Acabar con la desaforada concentración de la riqueza

La trayectoria para avanzar hacia un mundo mejor se encuentra bloqueada por una desaforada concentración de la riqueza que se ha constituido en un factor que resulta crítico remover. En este artículo se analiza la dinámica y las consecuencias de tan tremenda concentración, los desafíos que toca enfrentar y algunas opciones para encarar uno de los aspectos más destructivos del derrotero contemporáneo.La trayectoria para avanzar hacia un mundo mejor se encuentra bloqueada por una desaforada concentración de la riqueza que se ha constituido en un factor que resulta crítico remover. Esa incontrolable concentración de recursos es responsable de un conjunto de males y consecuencias, entre otros los siguientes:

– La codicia y el insaciable afán de lucro ya ha desbordado la legítima motivación de prosperar para poder mejorar la calidad de vida. Hoy la dinámica económica avanza ciegamente destrozando el medio ambiente y a enteras comunidades. Se ha impuesto una desigualdad que no se reduce sino se incrementa de forma exponencial. La información presentada el mes pasado por OXFAM INTERMÓN subleva a todos: los 85 más ricos individuos del mundo acumulan tanta riqueza como 3570 millones de personas, la mitad de la población del planeta.

– Por cierto nadie puede acumular tamaña riqueza con el sudor de su frente; lo hacen a través de intervenciones económicas que les permiten succionar valor que otros han generado. Este proceso de extracción de valor utiliza muy diversos mecanismos, unos más sofisticados que otros pero todos orientados a apropiarse de lo producido por el esfuerzo de millones de seres humanos. Las penurias y frustraciones causadas han sido enormes y destructivas sus consecuencias. Las explosiones sociales se suceden independientemente pero si un día llegasen a coordinarse sus impactos serán de una magnitud y naturaleza difíciles de anticipar.

– Es que el funcionamiento de los sistemas económicos se ha tornado estructuralmente inestable: instala dinámicas concentradoras que se reproducen en el tiempo y que resulta muy difícil de erradicar. La formación de capital concentrada en pocas manos y orientada a una cruda especulación genera altas tasas de ganancia que engrosan la propia masa de capitales con lo que, ciclo tras ciclo, la concentración se reproduce de forma ampliada. El límite a esa dinámica surge del propio sistema económico al generar una creciente brecha entre una demanda que se rezaga porque sus ingresos no crecen al ritmo requerido para absorber la oferta disponible y una producción que tiene la capacidad tecnológica y de gestión para crecer a una tasa mucho mayor.

– No es necesario que la demanda se estanque para que emerja esta brecha; basta que su tasa o ritmo de crecimiento no acompañe la tasa de crecimiento de la oferta disponible para que los estrangulamientos de mercado se produzcan. Cuando comienzan esos desfasajes, el desenlace puede contenerse un cierto tiempo a través de reemplazar con créditos el rezago relativo de ingresos genuinos. De este modo se logra aumentar la demanda efectiva más allá del ingreso disponible hasta que un buen día el endeudamiento se ha incrementado de tal modo que la capacidad de repago queda comprometida y se producen cesaciones de pago en cadena. Son las “burbujas financieras” que al estallar dan lugar a quebrantos de todo tipo.

– Lo que sucedió fue una enorme implosión sistémica resultado de haber optado por seguir lucrando sin tocar la concentración sino endeudando más a los ya endeudados. Los grupos financieros se lanzaron a extraer valor a través de proveer crédito a personas y países en lugar de ceder algo de su lucro para mejorar los ingresos legítimos de familias y Estados soberanos.

– Caben aquí todo tipo de interpretaciones acerca de la insostenible trayectoria seguida: si no anticiparon lo que podría suceder o si cada grupo financiero estaba tan codiciosamente focalizado en lucrar que el “resto” (apenas la vida y la salud de millones de personas, el cuidado ambiental, la pérdida de derechos y de empleos, la paz social, la seguridad ciudadana) no les interesaba. A la luz de los “salvatajes” que luego impusieron a los gobiernos (salvatajes para ellos financiados con recursos públicos), queda claro que primó una conducta irresponsable sostenida en la impunidad que siempre detentaron y en la soberbia de confiar que, ante dificultades, su poder les permitiría mantenerse en la cima a costa de los demás.

– Cuando se creía que nada más podría extraerse de las exhaustas finanzas familiares y de la economía real, las políticas de salvataje apuntaron a extraer nuevos volúmenes de valor de los presupuestos públicos de modo de sostener las tasas de ganancia del capital concentrado. Los grandes grupos financieros amenazaron con la posibilidad de un colapso generalizado e impusieron sus intereses utilizando el terror que suscitaron en gobiernos y en azoradas poblacionales fáciles de silenciar y manipular.

– El resultado de las últimas décadas fue, primero, que el sobre endeudamiento les permitió ganar varios ciclos de acumulación y, luego, con el ajuste y los salvatajes lograron sumar otros ciclos todavía más rentables. La crisis que generaron, iniciada en países centrales pero que terminó afectando al resto del mundo, no los castigó. Todo lo contrario, la concentración se aceleró con la crisis hasta el inaudito nivel arriba mencionado con menos de un centenar de individuos poseyendo igual riqueza que 3.570 millones de víctimas.

