Historias conocidas e historias por conocer

“Si los pastos conversaran, esta pampa le diría de qué modo la quería, con qué fiebre la adoré.”

(Carlos Gardel, Tomo y obligo).

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En un contexto de conflictos geopolíticos de naturaleza multidimensional y multipolar, territorios como el argentino serán disputados por las potencias más grandes, a menos que el país consiga unidad, solidaridad, y buenas dirigencias.

De la pampa conozco bien los pastos en varias provincias argentinas.  También conozco los pastos mas ralos de la Patagonia, desde Bariloche hasta Ushuaia, pasando por el Calafate y los glaciares.  Se que mi sangre guarda el recuerdo de mis progenitores, ya que, según me contaron, fui concebido en una estancia (hoy sumergida dentro de un embalse) a orillas del rio Limay.  Se llamaba Estancia La Argentina, en la provincia de Neuquén.  Se también que otro lejano pariente mío, don Florentino Ameghino, descubrió allí los huesos de antiguos dinosaurios y de otros animales que poblaban la pampa mucho antes que nosotros los humanos.

Si los pastos conversaran, esa pampa nos diría que allí hubo muchas tolderías, y que los primeros pueblos fueron muertos o empujados a lugares cada vez mas lejos por la codicia  terrateniente, con las huestes del restaurador Rosas y luego con el ejército del general Roca, quien perfeccionó el exterminio con el uso del telégrafo y del rifle a repetición marca Remington.

Si los pastos conversaran, esa pampa nos diría que allí tuvo su primera asignación militar Juan Domingo Perón, y que allí conoció a su primera mujer.

Si los pastos conversaran, esa pampa nos diría que allí hubo también, ya entre blancos, disputas y masacres, la Patagonia rebelde y trágica de 1919-1921.  Fue el mismo tiempo en que mi abuelo, enriquecido por el negocio de la carne, recorría el mundo con toda su familia –nueve viajeros, en nueve meses, gozando de nueve millones de pesos fuertes.

Si los pastos conversaran, esa pampa les diría que hoy la siembran con soja, que la pisa el ganado, que la perforan los pozos petrolíferos, que la taladran los mineros, que la recorren turistas ávidos de paisajes y aventuras, y que sobre ella se instalan extrañas antenas y pueblos nuevos.  Se han instalado una base china en Neuquén [1] y una norteamericana en Tierra del Fuego [2] .

Hay un proverbio africano que reza: cuando se pelean dos elefantes (en la Patagonia serian mastodontes), el que sufre es el pasto.  Y es por esta conexión pastosa y su metáfora que entramos de lleno en la dimensión geopolítica.

Es una verdad de Perogrullo repetir que la historia nos depara importantes enseñanzas y que es por sobre todo una formidable maestra, la suprema magister vitae.  Esta presunción ha sido y es la justificación fundamental para incluir la historia en todo currículo de enseñanza básica y también de la avanzada.

Pero las enseñanzas de tal maestra dependen de nuestra perspectiva.  En la pesca de lecciones de la historia, todo depende del tipo de red que uno tira.  Por ejemplo, es tentador sacar lecciones de la historia antigua, sobre todo cuando hemos heredado excelentes textos de buenos historiadores.  Tal es el caso de Tucídides.  Su obra maestra, Historia de la guerra del Peloponeso, es un clásico en la lógica, en los detalles, y en la fluidez de la escritura.  Es fácil sacar “lecciones” por analogía de ese abultado volumen, al comparar por ejemplo la fracasada expedición ateniense a Sicilia (515-513 AC) con la intervención norteamericana en Vietnam (1964-1975 DC). 

Mas recientemente, un veterano historiador de Harvard sacó otra lección del mismo texto, la llamada “trampa de Tucídides,” en referencia a la rivalidad entre Esparta y Atenas, que condujo, como explica Tucídides, a una serie de guerras que a su vez dieron por fin, y en poco tiempo, a la democracia ateniense. De ese proceso bélico y de sus episodios el mismo historiador contemporáneo nos conmina a extraer una “ley” geopolítica, a saber: cuando una potencia hegemónica se ve amenazada por una potencia en ascenso, la rivalidad culmina en una guerra (que, como toda guerra, no tiene un resultado previsible).  El camino de la guerra es, según la supuesta ley, prácticamente inevitable –algo así como la lógica fatal de una tragedia griega.  Nuestro historiador aplica ese ejemplo a la rivalidad y a la creciente hostilidad entre los Estados Unidos y China.

