Comprender para transformar

Ante la emergencia europea se echa mano, una vez más, a medidas financieras y fiscales de corte tradicional. Reaccionar frente a las amenazas sólo haciendo uso de las mismas variables que fueron incapaces de prevenir la crisis no es el enfoque más apropiado. Las medidas impuestas con el sostén del pensamiento hegemónico, ahora aduciendo urgencias y emergencias, no son las únicas disponibles ni las más efectivas: existen enfoques diferentes capaces de aportar otro tipo de soluciones.

El sesgo arranca de no reconocer plenamente la dinámica socioeconómica que condujo a la crisis; esto es, la lógica subyacente más allá del pésimo manejo de la situación fiscal y financiera que sin duda existió. Es que hubo -y lo más grave es que siguen vigentes- otras cuestiones fundamentales que condujeron hacia el abismo: para comenzar, el acelerado proceso de concentración económica en ciertos sectores minoritarios de la población que tiene implicaciones catastróficas para el globalizado mundo contemporáneo. Se produjeron enormes desfasajes y brechas entre una oferta que procura por naturaleza expandirse y una demanda que, por la concentración, queda relativamente rezagada. Como no se quiere o puede quebrar el patrón de concentración mejorando ingresos genuinos, se acude a soluciones sustitutas como es financiar la demanda más allá de lo prudente. De ahí las burbujas financieras y la acción de los codiciosos de siempre para especular en horizontes que iban cargándose de riesgos y amenazas. A esto sumemos el consumo superfluo e irresponsable de los que concentran el poder de compra, la enorme destrucción ambiental, el manejo oligopólico del ahorro mundial, el gerenciamiento de fondos de inversión, de fondos de pensiones, de fondos soberanos, de «hedge funds» y demás, focalizados en el retorno de cada uno cualesquiera terminasen siendo los impactos sistémicos de sus decisiones, la usura financiera contra los más débiles, los delictivos «paraísos» fiscales, las extorsiones comerciales de los más fuertes, la enorme evasión y elusión tributaria de grandes corporaciones multinacionales utilizando sutiles mecanismos de sub y sobre facturación entre empresas vinculadas, el control de medios y de las agendas «serías» de desarrollo, entre otros críticos factores.

En verdad, no vale sólo denunciar y protestar sino también comprender cómo funcionan las cosas y cómo se puede operar sobre esos otros factores del mundo real. El desafío es transformar aquello que atenta contra un rumbo sistémico sustentable mejorando sustantivamente nuestra forma de funcionar. Si el objetivo es el bienestar general, los salvatajes billonarios para restaurar en lugar de transformar terminan siendo futiles. Si, en cambio, se trata de sostener el privilegio y la desigualdad (con las implicaciones que de ellos se derivan) los salvatajes van bien orientados. ¿Y el costo social que se carga a las mayorías? Pues dicen los timoneles del privilegio que es el costo que será necesario pagar.

Hasta el próximo mes.

Los Editores

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