Para transformar la realidad económica y resolver situaciones de desigualdad y pobreza no basta con establecer buenas políticas macroeconómicas y sectoriales; también es necesario agregar sobre la marcha críticos catalizadores socioeconómicos. ¿Qué son esos catalizadores y cómo integrarlos a la trayectoria transformadora?
Con gran esfuerzo varios países están transitando trayectorias en procura de transformar el orden concentrador predominante. Para ello fue necesario trabajar a nivel político de modo que nuevos gobiernos de base popular pudieran asegurar desde el Estado un nuevo rumbo y las consecuentes políticas públicas que orientan y regulan el accionar de los actores económicos. Hubo que adoptar una amplia gama de medidas en todas las dimensiones del funcionamiento socioeconómico, incluyendo lo macro, lo meso y lo microeconómico. Han habido avances; los resultados, algunos incipientes, otros consolidados, así lo atestiguan. Por cierto que tampoco han faltado errores y forzadas improvisaciones. Es que una cosa es proseguir una marcha en base a instituciones y modalidades de funcionamiento ya existentes (aunque hubiesen llevado a situaciones de inequidad e inestabilidad sistémicas) y otra muy distinta entraña encarar poderosas resistencias cuando se introducen cambios transformadores del rumbo y la forma de funcionar.
Así, si bien vale celebrar lo avanzado, es también imprescindible asegurarle sustentabilidad a la transformación corrigiendo errores y mejorando el accionar tomando en cuenta lo que emerge de la experiencia realizada. Esto es crítico en cualquier proceso de transformación: quienes los lideran saben que con cada meta que se logra (y más aun con las que no se alcanzan) surgen nuevos y siempre singulares desafíos. Si no se los encarase apropiadamente considerando las circunstancias que se han ido desarrollando (que no son las mismas del inicio del proceso transformador), podría comprometerse la sustentabilidad de lo logrado.
Toca entonces identificar cada nueva generación de dificultades, de restricciones que obstaculizan o impiden la plena realización transformadora. Es un requerimiento permanente y delicado ya que habrá que sostener el rumbo y, al mismo tiempo, introducir cambios dentro de los cambios. Para ello habrá muchas formas de intervenir pero una de enorme potencial es agregar al conjunto de las políticas públicas existentes ciertos factores dinamizadores y correctores de trabas indeseadas que, a falta de mejor calificación, denominamos catalizadores socioeconómicos.
Estos catalizadores pueden ser de muy diversa naturaleza y aplicabilidad pero todos apuntan a dinamizar y agregarle sustentabilidad al proceso transformador. Su función es destrabar el gran número de nudos operacionales que surgen en todo proceso de cambio y así posibilitar que la capacidad realizadora de los diversos actores pueda desplegarse a pleno para mejor avanzar en la dirección escogida. Habrá entonces tantos catalizadores como áreas estratégicas de actuación existan y no debiera sorprender que también esos catalizadores requiriesen renovarse o ajustarse según evolucionen los cambiantes cuadros de situación.
A los efectos de este artículo y a modo de ejemplo nos focalizamos en eventuales catalizadores de un particular espacio de actuación: el de la contribución que la capacidad realizadora de los sectores populares, en general gruesamente desaprovechada, puede aportar al desarrollo de un país y, en particular, a la transformación de su matriz productiva.
Vulnerabilidades en la matriz productiva
Cada país tiene una matriz productiva singular aunque pueden identificarse semejanzas como, por ejemplo, que la matriz productiva se constituya en una estructura económica funcional al proceso concentrador y que tenga un marcado perfil primario exportador. Esto último no excluye que existan actividades industriales y de servicios sino destaca que el sector primario exportador juega un rol preponderante como proveedor de las divisas necesarias para atender requerimientos de importación y del endeudamiento externo.
Si por algún motivo (caída de precios, retención de exportaciones, suba desproporcionada de importaciones, abultado peso de pagos por endeudamiento externo, evasión o elusión tributaria de los sectores exportadores, fuga de capitales, entre otros) las divisas disponibles resultasen escasas en relación a los requerimientos del funcionar económico, se generan estrangulamientos que de no resolverse pueden tener gravosas consecuencias de inestabilidad y recurrentes crisis.
En algunos países la matriz productiva no logra asegurar soberanía energética, en otros, soberanía alimentaria, soberanía de comercialización de exportaciones, soberanía educativa y cultural, entre diversos y variados tipos de soberanía. Esto no significa que es necesario lograr autarquía en todos los ámbitos del accionar económico pero sí eliminar gruesas vulnerabilidades que comprometen el desarrollo. Estas deficiencias de soberanía se suman a las inequidades derivadas de las situaciones de desigualdad y pobreza y, en conjunto, sustentan el requerimiento de transformación.