Grandes desafíos

¿Fue inevitable lo sucedido? De ninguna manera; existen trayectorias bien diferentes a las que nos fueron impuestas. Cada país puede escoger otros rumbos y formas de funcionar siempre que sea posible movilizar todo el potencial que posee.

El mayor desafío se da a nivel internacional ya que para acabar con la concentración habrá que diseñar una nueva arquitectura económica y financiera global. Sin embargo, quienes detentan el mayor poder para tomar esas cruciales decisiones son justamente las fuerzas que es necesario desarmar; tienen la capacidad de condicionar a su favor gobiernos y entidades internacionales a través de cooptar a políticos, “especialistas” y medios hegemónicos.

¿Cómo encarar entonces a las fuerzas que defienden el orden internacional prevaleciente? Habrá que comenzar escogiendo gobiernos con liderazgos comprometidos con la transformación; gobiernos capaces de establecer acuerdos regionales de modo de fortalecer voces, poder de decisión e integración económica que permitan incidir más significativamente sobre la coyuntura internacional.

Esto implica un trabajo político y de movilización social al interior de los países con el sustento de un permanente esfuerzo de esclarecimiento de voluntades democráticas. Necesitamos pasar de ser democracias formales a democracias plenas; trabajar sobre valores, potencialidades y nuevas opciones para restarle oxígeno a la desesperanza que desmoviliza. Se impone superar la mirada azorada y pasar del lamento a construir espacios de transformación apoyando a aquellos actores que puedan llevarla a cabo. Es un trabajo laborioso que parte de comprender lo que sucede y porqué sucede para proyectarlo creativamente sobre propuestas y acciones que amplíen a la vez derechos, resolución de necesidades y capacidad de transformar.

Es evidente que los grupos hegemónicos no resignarán sus privilegios voluntariamente como lo prueban los intentos en curso para desestabilizar gobiernos de base popular: con operaciones políticas y mediáticas generan inestabilidad económica y turbulencia social. Montados sobre errores o desaciertos gubernamentales, accionan para instalar una sensación de inseguridad, caos, corrupción y descontrol que atemorice a sectores medios y los lleve a alinearse con sus intereses. Esto puede conducir a un cambio de régimen que se materializa a través de manipulación electoral o, de ser necesario, de golpes institucionales de naturaleza legislativa, judicial o militar.

Opciones para acabar con la desaforada concentración de la riqueza

Existen muy diversas estrategias para encarar la concentración de la riqueza, algunas de ellas son muy blandas, otras radicales y, entre esos extremos, estrategias de cambios progresivos. Cada una de esas estrategias presenta ventajas y desventajas pero muy diferentes resultados esperables.

(i) Estrategias blandas

Estas estrategias apuestan a regular el sistema financiero existente de modo de limitar los abusos que posibilitan los tremendos movimientos especulativos contemporáneos. Suponen que con esas regulaciones limitarán excesos e impedirán los estrangulamientos que desembocan en recurrentes crisis. El problema es que el poder que detenta el sistema financiero pone en duda que gobiernos y políticos puedan efectivamente regular a quienes los financian y condicionan. Por otra parte, el sistema financiero actúa a nivel formal pero mucho más por canales informales no controlables a través de regulaciones establecidas legalmente. Además, y esto es quizás lo más grave, el sistema financiero tiene una increíble ductilidad para mutar según las circunstancias que encara pero sin resignar lucro y poderío; sabrán imaginar formas para eludir cualquier regulación que se apruebe y no habrá poder de policía suficiente para impedirlo. Es muy probable que las estrategias blandas introduzcan sólo ajustes marginales preservando lo esencial del orden establecido.

(ii) Estrategias radicales

Estas estrategias radicales apuntan a quebrar de raíz la desaforada concentración de la riqueza a través del control público de las grandes entidades financieras o su desmembramiento de modo de retornar a un mercado financiero no concentrado y firmemente regulado. Suponen que así podrán reorientar los enormes flujos financieros desde la especulación que extrae valor hacia la actividad productiva que lo genera. De esta forma se cubrirían las más significativas necesidades de la población mundial y se estabilizaría la marcha económica al cerrarse las brechas entre oferta y demanda. Con una buena gestión se evitarían las crisis recurrentes al tiempo que se desmontaría el tremendo poder que hoy detentan los grupos hegemónicos. Por el otro lado, los desafíos que encaran van desde la viabilidad de poder implementar una transformación de esa envergadura dada la actual estructura de poder que habrá que desmontar, hasta los efectos al menos inciertos que surgirían de los rumbos planteados en términos de nuevos poderes, hegemonías y efectividad.

Antes de considerar las estrategias de cambios progresivos vale admitir la simplificación con que se presentaron tanto las estrategias blandas como las radicales; necesitarían precisarse muchísimo más y mejor podrían defenderse o cuestionarse con más profundas argumentaciones.

