en casos de cáncer de piel rondará los 250.000 por año.

Incluso, teniendo en cuenta los acuerdos actuales para la erradicación de sustancias que agotan la capa de ozono, un modelo realista indicaría que el cáncer de piel aumentaría a para el 2050 un 25 por ciento, respecto al nivel de 1980; el cáncer de piel más letal, denominado melanoma, también podría incrementar su frecuencia. [1]

Al ver esta situación, se entiende por qué la capa de ozono se convirtió en una de las prioridades ambientales a escala mundial. Viéndolo en perspectiva, quizás fue el primer gran tema ecológico en explotar en los medios.

Por este motivo, en 1994 la Asamblea General de las Naciones Unidas proclamó al 16 de septiembre como Día Internacional de la Preservación de la Capa de Ozono. La fecha conmemora el día en que, en 1987, se firmó el Protocolo de Montreal, el primer gran acuerdo mundial sobre un tema medioambiental y, probablemente, uno de los más eficaces.

Se vienen las vacaciones en el Hemisferio Sur. Pero recordemos que el cambio climático no se toma descanso.

+Info

«Agujero de Ozono sobre Sudamérica «: en esta página se ofrece información sobre la capa de ozono localizada en nuestra región.

Una película: «Loco por Mary (There´s Something About Mary)«. Si querés ver cómo te deja un bronceado fanático, fijate el personaje de Magda, la amiga de Mary.

«Prevención del sol«: consejos del Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires para cuidarse la piel de los rayos ultravioletas.