La matriz productiva está conformada por sectores de alta, media y baja productividad que operan en mercados signados por la concentración donde unos pocos actores tienen el poder de formar precios y regular la oferta. Esto genera un muy heterogéneo universo económico donde coexisten muy diferentes tasas de acumulación, condiciones salariales diferenciadas y desigual capacidad de incidir sobre las políticas públicas.
Los sectores populares tienden a concentrarse en nichos residuales de ciertas cadenas de valor como es el caso, en algunos países, de una agricultura familiar pobremente capitalizada, una variedad de servicios no calificados, micro-emprendimientos manufactureros de baja rentabilidad. Así y todo, la economía popular sostiene a una enorme fracción de la población económicamente activa proveyéndole de los ingresos que les permite subsistir, aunque pocas veces acceder a un régimen de reproducción ampliada. La contracara de este tipo de matriz productiva es la mencionada tremenda desigualdad que, lejos de aminorar, no cesa de crecer.
Es cierto que las políticas redistributivas contribuyeron a mejorar las prestaciones en educación, salud, saneamiento, ayudas de emergencia social. Sin embargo, no siempre actuaron con la misma efectividad para promover una transformación productiva que resuelva (y no sólo atempere) la concentración de la riqueza y de los ingresos. Esto es, les resultó más difícil lograr que los sectores populares se integrasen productivamente en promisorias cadenas de valor en condiciones de equidad y justa retribución de sus esfuerzos reteniendo el valor que ayudan a generar. De ahí que un desafío aún pendiente de resolución es facilitar la inclusión productiva de sectores populares sin entramparlos en una subordinación expoliadora.
Condiciones para una apropiada inclusión productiva de sectores populares
No es sencillo transformar una matriz productiva que se ha ido conformando en función de una diversidad de circunstancias donde priman los intereses de grandes grupos económicos, internos y externos. Esa matriz productiva hace parte de una dinámica de funcionamiento y acumulación que tiende a preservar su reproducción y, en ese afán, ningunea o subordina a los sectores populares.
La matriz productiva tradicional requiere un Estado débil que no interfiera con la hegemonía que ejercen los grupos concentrados y sólo intervenga en situaciones de crisis para ayudarlos a sortear consecuencias que pueden afectar sus intereses. Por el contrario, la transformación de una matriz productiva requiere un Estado fuerte, no arbitrario en su capacidad regulatoria pero determinado a cambiar la lógica concentradora por otra dinámica que posibilite la plena y justa movilización de la capacidad realizadora de toda la población. Para lograrlo se requiere de múltiples acciones en diferentes niveles, varias de las cuales fueron presentadas en publicaciones de Opinión Sur [1].
En lo que específicamente hace a promover la inclusión productiva de los sectores populares, foco escogido para estas líneas, es necesario generar ciertas condiciones que la hagan posible, entre otras las siguientes.
(i) Decisión política de avanzar
Es un factor imprescindible para poner en marcha y conducir una apropiada inclusión productiva de los sectores populares. Es que, como se acaba de indicar, no es una sola acción, una sola medida, una sola política la que posibilitará generar las condiciones para que esa inclusión productiva pueda darse. Habrá que hacer converger el conjunto de políticas económicas, sociales y ambientales para lograrlo, más las regulaciones y controles que aseguren su plena implantación; y esto exige una clara decisión política del más alto nivel de gobierno. En varios de nuestros países esa decisión existe con lo cual la primera condición estratégica está presente.
(ii) Condiciones macroeconómicas favorables
Un país que ha logrado generar una dinámica sustentable de desarrollo presentará condiciones macroeconómicas favorables para incluir productivamente a sectores populares. También es posible, aunque mucho más cuesta arriba, forzar esa inclusión aun en fases difíciles cuando se dan contextos externos o internos complicados. En los últimos tiempos, salvo breves fases de desaceleración, varios de nuestros países han logrado desarrollar aceptables condiciones en sus variables macroeconómicas.
(iii) Voluntad de los actores involucrados
Condición fundamental para encarar un proceso de inclusión productiva de los sectores populares es la voluntad y determinación de esos actores de tomar iniciativa para aprovechar las oportunidades que se les vayan abriendo y luego sostener el esfuerzo todo el tiempo que fuere necesario. Esto implica un fuerte trabajo de esclarecimiento e información con sectores que han sido históricamente ninguneados o manipulados por el poder económico. Ese protagonismo de los sectores populares está latente y emerge con fuerza cada vez que se abren oportunidades para ejercerlo.
