Ensanchar cadenas productivas integrando a sectores populares

Al ensanchar promisorias cadenas productivas integrando a sectores populares sumamos a la dinamización económica los críticos aspectos de inclusión social y de distribución del ingreso.

Hay quienes disocian la producción de la distribución del ingreso, el crecimiento que lleva a la concentración de la riqueza de sus consecuencias. De forma abierta o encubierta se vuelve con la vieja teoría del derrame que la realidad no convalida. Sin embargo, el proceso de generar valor y determinar cómo es distribuido socialmente arranca desde la producción de bienes y servicios; es luego formateado por las políticas públicas y los mecanismos de extracción de valor que han sido impuestos por quienes detentan el poder de imponer.

En otro texto hemos destacado la crítica necesidad de transformar la matriz productiva de un país o región para poder crecer orgánicamente y evitar recurrentes estrangulamientos tanto del sector externo como del procesamiento y comercialización de productos. En lo que sigue abordamos una importante dimensión del proceso de transformación de una matriz productiva: cómo integrar en el seno mismo de su transformación los objetivos de desconcentrar la acumulación de valor, impulsar la inclusión social, y lograr una mejor y sustentable distribución de la riqueza y de los ingresos.

Al transformar ensanchar las cadenas productivas

Una matriz productiva está conformada por una diversidad de cadenas productivas que son conjuntos de empresas que se complementan unas a otras para producir bienes o servicios. Ese conjunto de empresas no es homogéneo sino todo lo contrario; coexisten grandes empresas que lideran las cadenas productivas y otras medianas y pequeñas casi siempre subordinadas a las de mayor envergadura. Esa subordinación se expresa tanto en la dirección estratégica que quienes lideran las cadenas les marcan al resto, como en la consagración de mecanismos de extracción o apropiación de valor que imponen los más poderosos. Esto es, el poder económico impone la direccionalidad y, si acierta o se equivoca en sus decisiones estratégicas, incide directamente sobre el conjunto de actores que participan de la cadena productiva; tiene además la capacidad de determinar cómo se distribuye internamente el valor generado.

La heterogeneidad que caracteriza a las empresas que conforman una cadena productiva se proyecta sobre los trabajadores que esas empresas utilizan; habrá trabajadores que están registrados y acceden a lo que estipula la legislación laboral vigente (negociaciones colectivas de salarios, condiciones de trabajo, seguridad social, asignaciones familiares, estabilidad laboral, entre otros derechos), y trabajadores no registrados que no acceden a esos derechos. Esta informalidad laboral que responde a una diversidad de circunstancias debe ser encarada tanto si se ensanchan o no ensanchan las cadenas productivas.

El Estado cumple un crítico rol de orientar y regular el proceso económico. Si el Estado estuviese controlado por el poder económico establecerá políticas y asignará recursos en su beneficio; si, en cambio, estuviese guiado por fuerzas sociales transformadoras del orden prevaleciente, utilizará su capacidad política, financiera y reguladora para cambiar el rumbo y aspectos estratégicos de la forma de funcionar. Es en este contexto que el objetivo de transformar la matriz productiva puede incluir la necesidad de ensanchar cadenas productivas para integrar sectores populares. Claro que esa integración no se producirá espontáneamente sino que requerirá de una explícita intervención del sector público.

Medidas para integrar sectores populares en promisorias cadenas productivas

Un Estado transformador dispone de una batería de medidas para promover la integración de sectores populares en cadenas productivas promisorias (no en cadenas residuales en las que suelen estar condenados). Entre otras modalidades de intervención puede: (i) establecer regímenes promocionales en materia tributaria, crediticia, tecnológica, tarifaria y territorial para orientar inversiones, iniciativas, acuerdos comerciales, asistencia técnica; (ii) invertir directamente en sectores considerados estratégicos para el desarrollo; (iii) promover la conformación de desarrolladoras de emprendimientos productivos de base popular especializadas en identificar oportunidades, estructurar, poner en funcionamiento y asistir sobre la marcha a ese tipo de unidades productivas.

El poder que detenta el Estado le permite intervenir en áreas antes no consideradas de las cadenas productivas que escoge promover. Un área de crucial importancia es eliminar mecanismos de apropiación de valor de forma de lograr que la cadena productiva crezca balanceadamente. Esto es, evitar que ciertos grupos económicos (grandes empresas e intermediarios) se apropien de buena parte del valor generado por el resto de actores de la cadena productiva; el objetivo es que cada quien retenga para su propia capitalización y desarrollo el pleno valor que produce. Para avanzar en esa dirección habrá que conformar espacios de negociación de precios, de condiciones de compra y venta de productos, de colaboración técnica, financiera, organizativa en cada cadena productiva. En la medida que estos espacios se formalicen y quizás institucionalicen, el poder de imponer que detentan grandes empresas e intermediarios podrá ser compensado por un nuevo poder emergente compuesto por el conjunto de quienes participan de la específica cadena productiva. Ya el hecho de transparentar precios, riesgos, rentabilidad y otros aspectos del proceso de generación y distribución del valor ayudará a encontrar formas de alineación de intereses. El Estado puede actuar del mismo modo que lo hace al mediar o acercar las partes que intervienen en las negociaciones colectivas de salarios ya que, el objetivo último no es debilitar sino fortalecer la entera cadena productiva sólo que, de ahí en más, asegurando el desarrollo del conjunto de actores intervinientes.