(iii) Estrategias de cambios progresivos

Si hubiese una votación universal para acabar con la desaforada concentración de la riqueza no cabe duda que se impondría una irrefrenable voluntad mayoritaria para proceder a desmontarla. También podría acabarse el presente tipo de concentración de la riqueza a través de revoluciones populares. Dado que en la actualidad estas opciones no presentan condiciones de viabilidad, vale explorar otras estrategias de cambios progresivos que vayan generando las transformaciones que se necesitan. El riesgo, por cierto, es que los esfuerzos queden a medio camino o sean abortados por quienes resistirán los cambios; cuestionamiento legítimo que, como en los casos anteriores, puede ser fortalecido o rebatido con apropiados argumentos, algunos de los cuales se plantean a continuación.

Ya se anticipó que en el frente internacional es donde se juega la suerte del rumbo planetario y que a ese nivel los grandes grupos financieros actúan con amplísima libertad de movimiento; es lo que se viene denunciando como puro y crudo libertinaje. Pueden extraer valor casi a su gusto y con ello acumular tremendos excedentes que consagran la concentración de riqueza con su contra cara de desigualdad, de pobreza y de indigencia. Regular ese libertinaje es extremadamente difícil.
Sin renunciar a imponer las más firmes regulaciones posibles, habrá entonces que escoger otros puntos de intervención para sumar condiciones que lleven a acabar con la concentración. Vale explicitar que los procesos de extracción de valor que se conducen internacionalmente incluyen a socios o émulos locales, por lo que un crítico espacio a transformar es el de los mecanismos de extracción de valor que están operando en cada país.

Aquí se abre un inmenso campo de actuación en muy diversos frentes. Existen ideas, propuestas y experiencias que ameritan ser analizadas a fondo. Opinión Sur ha publicado artículos y libros sobre esta cuestión [[[Un País para Todos->http://opinionsur.org.ar/Un-pais-para-todos-Hacia-un]; [Los Hilos del Desorden->http://opinionsur.org.ar/Los-hilos-del-desorden-Primeras]; [Crisis global: ajuste o transformación->http://opinionsur.org.ar/Crisis-Global-Ajuste-o,1095]; [Negocios locales, oportunidades globales->http://opinionsur.org.ar/Negocios-Locales-Oportunidades]; [Arde el mundo->http://opinionsur.org.ar/Arde-el-mundo?var_recherche=arde%20el%20mundo].]] pero hay muchos otros textos más detallados disponibles. Para cerrar estas líneas apenas si enumeramos algunas críticas áreas sobre las que valdría focalizar los esfuerzos.

La economía debe conducirse responsablemente pero subordinada al objetivo de dar paso a una democracia plena. Los instrumentos de política, macroeconómicos y sectoriales, así como el marco normativo y las regulaciones, la orientación del ahorro nacional hacia la inversión productiva, los valores y conductas personales y corporativas, entre muchas otras variables, debieran ayudar a transformar una economía signada por la extracción de valor en una economía volcada a generar y reinvertir valor sin abusos de poder de mercado.

Una política proactiva para desconcentrar la acumulación de excedentes incluye medidas en varios frentes. Por un lado, es necesario abatir los diversos mecanismos existentes de extracción de valor [[[Diferenciar generar, redistribuir y generar valor->http://opinionsur.org.ar/Diferenciar-generacion?var_recherche=Diferenciar%20generar%2C%20redistribuir%20y%20generar%20valor%20].]] , incluyendo la dura especulación financiera, la expoliación de recursos naturales, los sistemas tributarios regresivos junto con la enorme evasión de grandes grupos económicos, la deficiente contribución de mejoras en los programas de infraestructura, los abusos de poder de mercado que castiga a productores y consumidores [[[Abusos de poder de mercado->http://opinionsur.org.ar/Abusos-de-poder-de-mercado?var_recherche=abusos%20de%20poder%20de%20mercado].]], el favoritismo regulatorio, el narcotráfico y otros delitos.

Por otro lado, es fundamental transformar la matriz productiva para mejor aprovechar nuestra base de recursos naturales sumándole valor agregado a través de bien estructuradas cadenas de valor que compensen con justicia a todos quienes las conforman. Dentro de esta perspectiva es de importancia estratégica promover a la pequeña empresa y a emprendimientos de tamaño medio capaces de integrar a trabajadores y pequeños productores en novedosas y eficientes unidades. Las pequeñas unidades aportan una gran contribución en cuanto a empleos e ingresos pero les toca batallar con las severas restricciones inherentes a su escala. De ahí que sea necesario asistir a pequeñas empresas individuales y, al mismo tiempo, explorar novedosas formas asociativas como, por ejemplo, los denominados emprendimientos inclusivos [[[Desarrolladoras de emprendimientos inclusivos->http://opinionsur.org.ar/Desarrolladoras-de-emprendimientos?var_recherche=emprendimientos%20inclusivos].]]. Esta es una crítica dimensión del esfuerzo para acabar con la concentración de la riqueza: formar capital responsable en la base del aparato productivo dotado de un liderazgo que gestione con efectividad y sea portador de valores y conductas consustanciadas con el bienestar de sus comunidades.

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