Releyendo el texto de Tucídides, observo que en ningún momento el antiguo historiador considera a las guerras del Peloponeso como inevitables, es decir, sujetas a una ley de hierro o a una fatalidad inapelable [3] .  Mucho dependía, entonces como ahora,  de percepciones elegidas entre las varias posibles, de decisiones, de errores y omisiones.  En otros términos, el algoritmo de la historia no es sencillo.  En palabras de Borges, es un jardín de senderos que se bifurcan.  Creer en lo contrario sería caer en la falacia retrospectiva bien formulada ya por nuestros antepasados:  post hoc ergo propter hoc (falacia que consiste en hacer creer que una cosa es causa de otra por el hecho de suceder antes).  Aun sospechando la presencia de una trampa, uno bien puede no caer en ella, o al menos prepararse a evitarla.  Tal vez sea ésta la intención del historiador de Harvard cuando usa la palabra.

Con este preámbulo de salvedades vuelvo al conflicto que hoy presenciamos entre Estados Unidos y China.  En esta nota presento una lista de razones que me hacen dudar que tanto China como Estados Unidos puedan caer en la supuesta trampa de Tucídides.  La naturaleza del conflicto estratégico ha mutado.

  • La guerra tradicional hace mucho que ha dejado de ser tal. Las guerras contemporáneas son asimétricas y la disparidad de fuerzas no es garantía de triunfo ni de conclusión para el mas fuerte.
  • La última súper-guerra, es decir, la tan temida tercer guerra mundial fue superada sin disparar un solo tiro.  Con el colapso “pacífico” de la Unión Soviética no pasó de guerra fría a guerra termonuclear bipolar.
  • Se han multiplicado los focos bélicos, y algunos de ellos podrían desencadenar una o mas guerras nucleares de carácter regional, con desastres humanitarios subsiguientes.
  • El mundo ha pasado por las siguientes etapas: de la bipolaridad a la unipolaridad, y luego a la actual multipolaridad.
  • La globalización y el correspondiente multilateralismo están en crisis y el resultado es una multipolaridad contradictoria e insostenible desde el punto de vista de las crisis planetarias a enfrentar. Por lo tanto, ni la globalización ni el multilateralismo van a desaparecer.
  • La tercer guerra mundial no está por estallar sino que hace tiempo que ya está en curso, con características inusuales.
  • Se trata de una guerra anárquica y multidimensional, en la que la distinción entre lo militar y lo no-militar se ha borrado.
  • Los estados han dejado de ser los actores bélicos exclusivos.
  • Aumenta el peso de actores sub- y súper-estatales, desde grupos terroristas hasta compañías y organizaciones transnacionales.
  • No existe un nuevo orden mundial en reemplazo del anterior.  La humanidad se encamina por lo tanto a una tragedia de los comunes a escala planetaria.

Es en este contexto y con estas variables que podemos ahora situar los pastos de nuestra Patagonia  –“nuestra” por ahora ya que es y será cada vez mas un territorio apetecido por las potencias rivales, en particular los Estados Unidos (en retirada estratégica de antiguos dominios) y China (en surgimiento estratégico en busca de suministros, bases, y zonas a poblar, es decir de un nuevo imperio tributario).

Para no ser pisados impunemente, esos pastos necesitan de un país unido, solidario, y con una dirigencia inteligente  –ingredientes de los que por el momento carece en forma lamentable.


[1] https://www.eleconomista.com.ar/2019-02-la-base-china-en-neuquen-pesada-herencia-espionaje-y-yuanes/

[2] https://www.hispantv.com/noticias/argentina/257204/eeuu-instala-base-militar-argentina-macri

[3] Es por eso que hoy consideramos a Tucídides como historiador y no como dramaturgo.

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