En simultáneo con los esfuerzos para establecer espacios de concertación y alineación de intereses al interior de cada cadena productiva, el Estado puede promover directamente otro tipo de intervenciones, las que diferirán caso por caso. Ofrecemos ejemplos en dos cadenas productivas donde es muy factible integrar sectores populares: la alimentaria y el turismo.

(i)            Cadena alimentaria

En la cadena alimentaria, si lo que reciben los productores por su esfuerzo es apenas una mínima fracción de lo que pagan los consumidores finales por sus productos (situación que se repite con frecuencia en casi todas las economías emergentes), estaríamos en presencia de gravosos mecanismos de extracción de un valor que pertenece a productores y a consumidores. En estos casos la intervención estatal puede abarcar las diversas instancias de la cadena de procesamiento y comercialización de los productos.

Si los productores de alimentos frescos están sometidos a prácticas extorsivas ya que su producción requiere ser vendida en tiempos cortos y los acopiadores pueden amenazar no comprar para bajar precios a medida que se acorta el tiempo de vida del producto perecedero, pues ahí habrá que promover otro sistema acopiador alineado con los intereses de los productores; en algunos casos quizás con participación propietaria de los productores.

De igual forma, habrá que encarar eventuales acciones extorsivas de trasportistas y de  agroindustrias regulando lo que pueda ser regulado o, si esto fuese imposible o ineficaz, promoviendo el establecimiento de otro tipo de actores en esos sectores; tal el caso, por ejemplo, de unidades comunitarias de trasporte o de agroindustrias locomotoras donde convergen productores y bien seleccionados socios estratégicos.

Con frecuencia quienes terminan liderando la cadena alimentaria son supermercados de gran envergadura que con su poder de compra y posición oligopólica imponen precios a quienes producen, comercializan o procesan los alimentos, así como a los clientes que se abastecen en sus góndolas. Procuran así ensanchar al máximo posible sus márgenes de ganancias. Frente a esto han habido experiencias reguladoras (como el programa Precios Cuidados en Argentina) pero también el establecimiento de otros canales alternativos de ventas (supermercados comunitarios, ferias barriales, entre otras).

(ii)           Cadena del turismo

El turismo es un sector importante en muchos de nuestros países. Su desarrollo se apoya en la puesta en valor de recursos naturales y culturales asegurando una efectiva gestión comercializadora y de atención a los visitantes junto con la provisión de infraestructura de transporte, alojamiento y comunicaciones.

En la cadena de turismo participan agencias de viajes (extranjeras y nacionales), diversos servicios de alojamiento (hoteles, hosterías y otros), esparcimiento, transporte, artesanías, alimentación, productos de consumo, entre muchos otros. Este conjunto de actividades abre oportunidades para integrar sectores populares en espacios promisorios y no en los marginales de la cadena de turismo que en la actualidad suelen ocupar. Para ello se requiere una apropiada combinación de gestión pública, privada y comunitaria.

Un ejemplo es promover el establecimiento de cadenas de hosterías familiares rurales. Esto es, hosterías propiedad de familias o comunidades que no operan aisladamente libradas a su suerte, sino como parte de emprendimientos asociativos de tamaño medio que les permite acceder a una mayor y más efectiva escala. Esa mayor envergadura facilita una identidad y una gestión de conjunto para comercializar su oferta, negociar en mejores condiciones con agencias de turismo, proveedores, trasportistas, disponer de un sistema unificado de reservas, recibir capacitación y asistencia técnica sobre la marcha, acceder a financiamiento para construir, ampliar o mejorar los establecimientos. Cada familia o comunidad participante se reserva la gestión de su propia hostería y tiene acceso a una participación en los resultados generales del emprendimiento asociativo.

La integración de sectores populares se verifica así, en primera instancia, a nivel de las hosterías y el emprendimiento asociativo. Pero es sabido que los visitantes requieren de todo tipo de servicios, desde alimentación cuyos productos frescos pueden ser producidos por agricultores locales, hasta guías para recorridos turísticos, cabalgatas, actividades culturales (folklore, guitarreadas, fogones con narradores de tradiciones locales, teatro popular, festivales), esparcimiento para niños, deportes recreativos, turismo aventura, entre muchos otros. Estas actividades pueden ser desarrolladas por micro y pequeños emprendimientos de base popular articulados con las hosterías familiares y recibir asistencia en gestión y financiamiento por cada cadena de hosterías.

La forma de estructurar estas cadenas de hosterías puede ser diversa según sean las condiciones y circunstancias de cada país y región: franquicias populares, cooperativas, asociaciones en torno a una central de servicios u otras. En Turismo comunitario de excelencia  se presenta un ejemplo específico de este tipo de iniciativa.

Nuevos actores socioeconómicos

Hasta aquí nos hemos centrado en considerar aspectos económicos y organizativos de un esfuerzo orientado a integrar sectores populares a promisorias cadenas productivas. Fue necesario hacerlo para sustentar que es viable y deseable ensanchar cadenas existentes de modo de abrir buenas oportunidades productivas para segmentos poblacionales que han sido siempre postergados o ninguneados. No vale, sin embargo, concluir estas líneas sin destacar que también es posible promover que estos nuevos actores socioeconómicos sean portadores de valores de cuidado ambiental y de activa colaboración con los demás integrantes de sus comunidades. Es que no se trata de lanzar al mercado más actores sólo interesados en maximizar ganancias al costo que sea, sino de conformar colectivos que practican una forma responsable de funcionar y de relacionarse con su medio social y ambiental.

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