Codicia sin fin o responsabilidad

Casi a diario y con la complicidad de grandes entidades financieras se descubren maniobras de familias adineradas para evadir el pago de impuestos. Son personas de enormes patrimonios que pueden asumir la responsabilidad tributaria que les corresponde sin por eso afectar sus niveles de vida. Cabe entonces preguntarse qué los mueve a evadir su responsabilidad para con las sociedades en las que viven. ¿Son ignorantes, reniegan de sus responsabilidades, toman consciencia que sus delitos tributarios los convierten en delincuentes, no les importan los demás? ¿O es acaso que la codicia sin fin y el egoísmo los domina, que adoptan una doble moral plena de hipocresías, que no logran emerger de una autodestructiva alienación existencial? Difícil entender por qué lo hacen cuando les sobran los recursos que se esfuerzan en evadir. Mientras tanto los ciudadanos de a pie encaran una diversidad de impuestos y tasas al consumo, a sus modestos ingresos, a la prestación de servicios esenciales.

Nos preguntamos si esos grandes evasores sufren de algún remordimiento por lo que hacen, si sienten piedad por aquellas millones de familias a quienes perjudican al restarle recursos al Estado para atender salud, educación, seguridad, infraestructura social y productiva. ¿Sabrán sus hijos, sus familiares, sus amigos que más allá de cualquier eufemismo, sus acciones de evasión constituyen robos, estafas, actos de piratería? Increíble que existan esas conductas e inconcebible que quienes perjudican gravemente a nuestras sociedades no sólo no rectifiquen su proceder sino que puedan incluso pavonear su fama y su riqueza.

Mucho por transformar y transformarnos. En eso estamos.

Cordial saludo,

Los Editores

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