La financiarización de las economí­as y el papel de los bancos

Una somera explicación del proceso a través del cual el capital financiero impone su preeminencia en el seno del accionar económico mundial.[[ El título «La financiarización de las economías y el papel de los bancos» es un extracto del libro Hay alternativas: propuestas para crear empleo y bienestar en España cuya versión digital sus autores ponen en libre circulación. La versión impresa estará disponible en librerías a partir del 31 de octubre de 2012. ]]

La ascensión al poder en la década de 1980 de gobiernos de inspiración neoliberal (como los de Margaret Thatcher en Reino Unido y Ronald Reagan en Estados Unidos) puso fin al consenso que se había venido dando desde después de la Segunda Guerra Mundial y dio paso a políticas de naturaleza muy distinta.

En el campo financiero se produjo un cambio muy importante cuando en la década de 1960 se inició un incremento espectacular y desconocido hasta entonces de la cantidad de dólares circulantes en la economía. Era el inicio de un nuevo ciclo determinado por una sobreproducción que causó una bajada de rentabilidad de la economía productiva. Las multinacionales generaban cada vez más y más beneficios pero a la vez se enfrentaban a problemas de rentabilidad que desincentivaban la reinversión de esos mismos beneficios.

Por tanto, buscaron la forma de invertir esos beneficios en cualquier otro negocio que no fuera la esfera productiva. Además, cuando los precios del petróleo sufrieron una impresionante subida en la década de 1970, los países productores se encontraron también con billones de dólares que no sabían dónde colocar, por lo que aumentó también con ellos la masa circulante de dólares. Los bancos, que eran quienes principalmente manejaban esa oferta de dólares, fomentaron el recurso al crédito con tal de colocar los dólares que circulaban con extraordinaria abundancia.

Obtener préstamos era fácil y barato y los bancos los daban sin ningún problema [[Eso también fue el origen, entre otras cosas, del problema de la deuda externa de muchos países pobres que se convirtió en un drama más tarde, cuando subieron los tipos de interés y su peso se hizo insoportable.]] . Facilitó este cambio la revolución de las tecnologías de la información que permitió que las operaciones financieras se pudieran realizar de modo muy rápido y sin apenas costes, así que las actividades especulativas, que antes también se realizaban pero de modo mucho más pausado y limitado, ahora pudieron llevarse a cabo de forma vertiginosa.

El atractivo de dedicarse a esas actividades especulativas eran grandioso: con muy pocos medios se podían movilizar millones y millones de cualquier moneda para comprar y vender al instante y obtener en cada transacción tasas de rentabilidad mucho más elevadas que las que podía proporcionar la puesta en marcha de un negocio productivo. Y eso fue lo que hizo que las operaciones financieras de simple compra y venta de papel fueran creciendo sin parar, desvinculándose cada vez más de la creación de negocios productivos, de la producción de bienes y servicios y de la creación de empleo.

Para que este nuevo negocio fuera lo más rentable posible los financieros consiguieron que los gobiernos llevaran a cabo reformas legales destinadas a garantizar la plena libertad de movimientos de los capitales y a que en los mercados financieros se pudiera hacer prácticamente cualquier cosa sin control alguno. Mediante estas reformas se fue eliminando casi cualquier tipo de trabas a lo que pomposamente se llamaba innovación financiera y que no era otra cosa que la continua creación de activos para comprar y vender especulativamente gracias a los fondos multimillonarios que se iban acumulando. Y para ello tuvieron un papel decisivo los llamados paraísos fiscales, países que no establecen control ninguno a las operaciones que realizan los bancos y las empresas que se instalan allí para mover el dinero negro que sus clientes quieren ocultar al Fisco. Algo que hacen en la práctica la totalidad de los bancos y cajas de ahorros españoles y el 80 por ciento de nuestras grandes empresas.

Todo eso aumentó el volumen de dinero que circula simplemente alrededor de las operaciones financieras y que hoy día se calcula que es de 4 billones de dólares al día sólo en los mercados de compra y venta de monedas, y de 700 billones de dólares en los mercados de derivados (es decir, de los papeles nacidos de otros papeles para especular con ellos).

Pero en las finanzas especulativas hay una ley inevitable: cuanta más rentabilidad se obtiene, más riesgo hay. Por eso, al mismo tiempo que aumenta el beneficio financiero especulativo se incrementa el peligro que soporta toda la economía porque las operaciones que lo proporcionan son de naturaleza muy volátil e inestable, y trasladan estas características al conjunto de las actividades. Eso es lo que explica que en estos años de gran especulación financiera haya habido más crisis que nunca en la historia.

Por otro lado, la aparición de estos nuevos negocios financieros cambió también la función de los bancos y la forma en que se financiaban las empresas. Estas últimas se financiaban antes solicitando préstamos a los bancos pero ahora podían hacerlo emitiendo acciones o bonos, que eran más baratos y que servían a los inversores para crear a partir de ellos nuevos papeles que de nuevo vendían en los mercados financieros. Y, como consecuencia de ello, los bancos dejaron de dedicarse preferentemente a financiar la actividad productiva de las empresas para desplazar sus negocios hacia la gestión de fondos de inversión y hacia el cobro de comisiones bancarias.

Los bancos se convirtieron así en las principales fuentes de alimentación de la especulación, de las burbujas inmobiliarias, de la inversión en paraísos fiscales, e incluso en actividades ilícitas e inmorales, lo que, al mismo tiempo, hacía que la financiación de la actividad productiva de las empresas que crean empleo fuera cada vez más escasa y cara, a diferencia de la destinada a la especulación.

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