(iv) Disponibilidad de conocimientos y recursos
Si bien los sectores populares poseen talento y determinación para encarar soluciones que les favorezcan, no siempre disponen de los conocimientos técnicos y de gestión requeridos para liderar o hacer parte de modernos emprendimientos productivos, ni tampoco los recursos financieros necesarios. El desafío es orientar conocimientos y recursos hacia los sectores populares a través de diversas modalidades organizativas ajustadas a sus circunstancias. Este caudal de conocimientos y recursos existe y está disponible para ser utilizado.
Si estas y otras condiciones estuviesen vigentes uno creería que debiera producirse una apropiada integración productiva de los sectores populares y, sin embargo, muchas veces esto no ocurre. Las condiciones están pero seguramente faltan algunos factores que terminen de fraguar y aseguren la viabilidad y sustentabilidad de este proceso. En contextos donde existen condiciones favorables aunque no suficientes para incluir productivamente a sectores populares, la utilización de ciertos catalizadores socioeconómicos adquiere una importancia estratégica.
Catalizadores para movilizar la capacidad productiva de sectores populares
Para cerrar estas líneas mencionamos tres catalizadores específicos que Opinión Sur ha venido trabajando para facilitar una apropiada inclusión productiva de sectores populares (por cierto que existen otros igualmente válidos). Sólo los enunciamos ya que su descripción puede consultarse en artículos ya publicados [2].
(i) Una primera importante acción catalizadora es ejecutar un programa orientado a capacitar movimientos sociales, instituciones científicas y tecnológicas, organizaciones de desarrollo, gobiernos locales, entre otros, de modo que puedan tomar iniciativa para identificar y promover emprendimientos inclusivos con potencial transformador.
(ii) En apoyo a ese esfuerzo, un segundo catalizador es establecer desarrolladoras de esos tipos de emprendimientos productivos en cada región o localidad.
(iii) Una tercera acción catalizadora es crear y poner en funcionamiento a nivel nacional y regional fideicomisos dedicados a financiar emprendimientos inclusivos con potencial transformador.
Estos catalizadores se suman a las políticas y regulaciones transformadoras en procura de superar obstáculos que las condiciones favorables de carácter general no logran eliminar; no aseguran por sí mismos el propósito transformador pero ayudan a materializarlo. Al incluirlos se solucionan aspectos críticos del proceso de inclusión como ser:
Promueven la conformación de estructuras productivas de tamaño mediano que permiten superar restricciones de escala combinando la participación de sectores populares con seleccionados socios estratégicos. Estos emprendimientos productivos pueden adoptar diferentes modalidades organizativas como son las empresas de trabajadores, franquicias populares, holdings cooperativos, comercializadoras de base popular, consorcios de exportación, centrales de servicio, agroindustrias locomotoras, entre otras.
Aseguran la disponibilidad de la inversión y del financiamiento operacional inicial, así como de conocimientos técnicos y de gestión, contactos con proveedores, clientes y otras experiencias semejantes.
Facilitan la integración en condiciones justas de estos emprendimientos inclusivos con potencial transformador en promisorias cadenas de valor.
Procuran generar producciones con valor agregado, intensivas en conocimiento, con bajos requerimientos de importación, respetuosas del medio ambiente y de la cultura local, dinamizadoras de las economías regionales, que reinviertan localmente sus resultados y ayuden a abatir abusos de poder de mercado.
Como no se trata de movilizar la capacidad realizadora de los sectores populares para sumarlos a la dinámica prevaleciente y reforzar la lógica del crecimiento concentrador, las acciones catalizadoras también apuntan a esclarecer las razones de la segregación sufrida y a trabajar en consecuencia valores y actitudes solidarias con su comunidad y el país del que son parte.
Este protagonismo de sectores populares ejerciendo los nuevos derechos y obligaciones que van adquiriendo a través del proceso de inclusión productiva fortalece, en última instancia, el accionar democrático.
Notas
[1] Libros de la Colección Opinión Sur, Un País para todos, Los Hilos del Desorden, Crisis global: ajuste o transformación, Negocios locales, oportunidades globales.
[2] Desarrollo inclusivo: críticos eslabones que no pueden ignorarse; Emprendimientos inclusivos: asociando equidad con excelencia; Desarrolladoras de emprendimientos inclusivos; Franquicias populares; Inclusión social: redistribuir ingresos y generar riqueza desconcentradamente; Apuntar a la inversión productiva transformadora; Competitividad inclusiva; ¿Promover “la” inversión o priorizar aquella que sustente un desarrollo inclusivo?; Inseguridad: propuesta para remover factores que generan violencias.