Erguirse por sobre los desencuentros

Los desencuentros traban el desarrollo de nuestros países. Es enorme la energía que se esteriliza; mientras otros avanzan perdemos oportunidades. Se aduce que los demás generan el conflicto pero todas las partes son co-partícipes del mismo. Erguirse sobre nuestros desencuentros no es algo mágico ni voluntarista. Requiere construir confianza y entendimiento entre partes que recelan entre sí; lo cual no significa forzar consensos o inventar falsas coincidencias sino alinear –no eliminar- intereses. El ejemplo de la negociación salarial.
Los desencuentros entre compatriotas constituyen una de las más dramáticas rémoras que traban el desarrollo de nuestros países del Hemisferio Sur. Es enorme la energía que se esteriliza con esos desencuentros.

Si bien es cierto que los conflictos son parte normal del funcionamiento de cualquier sociedad, muchas veces nos deslizamos hacia situaciones de conflicto permanente en las cuales resulta imposible cerrar discusiones y encontrar formas creativas de alinear los intereses en juego. Con ello se alteran los espíritus y se desvía la atención de resolver problemas y construir futuro hacia retornar agravios, venganzas o desquites.

El resultado es perder oportunidades mientras que el resto de países avanza raudamente. El rezago relativo se paga caro porque no es lo mismo tomar una iniciativa hoy que más adelante, ya que las circunstancias y la fortaleza de los actores cambia con el tiempo.

Siempre se aduce que es el otro quien genera el conflicto y por tanto debe cambiar, entender, alinearse con nuestros intereses e iniciativas. Pero el hecho es que todas las partes son en algún grado co-responsables o, cuando menos, co-partícipes del conflicto y, como tales, nos toca a todos cambiar, entender, buscar alinear intereses para lograr soluciones win-win que sirvan al conjunto.

Por ejemplo, las partes en una negociación salarial incluyen a trabajadores, propietarios y directivos. Los trabajadores procuran máximizar las compensaciones financieras y no financieras que reciben; los propietarios su rentabilidad, los directivos su permanencia y bonificación. Todas esas expectativas están sustentadas en el desempeño de la empresa, en su éxito o fracaso, en su viabilidad económica y organizativa. El desempeño pasado y el que se estima para el futuro, delimita posibilidades y márgenes de negociación. Si se los violase, la propia empresa vería afectada su éxito o viabilidad.

Dentro de esos parámetros de viabilidad económica lo que está en juego es cómo las partes se repartirán los resultados (se asume que una porción se asignará para asegurar su normal funcionamiento y reposición de capital). En esa perspectiva la pugna debiera ser sencilla y transparente; sin embargo no lo es.

La negociación salarial no es sencilla porque hay muchas circunstancias a considerar, entre otras las siguientes:

_ – El riesgo futuro contra el cual es conveniente provisionar defensas: ¿cuáles son esos riesgos? ¿qué magnitud debieran tener las defensas? ¿cuándo y dónde habría que construirlas? No es fácil estimar riesgos e inversiones defensivas.
_ – El contexto competitivo: es necesario mejorar constantemente para no quedar rezagados en productividad, rentabilidad, ritmo de acumulación, lo cuál es un tema abierto a interpretación y compleja la cuantificación de las inversiones para asegurar competitividad.
_ – La naturaleza laboral de la empresa: no es lo mismo si la empresa es intensiva en trabajo (en cuyo caso la masa salarial incide en forma determinante sobre los resultados) o intensiva en capital (en la que la incidencia salarial en la estructura de costos es menor).
_ – La propia estrategia de desarrollo corporativa: ella puede ser más o menos agresiva, cortoplacista o de mediano plazo, vanguardista o del promedio del sector.
_ – Las necesidades y urgencias de los trabajadores y el nivel, relativo al mercado, de sus compensaciones.
El grado de compensación que reciben propietarios y directivos.
_ – Varias otras circunstancias según sea el momento económico, la región, el sector, el tipo de mercado, el régimen político en el que opera, etc.

La negociación salarial tampoco suele ser transparente porque cada parte deforma, acomoda o interpreta los datos de la realidad de acuerdo con sus intereses o, cuando menos, con su honesta perspectiva de las cosas. Las necesidades que cada parte procura atender no son las mismas y, sin embargo, si no se lograsen resolver a satisfacción de las partes, la pugna que implica toda negociación salarial termina desembocando en un conflicto con efectos sobre el desempeño de la empresa en la que todos participan.

Por otra parte hay muchas formas de escamotear los resultados corporativos, base de la negociación salarial, o de sesgar a favor de una de las partes el reparto de los recursos distribuíbles, entre otras las siguientes:

_ – Si se tratase de empresas internacionales, sub-facturando exportaciones y sobre-facturando importaciones, de modo de concentrar los resultados del grupo en aquellas localizaciones que les permitiesen optimizar la carga impositiva y la negociación laboral.
_ – Aumentando más de lo necesario el stock de productos.
_ – Adelantando la reposición de los equipamientos y los bienes de capital.
_ – Incrementando las compensaciones a directivos.
_ – Exagerando los riesgos a afrontar y las dificultades financieras presentes.
_ – Desde la parte sindical aprovechando situaciones de debilidad institucional de la empresa para imponer exigencias desmesuradas.
_ – Otras modalidades.

Cualquiera de esas conductas afecta la confianza sobre la buena fé, la comprensión y la prudencia de la otra parte; la negociación se torna por demás ríspida y las soluciones se labran con medidas de fuerza más que con entendimiento y argumentación. En lugar de soluciones win-win aparecen ganadores y perdedores, lo que deja resentimientos, mayor desconfianza, perdida de lealtades, toda una espiral de antagonismos y desencuentros.

Si todas estas dimensiones, aristas e implicaciones emergen en una negociación salarial al interior de una empresa, puede uno inferir la complejidad que entraña acordar a través del diálogo y la negociación una trayectoria de desarrollo nacional donde los actores e intereses se multiplican varias veces. Es, sin embargo, esencial lograrlo.

Erguirse sobre nuestros desencuentros no es algo mágico ni voluntarista. Implica buena voluntad (voluntad de la buena) para construir confianza y entendimiento entre partes que recelan entre sí. Esto no significa forzar consensos o inventar falsas coincidencias. Por el contrario, requiere de determinación, habilidad y mucho trabajo para alinear –en lugar de procurar eliminar- intereses diversos.

Un facilitador o mediador honesto siempre ayuda; pero es aún más crítico desarrollar en el fuero individual y colectivo actitudes de conciliación invocando la generosidad de espíritu, no su ingenuidad. Es convocar a la prudencia, la templanza, la valentía, la justicia, la compasión, la gratitud, la humildad, la buena fe y el humor que desactiva la bronca y ayuda a vivir. Se trata por supuesto de construir en conjunto para el bien de todos, no de unos pocos. Vale el esfuerzo.

———————————————————————————–

Si le interesó este artículo lo invitamos a conocer nuestras secciones de [Desarrollo->https://opinionsur.org.ar/wp/category/desarrollo/, [geopolítica.->https://opinionsur.org.ar/wp/category/geopolitica/ y [trasformaciones->https://opinionsur.org.ar/wp/category/transformaciones/

———————————————————————————–

Opinión sur es financiado por nuestros lectores.

Como contribuir?

_ – [Done desde 10 pesos por mes->https://opinionsur.org.ar/wp/contacto/

_ – [Adquiera nuestros títulos de la Colección Opinión sur->https://opinionsur.org.ar/wp/category/coleccion-opinion-sur/

———————————————————————————–

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *